Policromía en La Habana y Caracas

Policromía en La Habana y Caracas
Fecha de publicación: 
12 Junio 2024
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Imagen de un segmento del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, en Venezuela, 1974. Fotografía tomada de https://cruz-diez.com

Vivir en el pueblo y no ver las casas, así me pasó. Hace diez años llegué a Venezuela por el aeropuerto de Maiquetía y tropecé con ese derroche multicolor de patrones en sus pasillos, en el suelo y las paredes, y lo vi bonito, pero normal.

Después, a cada rato volvía, y supe que se trataba de Cromointerferencia del color aditivo; me fijaba en sus mosaicos pequeños bien dispuestos, en los contrastes, y en el estilo que más tarde pude identificar en otros sitios de Caracas como en la Plaza Venezuela, o en edificios comunes, incluso en artesanías, impresiones, y publicidades.

Pronto me di cuenta de que no se trataba de una decoración más, sino de arte que para los venezolanos es leyenda, motivo de orgullo. Me refiero a la obra de Carlos Cruz-Diez, que, en el caso del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en el estado de Vargas, abarca casi tres mil metros cuadrados de longitud, y resulta una experiencia de disfrute para los sentidos, también representación de una época y de la emigración.

Sin dudas, lo visto por toda la ciudad no es simple ornamento de un área de tránsito, sino un trabajo bien calculado, diseñado y ejecutado, que, como todo arte callejero en esa ciudad, desentona —para bien— con un entorno color cemento y ladrillo porque, en realidad, Caracas encanta con otros atributos y no por el matizado de sus fachadas.

La instalación en suelo y paredes de dicha terminal aérea es Patrimonio Cultural de ese país, es una obra distintiva que combina arte y arquitectura, y logra sorprendentes gamas de colores resultantes de la combinación de otros, dependiendo del ángulo y la iluminación que reciba. Desde 1978 constituye símbolo de Venezuela en tonos amarillo, negro, rojo y azul, que se encuentran bien dispuestos y, por tanto, estimulan y dan la sensación de movimiento, aunque el espacio es estático.

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Fotografía tomada por la autora

Sin embargo, no fue hasta muchos meses después cuando, de casualidad, y ya aquí en La Habana, me reencontré con una obra de este creador bolivariano considerado uno de los grandes representantes del arte contemporáneo, óptico y cinético, más allá de Latinoamérica. Se trata de Inducción cromática, ubicada en ese espacio, también de paso, que queda donde se acercan las avenidas de los Presidentes, Salvador José Zapata, Independencia, y Salvador Allende.

Estos arcos fueron emplazados en 1999, a propósito del aniversario 40 de Casa de las Américas. Nos acompaña desde entonces, y se ha mimetizado tanto con el entorno urbano, que a veces caminamos por ahí y ni nos percatamos de estar ante una obra de valor para el mundo, emblemática desde su concepción. Una vez advertida, consigue el objetivo de su creador, más allá de los principios estéticos: ser un acontecimiento que evolucione, cambiante gracias al tiempo, el espacio, la luz, y la distancia e interacción de quien observe. De ese modo, cada experiencia es única.

El monumento posee los colores de nuestra bandera, y sus semi arcos fueron construidos en hormigón armado, para luego estamparle fragmentos de cerámica y láminas de aluminio. Se encuentra en un espacio entre árboles, un poco aislado del transeúnte por su ubicación entre calles rápidas, lo cual hace que la interrelación sea únicamente intencionada, no fortuita.

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Fotografía tomada por la autora

En realidad, no es un paisaje difícil de ver porque posee grandes dimensiones, pero nos sucede que la vista se nos adapta a lo cotidiano y llega el momento en que no prestamos atención a los detalles del camino. El legado de Cruz-Diez en La Habana contrasta con el cielo de fondo, el verde de los alrededores, el gris del asfalto y sus propios blanco, azul, rojo y negro en tres piezas que emergen de la tierra y que nos recuerdan un teclado de piano.

Se muestra ondulado y me parece que nos sugiere melodía suave sin fin. Y esta es una cualidad de la obra del venezolano: insinuar movilidad a través de la forma y el color. Inducción cromática es un conjunto escultórico que demuestra, además, su sensibilidad por la música. Muchas veces Cruz-Diez dijo ser melómano, y que por eso sus recreaciones tienen ritmo.

Se trata de una instalación contemporánea que se acentúa por su diseño sencillo y agradable, tal como es la obra de este artista visual, con una estética singular que sobresalió, desde temprano, por su carácter innovador, experimental, por su interés en hacer del entorno un sitio de arte donde pudieran converger con armonía espectador y creación. En este momento no se encuentra en buen estado de conservación porque ha perdido algunas piezas de cerámica, sobre todo en la base de cada arco, y también muchas de las planchas metálicas se ven un poco deformes. Se impone un urgente trabajo de restauración.

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Fotografía del artista tomada de https://www.despiertaymira.com

Cruz-Diez entendía que su trabajo no estaba completo sin la intervención del público. Además, guiado por su fascinación en estudiar el cinetismo, fue un apasionado de la arquitectura y el urbanismo, con una huella creativa indeleble en ciudades importantes del mundo, entre ellas, La Habana, donde dejó evidencia de sus patrones y de su obsesión por el color.

Por esa inquietud, durante su prolífera carrera, Cruz-Diez sentó un precedente que lo llevó al éxito, a destacar entre los demás. Y esto se debe a que manejó conceptos pictóricos que consiguieron revolucionar las técnicas tradicionales empleadas hasta entonces. Fue significativo su aporte gracias, también, al manejo de nuevas formas de conocimiento a través de la física del color, influenciado por corrientes como el impresionismo, el cubismo, el fovismo, y el constructivismo —según manifestara el propio artista, quien, de igual manera, incursionó como profesor, diseñador gráfico, e ilustrador.

Cruz-Diez fue un valioso artista contemporáneo, no solo para Venezuela, fue universal, y durante muchos años trabajó para inundar de arte el paisaje urbano y cotidiano porque creía en el papel transformador que podía tener para la sociedad. Como genio de la visualidad, le encantaba jugar a desafiar la mirada y a conseguir efectos inesperados por la inestabilidad que hallaba en el color. Por ello se concentró en líneas de investigación como Fisicromías, Inducción cromática, Cromointerferencias, y Transcromías.

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