DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Canto especial para los creadores

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DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Canto especial para los creadores
Fecha de publicación: 
26 Agosto 2024
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Foto: Getty Images.

Más allá de su victoria personal, está la creatividad de no pocos ases deportivos. Comienzo con el saltador de altura estadounidense Dick Fosbury. Se impuso en la gran fiesta de México 1968 al vencer la varilla situada a 2.24 metros.

También quebró la marca superior de la prueba en el olimpismo. No son sus conquistas fundamentales: por encima está el aporte de un método forjado por él que revolucionó la especialidad: de espaldas. De no existir ese estilo. no se habrían conseguido las elevaciones posteriores ni nuestro Javier Sotomayor sería el recordista mundial con 2.45.

Aunque un secuestro, la represión y la sangre golpearon el certamen de Munich 1972, los Juegos se dieron. Como se expresa en el libro Cubanos en Juegos Olímpicos, de Irene Forbes, Ana María Luján y Juan Velázquez: “Un suceso trágico, con matices políticos, ensombreció los Juegos. El grupo Septiembre Negro presentó un ultimátum pidiendo la liberación de unos doscientos prisioneros palestinos detenidos en Israel y, al ser reprimidos, el balance fue trágico: murieron nueve israelíes, cinco palestinos, un policía y un piloto alemanes”.

Según señala el historiador José Elías Bermúdez Brito en su obra Por los caminos del olimpismo: “…el día 6 (de septiembre),a las diez de la mañana , se efectuó una ceremonia en homenaje a los deportistas fallecidos, los cuales fueron considerados campeones olímpicos, Producto de la situación creada se retiró de los Juegos la delegación de Israel y en solidaridad con ella, las de Egipto, Siria, Kuwait, Uruguay y Noruega, y se corrió el calendario general... A pesar de lo anterior, la XX Olimpiada fue una extraordinaria competencia deportiva en la que se mejoraron 55 récords mundiales, así como 144 para el evento…”.

En Munich, dos hechos creativos sobresalen. La gimnasta soviética Olga Korbut trajo una atmósfera espacial a su disciplina, asimilada con alegría por expertos y aficionados. La admiraron más por ese choque con el acartonamiento clásico que por sus tres galardones dorados y, a pesar de terminar en séptimo lugar de la puntuación individual, despertó más aplausos que la máxima acumuladora, su coterránea Liudmila Turisheva. Era una transformadora. Como no lo fueron la campeona ni el japonés Sawao Kato quien reeditó su labor anterior en lo principal: tres coronas y máximo acumulador.

De mayor trascendencia creativa: el debut de la Escuela Cubana de Boxeo. La Mayor de las Antillas conquistó la lid del cuadrilátero con tres de oro (Orlando Martínez en los 54 kilos, Emilio Correa en los 67 y Teófilo Stevenson en el peso completo), una de plata: Gilberto Carrillo (81) y otra de bronce: Douglas Rodríguez (51). Orlando, primer campeón olímpico de su patria luego del triunfo de la Revolución. Teófilo se convertiría en el mejor púgil amateur y olímpico de todos los tiempos.

La mencionada Escuela subió la rumba al cuadrilátero, sin negar el aporte de otras formas de pelea: es nacional con la adaptación de lo universal. La encabezó Alcides Sagarra que transformó la opinión válida del as Kid Chocolate: el boxeo es el arte de dar y que no te den, en la visión más humana y científica: que no te den y dar. Desde entonces, los púgiles cubanos marcan una pauta de entrenamiento superior concretado en acciones más eficientes, elegantes e inteligentes entre las cuerdas. Y es el buque insignia de nuestro deporte.

Sin creatividad no hay desarrollo verdadero en ningún ámbito de la existencia. La dialéctica no es una palabra para encerrarla en libros y discursos. Es arma muy necesaria para la vida. La continuidad no significa seguir ciegamente todo lo anterior. A partir de sus esencias es ruptura también. Y a crear.

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