Otro noviembre por los derechos de los niños y las niñas
especiales
Fotos: Antonio Hernández Mena, fotógrafo de la Asamblea Nacional del Poder Popular
El Hemiciclo del ala sur del Capitolio de La Habana "es un salón hermoso, hecho para reunir a personas importantes, a los que hacen las leyes", me comentó este lunes 20 de noviembre uno de los niños cubanos que se reunieron allí para hablar de derechos.
La primera palabra, la que rompió el hielo, fue respeto: "Los niños sí tenemos derechos y se reflejan en respetarnos de la forma en la que somos", expresó una pionerita de la escuela secundaria básica José Martí en la primera intervención de un debate que devino clase magistral para nosotros, los adultos con tanto por aprender y crecer para estar a la altura de nuestros niños, niñas y adolescentes.
En esa disposición se sumaron a la celebración del Día Mundial de la Infancia Ana María Mari Machado, Vicepresidenta de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Aylín Álvarez, Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas, entre otros diputados al Parlamento Cubano y representantes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Cuba.
Lo mejor de esta historia es que UNICEF Cuba prevé multiplicarla en 11 provincias del país durante la jornada que se extenderá hasta el próximo 24 de noviembre, pues aunque este aniversario de la adopción, en 1989, de la Convención de los Derechos del Niño, llega luego de la aprobación en Cuba de una nueva Política integral de niñez, adolescencias y juventudes y en medio de un proceso de actualización normativa, pequeños como Marcos siguen necesitando que se escuche su opinión, porque "a veces, tiene la respuesta a algunos problemas" y también porque "eso es un problema de adultos", resulta un argumento insuficiente para las nuevas generaciones que saben su derecho a escoger lo que prefieren.
La oportunidad de expresarse, participar en las decisiones, tanto en casa como en la escuela, son derechos de los que se habló bastante en el encuentro de este lunes, donde también nos dieron cátedra sobre el respeto a las diferencias individuales, a la privacidad y el total rechazo a la discriminación por cualquier razón: raza, religión, sexo, orientación sexual o identidad de género.
Con una claridad y un sentimiento impresionantes, hablaron de padres divorciados que no cumplen sus obligaciones y de madres que los privan del derecho a seguir compartiendo con los padres o abuelos luego de la separación, de hermanos que no tocan la puerta antes de entrar al cuarto y de compañeros o maestros que no respetan sus espacios individuales. Hablaron de bullying y de redes sociales donde los adultos no deben subir fotos sin su consentimiento.
Afirmaron que no quieren perder el derecho que tienen en Cuba a la educación y la salud gratuitas, lo dijeron sin panfletos aprendidos de memoria, con una naturalidad que conmueve. Plantearon sus inconformidades sin convertirlas en linchamiento o queja infértil, tan grandes son.
Cuando una jovencita de 14 años contó que siempre defendía a su amigo gay de las burlas de algunos compañeros y dejó claro que cada cual tiene derecho a vivir su sexualidad libremente, el Presidente Nacional de la Organización de Pioneros José Martí le dio la razón con mucho orgullo y le preguntó ¿sabes qué se aprobó recientemente? "Claro, el nuevo Código de las Familias, yo estuve allí cuidando las urnas", respondió en medio de la sala vestida de azul por los derechos de niños niñas y adolescentes.
Con razón, había expresado UNICEF en su nota a la prensa que apoya los esfuerzos nacionales por transformar normas legales, pero también comportamientos y creencias que limitan el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, pues más allá de la ley están los prejuicios que llevamos siglos alimentando y resultan un lastre para que las nuevas generaciones tengan lo que merecen: una infancia plena.
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