La ruralidad en Cuba no es paisaje
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Foto: tomada de PL
Un decir popular apunta con ironía que después de la ciudad solo hay paisaje. Sin embargo, cada uno de los millones de cubanos que alientan en un espacio rural de esta Isla está convencido de que es mucho más que paisaje lo que necesita y merece.
Precisamente por eso, la más reciente reunión del Consejo de Ministros estuvo dedicada a la necesidad de recuperar lo que se había alcanzado en los campos cubanos, donde habita un 22,9% del total de la población, según publicación de la Oficina de Estadísticas e Información (ONEI).
Los datos más recientes de la ONEI (al cierre del año 2021) ratifican que suman 2 millones 546 mil 695 los cubanos que residen en zonas rurales, en contraste con los 8 millones 566 mil 104 habitantes de asentamientos citadinos, lo cual posiciona a Cuba como un país de elevada urbanización, indica la propia oficina de estadísticas.
Los territorios más ruralizados del país, según la misma fuente, son Pinar del Río y Artemisa, así como las provincias de la región oriental, excepto Santiago de Cuba. En particular, Granma sobresale como la provincia menos urbanizada, con solo el 61% de sus pobladores residiendo en áreas consideradas urbanas.
Foto: Oscar Alfonso Sosa / ACN
Rescatar, sembrar
Considerando los datos anteriores y también la importancia de las comunidades rurales para el desarrollo del país, muy especialmente para la producción de alimentos, el tema ocupó la primera reunión del Consejo de Ministros de este año 2023.
En dicha reunión, el presidente Miguel Díaz-Canel convocó a recuperar lo que la Revolución ha desarrollado en el campo. Solo rescatando cosas que se hicieron en el campo, dijo, podemos darle un cambio inmediato, sin muchos recursos, al tema de la ruralidad. «Es un problema de ordenamiento y de rescate», subrayó.
El mandatario insistió en recuperar, aun con las adversas condiciones que hoy nos marcan, de un modo gradual y dentro de lo posible, infraestructuras existentes relacionadas con la salud, la educación y otros espacios de carácter social; y también en rescatar servicios importantes para esas comunidades, los cuales, a su vez, constituían fuentes de empleo.
En las zonas rurales se ubica parte importante de los politécnicos agropecuarios, que pueden ser vitales en la formación de fuerza de trabajo calificada para el territorio. Foto: periodico26.cu
De manera especial, como cuestión prioritaria, calificó la necesidad de desarrollar producciones agropecuarias y programas de autoabastecimiento en función de la demanda de alimentos en dichas comunidades.
Verde, que te quiero verde
Se hace difícil localizar en el ámbito digital datos públicos y actuales sobre la realidad rural cubana, al menos que posibiliten una visión panorámica.
Uno de los textos académicos más recientes sobre el tema aparece fechado en mayo del 2021, pero las estadísticas que maneja datan del decenio 2008-2018. Se trata del texto «Desigualdades sociales y ruralidad en Cuba. Los desafíos a la política social», de la Máster y profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Programa Cuba, Universidad de La Habana, Vilma Hidalgo López-Chávez.
Al menos como referente, aunque las condiciones actuales son bien diferentes a las de esa etapa, valdría tomar nota de que, entonces, las principales brechas de equidad entre las zonas rurales y urbanas se concentraban en el acceso a los servicios, los índices de niveles educativos terminados (en espacios rurales, se sobreconcentraban personas sin nivel educativo terminado o solo con el primario, entre otros indicadores afines), así como en vivienda y equipamiento (las viviendas rurales acumulaban un 54% en estado regular y malo en relación con las urbanas, que muestran un 35% en estas condiciones, en tanto sus equipamientos eran más precarios).
En un río de Baracoa. Foto: Internet
Aun dentro de los propios territorios rurales, la estudiosa señalaba diferencias entre aquellos que se encontraban en declive y los emergentes. En cuanto a los primeros, menciona el éxodo y envejecimiento demográfico, uso ineficiente de la tierra, fuerte descapitalización económica, pocos atractivos para otras actividades, escasez de infraestructuras y servicios, bajo nivel de vida, limitadas oportunidades de inserción a las políticas de desarrollo, así como de articulación a los sectores emergentes, dependencia de decisores y agentes externos, poca disponibilidad de capital emprendedor y limitada activación de sinergias locales.
