Tamara Castellanos: Yo no soy de medias tintas
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``He aprendido muchísimo y me ha permitido mantener una retroalimentación con el público´´, comentó Tamara Castellanos sobre su trabajo en la conducción del programa televisivo Cuando una mujer. Foto: Tomada del perfil de Facebook de Tamara Castellanos
Tamara Castellanos siempre se ha mantenido vinculada al arte. A los once años, comenzó a estudiar en la Escuela Elemental de Artes Plásticas y, al terminar sus estudios preuniversitarios, se vinculó al Cine Club de la Casa de Cultura de Plaza de la Revolución, espacio dirigido, en aquel momento, por Tomás Piard.
Allí conoció sobre la convocatoria para ingresar a la Escuela Nacional de Instructores de Arte. Sin dudarlo, se presentó a las pruebas e ingresó al centro, en el perfil de Dirección. "Me gradué en 1991. En aquella etapa no era como ahora, que la mujer se está imponiendo en roles de dirección audiovisual. Cuando terminé la escuela, seguí con la actuación. Me vinculé a un grupo de teatro y luego integré la agrupación Rita Montaner, desde 1993 hasta 1998, cuando comencé en la televisión con la serie Día y Noche".
"Mis padres siempre me apoyaron, sobre todo mi mamá. Ella fue quien me inculcó el interés por el arte. Todavía me apoya. Esta es una carrera bien compleja y ella me ayuda con mi hijo, en los momentos difíciles".
-En el año 2005, con el documental Perdidos en el tiempo, se graduó de la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA). ¿Cuánto aportó en su formación profesional el paso por esa institución académica?
La Escuela Nacional de Instructores de Arte era técnico medio superior. Los estudiantes luchamos mucho para que así fuera porque el programa era muy completo. Recibimos una formación integral, que hoy se extraña. Como quería continuar mi superación, comencé en el teatro y me enfoqué en estudiar dentro del perfil de Dirección. Decidí pasar la FAMCA por el curso para trabajadores y me gradué de Radio, Cine y Televisión.
Tuve la dicha de que el documental con el que me gradué obtuvo Premio Caracol. Fue curioso porque Jorge Contreras, un compañero de estudio que cursaba el perfil de Edición y trabajaba en los archivos del ICAIC, me dijo: "Hay un realizador con 61 documentales en su trayectoria. Se llama Bernabé Hernández y está olvidado".
Durante los primeros acercamientos, él estaba renuente a retornar a todo lo relacionado con el cine y el ICAIC, pero logramos realizar el documental. Parte de mi preocupación porque se perdieran estos materiales quedó plasmada en Perdidos en el tiempo.
-También ha interpretado personajes en radionovelas. ¿Cómo fue su experiencia en este medio?
Siempre tuve curiosidad de incursionar en todos los medios. La radio me cautiva. A partir de 1995 comencé en Radio Arte, y luego en Radio Progreso. Los procesos han cambiado. En aquel momento, los actores teníamos que "hacer banco", así se le decía a ver todo el trabajo primero desde la cabina. Agradezco realmente haber vivido esa experiencia.
Compartí con grandes estrellas de la radio. Hacer banco era un lujo y una escuela. Eso me preparó para poder experimentar en la actuación cuando estuve del otro lado de la cabina. La radio es un medio al que, cuando tengo tiempo, retorno porque siempre aprendo algo nuevo.
-Ha participado con su actuación en las telenovelas Las huérfanas de la Obra Pía, Historias de fuego, La otra esquina, Al compás del son, La cara oculta de la luna. ¿Puede compartirnos algunas anécdotas de esas grabaciones?
Mi primera telenovela fue Las huérfanas de la Obra Pía, en 1999, con un personaje muy complejo. Entre las anécdotas principales que recuerdo es que comencé a grabar cuando las filmaciones de la telenovela iban por el capítulo ochenta. Ese era mi segundo trabajo en la televisión. Era difícil, pero fue una experiencia muy bonita. Pasé tres castings para obtener el personaje de Rosario. Trabajar con Aramís Delgado y lograr esa química con él me ayudó muchísimo desde el primer momento.
