Teófilo Stevenson, la humildad y sencillez de un campeón

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Teófilo Stevenson, la humildad y sencillez de un campeón
Fecha de publicación: 
29 Marzo 2024
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Teófilo Stevenson Lawrence es considerado el mejor boxeador aficionado del mundo y el deportista insigne de Cuba.

Primero por haber conquistado tres títulos olímpicos, al igual que el húngaro Laszlo Papp, y porque pudo extender esa cadena de éxitos bajo los cinco aros en 1984 y 1988, certámenes a los cuales Cuba no asistió; amén de tres coronas mundiales.

Y en cuanto a lo de atleta insigne, ganó ese calificativo por  sus resultados en el ring y también por situar primero a su patria ante las ofertas millonarias que le ofrecieron para que pasara al profesionalismo.

Pirolo, como le llamaban familiares, amistades y amigos, fue más allá del deporte, sus valores humanos, sencillez, apego a sus raíces y nobleza  estaban en la cotidianidad de su vida, por ello hoy  en su provincia de Las Tunas y en Cuba se le recuerda por en el aniversario 72 de su natalicio.

Durante una entrevista concedida a la AIN (hoy ACN) interrumpió el diálogo para hablar telefónicamente con Duane Bobick, Esperanza Blanca, para intercambiar sobre temas personales y preocuparse por la situación del pugilista norteamericano. Al final de esa charla dijo: excelente persona.

Algo similar sucedió con el supercompleto campeón mundial profesional Muhammad Alí, con quien se había fijado un tope; uno, campeón Mundial Profesional, el otro, Tricampeón Olímpico y Mundial. Pero ese sueño, de antemano considerada la pelea del siglo, sufrió un desvelo.

El choque no se efectuó pero  Muhammad Alí  no se le borró de la mente a Teófilo, quien  mantuvo estrechos lazos con el superpesado e incluso ambos sostuvieron fraternales encuentros en La Habana,  con la presencia del  Líder Histórico de la Revolución, Fidel Castro. Con esa amistad Pirolo se sentía muy feliz .

Su sencillez  la reiteraba en las propias competencias con sus coterráneos, los sobrellevaba, pero cuando alguien  intentaba derrotarlo, sacaba su derecha prodigiosa para neutralizarlo.

Tras ser campeón en la Olimpiada de Munich 72  se le ofreció construirle una vivienda. Y Teo, como también se le llamaba, pidió que se la levantaran en el barrio La Grúa, en las cercanías del central Delicias (hoy Antonio Guiteras), donde mismo estaba la humilde morada en la que él  vivía con sus progenitores.

Y en cada torneo importante dentro del país que competía, Stevenson llevaba a su padre, el que lo protegió desde sus inicios en el cuadrilátero para que él practicara el boxeo que tanto le apasionaba.

Cuando regresaba de torneos internacionales, su primer deseo era regresar a su terruño a departir con los de su infancia y juventud. No esperaba que lo fueran a ver, iba hasta los hogares de vecinos y amigos, a departir  y obsequiarlos con algún souvenir.

Una de sus últimas escenas la protagonizó, tras titularse Campeón Mundial en Reno, Nevada, en 1986, en el propio central Antonio Guiteras. Allí localizó a Lina, la esposa de Jhon Herrera, su primer entrenador. La diminuta mujer dejó sus quehaceres laborales para adentrarse en el cuerpo de aquel gigante hasta que  se abrazaron y lloraron como dos niños.

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