Por fin asciende muy alto el quetzal: París 2024

La guatemalteca Adriana Ruano se preparaba para las eliminatorias de gimnasia artística de su país relacionadas con el Mundial del 2011, el corazón puesto en Londres 2012. Le ha puesto dinamita a este salto cuando ... ¡el estallido! El dolor es daga lacerando su columna. Peor será el nacido del diagnóstico médico. La lesión es de altísima gravedad: debe decirle adiós a su gran amor. La invade el llanto.
 
París 2024. De nuevo las lágrimas la rodean este 31 de julio. Son distintas, muy distintas. ¡Adriana Ruano Oliva, primer campeón olímpico en la historia de su patria! Se ha impuesto en la fosa con 45 blancos de 50 intentos, mejor que la marca anterior del clásico. Vino con la conquista del cetro panamericano en Santiago de Chile. No bastaba para convencer a los expertos ni amilanar a la italiana Silvina Stanco y la australiana Penny Smith, a quienes lanzó hacia el subtítulo y el tercer puesto.

Un día antes, su coterráneo Jean Pierre Briol había logrado el bronce en la misma especialidad. De un tiro, dos tiradores han puesto a volar muy alto sus sueños. Su país solo tenía la presea de plata del marchista Erick Barrondo en los 20 kilómetros de la gran cita del año 2012.

La gloria de la Ruano, de 28 años de edad, no cayó desde las nubes. En cuanto le dieron de alta, situó la pasión en su actual disciplina. Observaba a los practicantes, acudía voluntariamente a sus campos. Hasta de esa manera actuó en la gran justa de 2016. Su entrega, su batallar han cristalizado. ¡Y de qué manera!
 
Adriana Ruano y Jean Pierre Brol han agregado la gloria de la más importante fiesta deportiva a la América de Bolívar y Martí, tan golpeada en lo esencial, como en todos los ámbitos, por la potencia birlada por los imperios. Por eso tarda tanto. Adriana, Brol y Erick son los nuestros, como ha titulado Telesur una sección de su espacio dedicado a los Juegos con sede en la capital francesa. Aun si no lo saben a plenitud, son los nuestros, los de nuestra América.