Roberto Fonseca y sus acompañantes en Bellas Artes: ¡qué resplandor!

especiales

Roberto Fonseca y sus acompañantes en Bellas Artes: ¡qué resplandor!
Fecha de publicación: 
25 Diciembre 2022
0
Imagen principal: 

El pasado 23 de diciembre, en la sala de Bellas Artes, resplandeció de nuevo el jazz cubano por todo lo alto. Como una probadita del festival Jazz Plaza que se avecina en enero, estos artistas han desatado ya una verdadera fiesta, en las fechas donde predominan los reencuentros familiares, la armonía y el amor. Nunca mejor recibido este regalo.

No puede decirse mucho más de Roberto Fonseca ni de los maestros que convocó en la sala de Bellas Artes que tantos recuerdos suscita, por el ambiente íntimo para el cual diría que fue diseñada. Y claro que se podría hablar infinitamente sobre él y su ensamble, pero no sería tan inteligente como escucharlos, ni tan imprescindible como verlos. Las palabras jamás darían el resultado imperecedero de la percepción directa. 

A mi ver los artistas revisitaron, en breve tiempo, todas las vertientes del jazz. Desde las más cubanas y gozadoras para los bailarines, hasta las más nostálgicas, libres y poéticas. Me pareció escuchar desde minutos minimalistas exquisitamente engranados, hasta rociados de pop y reminiscencias de baladas. A la vez, la sólida formación clásica inevitablemente presente a lo largo de toda la (re)creación de los sonidos. Una avalancha que reniega únicamente de lo que no contribuya a la belleza de lo que los artistas están creando en ese minuto irrepetible, que sigue a otro de esa misma calidad emocional. Y a otro, y al siguiente donde, en contra de la apariencia, nada se repite.

Todos los que estuvimos allí fuimos arrastrados por Roberto y sus acompañantes hacia ese disfrute ajeno a las palabras. Me vienen a la mente aquellas reseñas del Chicago Tribune cuando, en presencia de alguna orquesta de músicos cubanos que visitaba la ciudad, los críticos no podían menos de tachar como maestros a cada uno de ellos, con nombre y apellido. El grado de asombro del periodista crecía al ir describiendo el talento de los integrantes, de acuerdo con las especificidades técnicas que a mí me faltan.

Yo me voy más por los resultados emocionales de un espectáculo de este tipo, que por los logros técnicos. Algo que puede llegar a cualquiera que desee recibir esa influencia para descubrir, de pronto, que la vida puede empezar a verse de otra manera solo con retener la calidad de ciertos sonidos, con la asimilación de la belleza que emana de ellos. 

Me fijo en los rostros de estos maestros de las notas, durante la ejecución de sus solos o la descarga conjunta, y noto que quizás mi cara también refleje ese sitio emocional, vibrante aunque escondido, que aflora en ellos y en nosotros, su audiencia. Es una complicidad extraña, indescriptible, y sin embargo, más común de lo que se piensa. 

No me canso de darle gracias a la vida por habernos regalado a los seres humanos el misterio de la música. Pero, además, debemos agradecerle que haya dado tantos músicos de incomparable sensibilidad y calibre, en una isla que no es rica materialmente hablando, sin embargo pródiga en alimento para el espíritu. Me pregunto por qué la televisión no graba estas joyas tan nuestras y las expone así, grandiosas como son.

Felicidades a todos nuestros músicos, generadores de armonía y belleza para su pueblo. Y a todo el personal de apoyo para que esa magia se manifieste, como tan honestamente el maestro Fonseca admitió en el espectáculo.
 

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.