La venta de turnos, el mal que alimenta a las colas
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Foto: Tomada de Cubadebate
Las colas o filas, en dependencia de como se le llame a esa multitud “organizada” de entes en cada una de las naciones, no son un fenómeno de origen cubano. En todas se hacen, aunque en unas más que en otras.
En nuestro país, desde hace ya un año, como medida para frenar la propagación de la pandemia, se limitó la aglomeración de personas dentro de los espacios cerrados, por lo cual fue necesario crear colas externas para llevar un control de la cantidad de personas dentro de los comercios.
Sin embargo, el debate actual de las causas de las colas recorre en todas las direcciones: el desabastecimiento, el bloqueo de EE.UU., el reordenamiento económico, los acaparadores, los revendedores, los coleros, entre otras.
Por otro lado, bien sabemos que, en algunas ocasiones, la salida de la casa a las tiendas o mercados, aunque represente un riesgo de contagio, funciona como una excusa para “aliviar el estrés” producto del distanciamiento físico y social por la COVID-19 y el aburrimiento.
Pero la razón que más atiborra a la cola y bien molesta a una gran mayoría, provoca irritación e impotencia y hace que las personas tengan que madrugar para tratar de conseguir turnos, se ausenten o no aprovechen una jornada de trabajo, y que los productos se agoten más rápido, como por acto de magia, es la existencia fatídica de la red de acaparadores, revendedores y coleros.
Muchos, desde la base, han tratado de frenar a este grupo, como también lo han hecho y lo hacen las autoridades provinciales, aunque no es menos cierto que la tarea pasa, de vez en cuando, a un segundo plano. No obstante, lo que está ocurriendo desde hace ya un tiempo es que, por facilismo, ya es una marcada masa la que estimula a los llamados coleros.
En Facebook, pululan las páginas y grupos donde se publica dónde y qué productos hay en las disímiles tiendas, lo mismo en las de CUP como MLC. Significa una gran ayuda grupal, lo cual evidencia que esa actitud solidaria del cubano, como dar un poco de azúcar o sal, todavía existe, lo que adaptado a un nuevo contexto con el internet y el uso de las nuevas tecnologías.
Empero, es recurrente ver en algunas publicaciones comentarios donde dejan por escrito: “tengo turnos, contáctame por el privado o WhatsApp”. Los precios no siempre los hacen públicos, pocas veces se arriesgan a ponerlos.
A pesar de todo, lo que es bien insólito es ver cómo algunos que se dicen afectados por las colas hacen publicaciones para hallar a estos coleros-revendedores y poder comprar turnos o los productos. Paradójicamente, el mismo “afectado” incentiva a las interminables colas, así como también legitima al colero como un “gestor necesario”.
Para entender cómo va el problema y cómo esta es producto de quienes alimentan la cadena, el precio del turno de la cola de la tienda La Época, reinaugurada hace apenas tres semanas, según lo leído en comentarios de varias publicaciones, va por las desorbitantes y crecientes cifras de 500, 1 000 y hasta 1 200 CUP, lo que lo convierte en un negocio más lucrativo que un trabajo real.
Estamos claros de que este no es un hecho aislado: lo de los acaparadores, revendedores y coleros es otra pandemia. A veces, el ser humano se va por lo más fácil y no por lo correcto, suele ocurrir, pero algo que es inadmisible es que entre nosotros mismos nos azotemos y hagamos daño. ¿Cómo puede ser que el cubano machuque al propio cubano? ¿Por qué ese cubano no puede trabajar dignamente?
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