Tengo buenos recuerdos de todas las telenovelas porque disfruto mucho el proceso de preparación del personaje y las grabaciones. En Historias de fuego, interpreté a Caridad, que rompió con la inercia de los personajes sufridos que había hecho hasta el momento en televisión. Fue divertido.
-En la pantalla chica, ha sido Rosario, en Las huérfanas de la Obra Pía; Odalys, en Bajo el mismo sol; Grisel, en El rostro de los días; Rita, en Vuelve a mirar; Mirian, en Los hijos de Pandora. ¿Cuál de estos personajes ha sido el más difícil de interpretar? ¿Cuál ha disfrutado más?
Para mí todos los personajes me aportan mucha experiencia. Cuando asumo un personaje siento lo mismo que cuando uno se enamora. El proceso de Las huérfanas de la Obra Pía fue complicado, Odalys también fue muy fuerte. Esos dos personajes me marcaron, incluso en la parte de la salud.
Con Rosario estuve una temporada con unos dolores horribles que no me permitían dormir, a causa del estrés durante la grabación. Con Odalys, terminé con un mioma por todas las emociones que guardé dentro de mí mientras filmaba la telenovela. Para la preparación de ese personaje, escuché muchos testimonios de mujeres violentadas, acudí a la Casa de la Mujer y la Familia. Fui guardando todo eso para construir el personaje, que está muy distante de mi personalidad.
Ambos personajes me han lacerado, han dejado huellas en mí, pero a todos los recibo con cariño. En el caso de Grisel, ella experimentaba el climaterio, tenía dos hijos y salió embarazada. Yo no sabía lo que eran esos padecimientos de cambios hormonales y, terminando la telenovela, comencé con los síntomas del climaterio. Fue muy cómico.
-¿A cuál de estos personajes se parece más Tamara Castellanos?
Todos tienen algo de mí. Siempre les imprimo algo mío, aunque me distancio. Para cada trabajo, primero construyo la psicología del personaje a partir de la primera impresión tras la lectura del guion. Después comienzo a armarlo, desde las relaciones que establece con los demás personajes. Luego, lo distancio de mí o busco un punto de contacto conmigo, según el personaje. Siempre trato de buscarle el lado sensible. No concibo una obra audiovisual que no emocione.
-Sobre su trabajo en la dirección de audiovisuales, fue la codirectora de la telenovela Asuntos Pendientes, junto a Felo Ruiz. ¿Cómo fue el proceso de rodaje y postproducción?
Después de la telenovela El rostro de los días, Felo me llamó con la propuesta de trabajar en la dirección de actores de su nuevo proyecto: Asuntos Pendientes. Luego me propuso también la codirección. Ya yo había hecho dirección asistente con Jorge Alonso Padilla de un cuento, pero me retiré porque es complejo personalmente. No me gusta hacer concesiones. Cuando uno asume los compromisos debe hacerlo bien.
Es muy complejo hacer televisión en Cuba porque muchas veces no tienes todo a la mano y debes reinventarte. Eso es bueno también, pero hay muchas cosas que atentan contra la puesta en escena y lo que imaginas como realizador y, de cierta manera, te frustra. El "no" constante, sacrificar la calidad del audiovisual por ahorrar presupuesto, me choca. Ya no hacía dirección recientemente por eso.
Tenía temor de enfrentarme a ese trabajo nuevamente, pero asumí el reto con Asuntos Pendientes. Resultó difícil por todas las necesidades que tenemos, pero fue una experiencia bonita que me hizo superarme personalmente.
-¿Y cómo ha sido la realización de la telenovela Sábados de Gloria?
Ahora me mantengo trabajando en Sábados de Gloria que, por motivos de presupuesto, se fue atrasando y no pudo ser la novela del verano. A mí me encanta actuar y dirigir. Hablé con la Casa Productora y con Ernesto Fiallo, que me acompaña en la dirección. Asumimos un bloque cada uno. Ya el mío terminó el rodaje y comienzo a trabajar en la edición.
