DE LA HISTORIA OLÍMPICA: ¿Por qué, Ágnes Keleti, por qué...?

“Escóndete, muchacha, han llegado unos policías que andan persiguiendo a los judíos”. Ágnes volvió a refugiarse en el bosque. Corrió hasta encontrar un sitio bastante enmarañado muy alejado de la amenaza. Entre los árboles lloró hasta que la noche la absorbió y se quedó dormida.  Húngara de origen hebreo, nacida el nueve de enero de 1921, llevaba mucho tiempo de escondite en escondite, en busca de manos solidarias que la ayudaran a escapar de la furia de los fascistas.
 
Después de ser asesinado su padre y un tío en el campo de concentración de Auschwitz, sobrevive gracias a una identidad falsa. Limpia casas, labora en la agricultura, en una fábrica. Si el riesgo de captura crece, se interna en el campo y se alimenta de frutas, yerbas o de animales que caza e incluso los ingiere crudo. De vez en cuando recuerda, a pesar del peligro, de cómo aprendió a nadar a los 4 años de edad guiada por el progenitor y su incursión en la gimnástica ya una adolescente. ¡Liberación...! Derrotados los hitlerianos con el Ejército Soviético al frente de la victoria.

Otro triunfo: regresan los Juegos Olímpicos después de la tregua guerrera. La Segunda Guerra Mundial no permitió efectuar los XII y XIII clásicos programados para 1940 en Tokio y 1944 en Londres. La imposición de las armas sobre las lides del músculo, durante la Primera conflagración había impedido los Sextos, señalados para Berlín en 1916. Las ambiciones de los imperios capitalistas por un nuevo reparto del mundo fueron la esencia del horror repetido. En la civilización griega, siendo esclavista, regía la tregua sagrada: durante las competencias no podía haber beligerancia.

Regresó a su disciplina escogida en 1946, pero una fractura en la clavícula no permitió su actuación en Londres 1948. Llega con 31 abriles a Helsinki 1952: es la sexta en la puntuación individual, cuarta en la barra de equilibrio, la uno en ejercicios sobre el suelo, bronce en paralelas y por colectivo. Hay otro tercer sitial máximo: en el campeonato por los ejercicios combinados.  

Arribará mucho más potente a Melbourne 1956, la XVI gran justa. Tiene de rival principal a una joven debutante: Larisa Latynina. Se entrega, batalla, no se rinde... Mas la maravillosa atlética de la URSS obtiene la corona individual con 74.933. La sigue: 74.633, y lanza al bronce a Sofía Muratoba, compatriota de la triunfadora: 74,466.

La estrella en la clasificación general vence también en los saltos al caballo (18.833) y ejercicios a manos libres (18.732). En esta especialidad, Ágnes, con igual puntuación empata, y es la mejor en la viga de equilibrio (18.800) y las asimétricas (18.996). En la primera prueba, la de la URSS termina cuarta; en la segunda asciende al escalón plateado, con acumulados respectivos de 18.533 y 18.333. Larisa encabeza el oro de su conjunto (444.80) mientras que su más difícil oponente es la vanguardia del colectivo subtitular (444.50). En los combinados eliminados en las siguientes citas, las magyares dominan; las soviéticas, terceras.

Latynina (Jasón, Ucrania, (27-11-1934) es el segundo deportista con mayor cantidad de preseas olímpicas en el olimpismo: 18 (9-5-4). Al retirarse de las competencias, fue entrenadora del conjunto principal soviético. Ágnes Keleti es una de las más destacadas gimnastas con 5-3-2. Esta mujer le expresa a la prensa que las medallas no significan lo trascendental para ella. Por encima sitúa a la experiencia, la felicidad de practicar deportes, haber participado en los Juegos Olímpicos, y el bien que le hizo la gimnasia artística, llamada gimnástica en su tiempo, a su salud, a su vida.

Por desgracia, la brillante atleta húngara olvidó los sufrimientos que pasó por culpa de los nazis y, al dejar el deporte activo, abandonó su patria, se hizo ciudadana de Israel, donde empezó a residir. Allá creó la selección de gimnasia artística para mujeres, y falleció en ese territorio usurpado a sangre y fuego a los palestinos.