¿Por qué Los Ángeles otra vez?
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La ciudad estadounidense de Los Ángeles será la sede de los XXXIV Juegos. Es su tercera oportunidad. En 1932 albergó el décimo clásico; en 1984, el vigésimo tercero. Como periodista ataqué entonces a lo más reaccionario de Estados Unidos, que aprovechaba la oportunidad de la designación de esa ciudad californiana, para desatar su artillería política e ideológica, Había sido capaz de boicotear la magna cita de Moscú. Cuatro años después propiciaba un nuevo bloqueo que venía desde adentro. Así lo señalé. Como escritor volví al tema en mi recién publicado libro De Atenas a París: los Juegos Olímpicos (Editora Warriors, julio de 2024). Reedito parte de ese capítulo. Próximamente reflexionaré sobre la selección del sitial.
LOS ÁNGELES 1984, BURLA AL PENSAMIENTO DE COUBERTIN
La prensa norteamericana fue escenario de los ataques más estúpidos. Una ilustración con Supermán al frente y misiles al fondo. Letrero: “Derrotemos a Rusia”. Un cartel: el águila Sam, símbolo de Los Ángeles 1984, desgarrando al oso Misha, mascota de Moscú 1980; artículos con una frase fija y hasta de cintillo: “¡Cuidado con los rusos!”. Textos semejantes al siguiente: Los equipos de los países socialistas están llenos de espías. Hay que vigilar a los soviéticos, a los cubanos, a los de la RDA: en sus equipos traen muchísimos espías disfrazados de atletas, médicos, entrenadores y masajistas…”
Reagan desbarrando a cada rato en público: “Señores, el deporte da la enorme satisfacción de odiar el color del uniforme del adversario”. En una reunión con el presidente del Comité Olímpico de EE.UU. el primer mandatario señaló: “Necesitamos vencer a cualquier precio. No importa lo que diga de nosotros el resto del mundo; todo eso se olvidará, pero las medallas quedarán en nuestro poder”. El espectro de Göebels reía satisfecho.
. En la prensa, en carteles, vallas y ropas: ¡Vienen los rusos!, muchas veces con cada dibujito... Era el llamado a un “recibimiento adecuado”: instalaciones preparadas para atraer a los integrantes de las delegaciones socialistas con el fin de convencerlos para que no regresaran a la patria y aun secuestrarlos de fallar la charla.; proliferación de organizaciones anticomunistas entrenadas para agredir desde el arribo, entre ellas la terrorista anticubana Omega 7; alrededor de 160 grupos ultraderechistas formados por ex y neonazis y delincuentes comunes; pancartas, afiches, folletos…pidiendo agredir a “…esos visitantes indeseables”.
Un periódico de Berlín Occidental, sin ser simpatizante de la izquierda, informó: “La histeria antisoviética y anticomunista desencadenada en Los Ángeles, al igual que en todo el estado de California, ha cobrado en vísperas de la Olimpiada proporciones patológicas. Un joven con la mente enferma ha seguido en la práctica el llamamiento: ¡Mata al ruso!, que lanzan a cada paso las pancartas e insignias, y mató a tiros a una mujer por el solo hecho de que, presuntamente, era de origen ruso”. El coronel Edgard Best, responsable de seguridad del Comité Organizador de los Juegos de Los Ángeles, declaró que no se tomarían medidas contra el vandalismo: “…sería una violación de la Constitución de los Estados Unidos. Vivimos en un país libre y no podemos cortar las libertades del ciudadano norteamericano”.
La Asamblea Legislativa del estado de California aprobó la resolución de no dejar participar a la delegación soviética en los XXIII Juegos Olímpicos, el. 6 de septiembre de 1983.Aunque en febrero del año siguiente aprobó la resolución que señalaba tributar un correcto recibimiento a todos los participantes, el mal estaba hecho. Además, la primera jamás resultó abolida. Hubo resignación: “… que vengan los rusos y los demás representantes socialistas, pero les prepararemos un ambiente que les impida registrar buenos resultados. Nunca olvidarán ese “recibimiento…” Eran opiniones parecidas y cotidianas en la radio, la televisión y en publicaciones.
El Comité Olímpico Internacional debió, al menos, señalar a Reagan y su grupo lo que el conde Baillet-Latour, entonces el máximo dirigente del organismo, aclaró a Hitler en 1936:” Ruego consideréis que sois aquí, en los Juegos Olímpicos, un huésped y no un organizador. El organizador es el COI, que velará para que estos Juegos se desarrollen sin propaganda política…” Cierto que los cinco anillos fueron puesto al servicio del nazismo, pero quedaron estas palabras que no se pronunciaron en relación con la contienda californiana. Y los cinco anillos estuvieron al servicio de lo peor de Norteamérica.
Cuba, por valores que están por encima de todas las preseas, no asistió a la gran justa de 1984.La de Seúl sería otra bofetada al humanismo y la deportividad en 1988. Fidel, en carta a Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, expresaría con respecto a la esencia de dichos asuntos: “…creemos firmemente en la necesidad de encontrar soluciones justas y equitativas que preserven al movimiento deportivo mundial de la penetración de factores ajenos al deporte, que deforman, violan y corrompen los principios olímpicos, como única vía para lograr mantener los elevados y nobles objetivos del olimpismo”. (Noviembre 29 de 1984).
Los Juegos de Los Ángeles se realizaron, existieron campeones de calidad y marcas magníficas, así como ases de mentiritas y marcas de risa. La inauguración, bella, aunque algunos la acusen de cierto comercialismo: ¿podía escapar de ello? No obstante, tuvo altura. Y hubo lucha, hazañas, amor, voluntad, tristezas, alegrías…. Negarlo es abrazar la estupidez. Quien diga que el estadounidense Carl Lewis defraudó allí, es tonto o no sabe nada de deportes. Tal vez, creyendo hacer bien al defender la justicia, hace mal al mentir y cerrar los ojos a la realidad. Lewis es un as extraordinario, y sus cuatro títulos los habría ganado con todos los contrarios del orbe presentes.
Ahora, muchos de las coronas entregadas en boxeo sin estar la Escuela Cubana y los peleadores soviéticos son de...cartón. En diversas pruebas, parecido: la lucha greco, la gimnástica para hombres, por ejemplo. También ocurrió en la batalla de hace cuatros años, el primer gran cerco al olimpismo. El más pequeño, boicot al fin, aconteció en 1976.
El problema relacionado con los falsos campeones es la desgarradura menor. Ella y las esenciales existieron en todas estas aberraciones, y de las que no queda incólume Los Ängeles 1984, en este caso, por culpa de ese boicot que vino desde adentro, tomado de la mano del extremismo derechista. En todos estos certámenes, agrego Seúl 1988, la búsqueda de una mejor relación entre los pueblos, la forja de seres humanos mejores, la lucha por la paz, los jóvenes en el puesto más importante, fue vulnerada. Dichos aspectos están muy por encima de medallas, récords y trofeos y, sobre todo, del mercantilismo que ha inundado la belleza olímpica rescatada por Coubertin.
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Zarza
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