El proceso de realización ha transcurrido con muchas dificultades, pero estoy muy contenta de trabajar con el equipo que también me acompañó en el telefilme A contraluz, que se transmitió en 2023 en el programa Una calle, mil caminos. Tuvimos muy buena comunicación con ellos y con los actores. Hay una subtrama de Paula Alí y Heidy Villegas, que esperamos que al público le agrade.
Yo no soy de medias tintas. Es un guion que quizá hubiese podido estar mejor, tampoco es que sea un terrible guion. Trabajamos bien fuerte en eso. Mientras estábamos ensayando, el guionista estaba terminando de escribir, que no es fácil. Había personajes que, mientras estábamos ensayando, no sabíamos cómo terminaban sus historias. Hicimos un trabajo de mesa de ensayos con los actores.
Lo que me cautivó fue el tema de las mujeres de la mediana edad, que casi no se ha abordado en los audiovisuales cubanos. Ahora prácticamente la mediana edad es la que está sosteniendo al país. La trama es de tres amigas, de aproximadamente cincuenta años, que se reúnen todos los sábados y, a partir de un punto, dejan de hacerlo por los conflictos que comienzan a surgir en sus vidas. Hubiese querido que alguna de las tramas fuera más abarcadora en cuanto a los conflictos que se viven en esa etapa, pero creo que la novela puede conectar con los televidentes.
-Como conductora y directora de audiovisuales, ¿qué considera que le falta a la televisión cubana en estos momentos? ¿Qué le gustaría cambiar?
Que se conectaran más con la importancia del audiovisual. Lo productivo es importante, pero debemos pensar en insertarnos en el mercado internacional. Yo sé que nuestra televisión es pública, pero tenemos que abrirnos al mundo. El audiovisual cubano lo merece y la telenovela mucho más porque los cubanos fuimos pioneros en eso y nos hemos quedado atrás. El talento está.
Nadie calcula el dinero que el Estado dispone para la realización de audiovisuales en la televisión, y ¿cómo se recupera? Hemos visto con el cine independiente cómo los productos se han insertado en festivales y han tenido éxito. Debemos abrirnos, que se le brinde apoyo y que se piense más en la calidad del audiovisual.
El objetivo no es hacer una telenovela por tener una más, sino realizar una obra para que el público se conecte y sea capaz de llevarnos al mercado internacional. Por ejemplo, hemos perdido los estudios, que desde el punto de vista productivo ahorra recursos. Siento nostalgia por esos estudios. Ahora grabamos constantemente en exteriores. Se gasta en alquiler de equipos, en transporte, en locaciones.
Actualmente se pasa mucho trabajo. Los actores muchas veces ponen ropa suya para contribuir al vestuario del personaje. Es comprensible. No hay quien sustente tantos gastos cuando la dinámica es mantener nuestras producciones nacionales al aire. Espero que llegue el momento en que todo eso se analice y se llegue a solucionar.
-Hablemos sobre su trabajo en la conducción del programa televisivo Cuando una mujer. ¿Cómo llegó a usted ese espacio?
Yo participaba en el programa como actriz y la directora me propuso hacer la conducción. A mí me encantan los retos. Lo asumí y continúo trabajando allí desde el año 2000. He aprendido muchísimo y me ha permitido mantener una retroalimentación con el público.
Cuando una mujer es un programa que me ha acompañado durante 24 años. Muchas veces personas en la calle me detienen para consultarme sus problemas, buscando consejos. Esa es parte de mi satisfacción: poder conectarme y ayudar a personas que lo necesitan.
-¿Cuál considera que es el mayor reto en el programa en cuanto al tratamiento de los temas?
El mayor reto es lograr la variedad de los temas, que ya se está trabajando en eso. Recuerdo que uno de los guiones que estuvo engavetado fue el de la homosexualidad femenina, que se transmitió recientemente. El programa se está abriendo a abordar temas más profundos que resultan necesarios.
-Ahora le diré unas palabras. Respóndame con una frase qué significa cada una para usted:
Teatro: La escuela.
Radio: Una parte de mí.
Televisión: Mi vida.
Éxito: Aún está por llegar.
Amor: Mi máxima.
Familia: Mi guía.
Amigos: Reafirmación.
Público: El termómetro.
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