Revista Cigar Aficionado destaca legado de la Fábrica de Cigarros H. Upmann

La fachada azul y el arco con detalles blancos hacen que la fábrica de cigarros H. Upmann, de cuatro pisos, en la Calle Padre Varela, se destaque en una parte de La Habana que de otro modo sería anodina. Esta es la instalación que produce su marca homónima, junto con Montecristo, Vegas Robaina y Cohiba. Este año, la fábrica incluso ha elaborado algunos Trinidad con motivo del 55 aniversario de la marca.

Antiguamente la fábrica de Romeo y Julieta, este lugar estaba destinado a ser un hogar temporal para H. Upmann mientras la ubicación anterior en la Calle 23 se sometía a renovaciones. Han pasado más de diez años y, hasta ahora, no parece que Upmann vaya a regresar a su ubicación original en el corto plazo, según destaca la publicación Cigar Aficionado.

El día de nuestra visita, dice el artículo, el departamento de empaque estaba cerrado y la galería de torcedores estaba solo parcialmente llena. Muchos torcedores estaban confeccionando el H. Upmann No. 2, un cigarro de forma torpedo que fue nombrado nuestro Cigarro del Año 2022. La administración le dijo a Cigar Aficionado que espera que esta fábrica produzca un total de dos millones de cigarros para finales de 2024.

Pocas experiencias enriquecen tanto la apreciación de un cigarro hecho a mano como un recorrido por la fábrica. Al ingresar, uno es recibido por el sonido rítmico de las chavetas, las herramientas tradicionales que utilizan los torcedores para cortar las hojas de tabaco. El olor penetrante de las hojas en fermentación llena el aire, una mezcla embriagadora que evoca la rica herencia del tabaco cubano. Los trabajadores, con destreza y precisión, transforman las hojas secas en obras maestras listas para ser disfrutadas por conocedores de todo el mundo.

Las paredes de la fábrica están adornadas con fotografías históricas y certificados que rinden homenaje a los logros de la marca H. Upmann. Esta fábrica no solo es un lugar de producción, sino también un museo viviente que honra el legado del tabaco cubano. Los empleados, muchos de los cuales han dedicado sus vidas a este oficio, transmiten sus conocimientos y habilidades a las nuevas generaciones, asegurando que el arte de hacer cigarros finos continúe prosperando.

En un rincón, un grupo de torcedores trabaja en los Trinidad, una marca que celebra su aniversario con una producción limitada. Cada cigarro es una obra de arte, enrollado a mano con esmero para garantizar la mejor calidad posible. Los visitantes observan con asombro el proceso meticuloso, desde la selección de las hojas hasta el toque final que le da al cigarro su forma perfecta.