Ray Cruz: Fátima siempre sabe caer de pie
especiales
Fotos: Armando A. Cruz Torres
En menos de un año, el popular actor Ray Cruz ha sumado a su profe Manuel, de Entrega, y Miguelito, de Al habla con los muertos, un nombre de mujer en el aplauso casi unánime del público. Lo ha hecho desde las salas de teatro, sin la complicidad de la omnipresente pequeña pantalla, a base de recorrer Cuba con su escenografía a cuestas y unas ganas enormes de multiplicar la voz de Fátima.
—¿Cómo llegó Fátima a tu vida?
—Fátima llega a mi vida en la COVID, o sea, en un momento en que no tenía mucho trabajo. Entonces Ulyk Anello, que la había hecho antes como actor, me pregunta si quería que me la montara como director. Yo, por otra parte, había hecho mucho teatro, pero me debía un unipersonal, y así fue: a nuestro tiempo, a nuestro ritmo, íbamos a su casa, veníamos a la mía, hasta que se estrenó Fátima, la puesta de Ulyk, que realmente fue muy bonita experiencia y tuvo mucho éxito, aunque no creo que tanto como el que ha tenido esta, pero no por el montaje, sino por la manera en que se gestionó la forma de moverse la obra.
—¿Cuál ha sido el principal reto que te ha planteado este personaje?
—Que no tiene que ver conmigo y, entonces, es un mundo desconocido para mí, lo que pasa es que yo siempre estoy estudiando: vi series, películas; por ejemplo, Veneno, una serie española que en aquel momento estaba saliendo y me ayudó muchísimo. Trabajé en bares de transformistas, en El Divino, y así empecé a conocer ese mundillo que hay, no solo delante del escenario, sino detrás, lo que no se ve del todo, lo que está oculto y es un mundo que me empezó a atrapar; de hecho, ahora tengo grandes amigos transformistas, personas a las que admiro y respeto mucho.
—Ya has confrontado este unipersonal con diferentes públicos, incluso fuera de Cuba. ¿Qué retroalimentación has tenido?
—La conexión con el público, en toda la isla, e incluso cuando estuvimos fuera, en Mérida, México, ha sido espectacular. Hice la función 50 recientemente en Pinar del Río y en todas yo la he pasado muy bien. La verdad es esa, en todos los sentidos: bien por la retroalimentación del público y bien yo como actor. Le digo a Claudia, que es la directora conmigo en la puesta, que Fátima siempre sabe caer de pie, incluso en los escenarios más agrestes, más complicados, con menos o más luces, siempre se lleva una ovación y una retroalimentación del público muy buena. Muchos espectadores de diferentes provincias me dicen: yo siempre te he respetado como actor, pero esto es otra cosa. Hay un nivel de seriedad muy fuerte en este trabajo, y eso habla mucho de lo que estamos haciendo con la obra. Y estadísticamente, si de 50 funciones, 50 recuerdos de reacciones han sido positivos, estamos por el buen camino.
—¿Cómo explicas esa profunda conexión de Fátima con los espectadores?
—Yo creo que eso tiene que ver con cada público, pero también con el respeto que Fátima le expresa desde el minuto cero al espectador. Desde que se oye la voz en off, y en vez de ser una voz grabada, quien pide que apaguen los teléfonos y tal, es Fátima, ya la gente empieza a conectar con el personaje de una manera diferente. La obra empieza con dos textos, uno de cuatro oraciones, y después otro de siete. En el texto tres, Fátima tiene al 85 por ciento del espectador del lado de acá. A tres minutos de función, ya Fátima domina a todos los espectadores o a la gran mayoría y, con eso, ya ella gana. Por eso empieza a ganar conexión, porque a los tres minutos, yo, como actor, sé que si el público en ese momento reacciona de esa manera, puedo hacer en adelante lo que quiera. Hasta ahora, siempre ha funcionado, pero te repito: partiendo del respeto. Somos muy respetuosos y eso el público lo nota y, como lo nota, se deja llevar.
—¿Cuántas lecturas y mensajes encierra esta historia, más allá de una persona que se siente en el cuerpo equivocado?
—Fátima no es más que un pretexto, y esto del cuerpo equivocado es algo que le duele a ella y a dos o tres espectadores por función, y las funciones se llenan bastante. Encierra muchas historias, muchos mensajes, porque lo que conecta realmente a Fátima con el público es que, aunque tú estés conforme con tu cuerpo, todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos estado inconformes con el país en que vivimos, hemos amado a una persona al punto de hacer mil locuras, amamos a nuestra madre; a todos, o la gran mayoría, alguna vez nuestro padre nos regañó de una manera que nos dolió mucho, y si no nos pasó a nosotros, tenemos una amistad, un vecino, un conocido que fue golpeado o abusado por su padre. Son puntos que toca Fátima y que afectan al ser humano, no solamente en Cuba, sino en el mundo.
«Tuvimos una experiencia en México que fue muy favorable, porque pensábamos que nada de esto iba a conectar, pero todo conectó y, claro, nos dimos cuenta de que los sentimientos son los mismos, que son lecturas que le sirven a todo el mundo, pero repito: siempre desde el respeto, el estudio, porque no paramos de estudiar, y Fátima en cada puesta se va superando, porque yo sigo viendo que hay muchas cosas que pueden ir variando en dependencia del público, pero siempre con mucho respeto, y si yo siento que hay un día en que la gente engancha más con alguna de todas estas cosas que te estoy contando, pues ese día le pongo más hincapié a esa parte de la obra».
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