En contraste, los espacios rurales que cataloga de emergentes disponían de ventajas para aprovechar las lógicas de desarrollo implementadas y evidenciaban crecimiento económico, diferentes usos de la tierra y lógicas de acumulación flexibles, movilización de sus potencialidades, articulación con las cadenas productivas locales y, mediante ellas, con sectores locomotoras del desarrollo a escala territorial, poco éxodo, así como fomento de nuevas actividades que expresaban una diversificación productiva y social.
En cuanto al transporte, por ejemplo, datos sí actuales, ofrecidos por el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, a los diputados de la Comisión de Servicios del Parlamento, el pasado 11 de diciembre, previo al décimo período ordinario de sesiones, en su novena legislatura, calificaban de «en estado crítico» ese servicio, en lo referido al Plan Turquino en particular —Programa de Atención al Desarrollo Integral de las Regiones Montañosas y de Difícil Acceso, que cumplió 35 años el pasado junio—. De las 198 rutas que debían proporcionar transportación a esos habitantes, 110 permanecían inactivas, y en las que funcionaban, la frecuencia con que estas pasaban ofreciendo sus recorridos se alargaba casi al doble.
Foto: Mailenys Oliva Ferrales
No por gusto el éxodo de los residentes en las zonas rurales hacia otras más urbanizadas es uno de los fenómenos que golpea con fuerza esa realidad, impactando particularmente en el ámbito laboral.
De ahí que el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, enfatizara durante el Consejo de Ministros mencionado en la necesidad de lograr estabilidad en la fuerza de trabajo.
En ese sentido, el sitio de la Presidencia reportó que Marrero convocó a que cuando los jóvenes salgan del campo a estudiar, regresen a él para aplicar sus conocimientos; llamó a desarrollar planes de viviendas, a mejorar la accesibilidad a las comunidades, y otros muchos aspectos que demandan de una atención priorizada y un acompañamiento constante de todas las estructuras de dirección del país.
En igual sentido, el viceprimer ministro, Jorge Luis Perdomo Di-Lella, apuntando a que los jóvenes pudieran concretar sus proyectos de vida en sus comunidades de origen, ponía énfasis en recuperar infraestructuras en esos espacios rurales y crear cada vez mayores posibilidades para los más nuevos.
Foto: jovenclub.cu
Y es que las perspectivas demográficas del campo cubano andan entre sombras. Así lo indica el Doctor en Ciencias Filosóficas Antonio Aja, sociólogo, historiador y Profesor titular del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, en el artículo «Dinámica de la población y sus interrelaciones en Cuba y sus territorios. Recomendaciones para la acción», donde, en coautoría con el Máster William Hernández, también del CEDEM, indica, al hablar de los asentamientos humanos en Cuba, que «la urgencia del tema se evidencia cuando se observa la actual estructura de la población de las zonas rurales en el país, altamente envejecidas y despobladas».
Es particularmente en la población rural dispersa y en concentraciones de población pequeñas donde tienen lugar las mayores migraciones, posiblemente hacia asentamientos rurales mayores y también a los urbanos de base.
Imagen ilustrativa. Foto: Roberto Suárez / Juventud Rebelde
Al señalar los principales grupos vulnerables ante la situación demográfica del país, es así que ambos expertos incluyen a los grupos impactados por las crecientes diferencias entre las zonas urbanas y rurales, donde el envejecimiento y la descapitalización igual son señales de alerta.
Por su parte, desde el prisma del Derecho, la doctora María T. Falcón López, profesora de la facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, apuntaba en diciembre último que «dado el momento histórico y las transformaciones que se vienen generando en Cuba, resulta imprescindible cambiar paradigmas para ajustar las legislaciones y enfocar los modelos sociales del campesinado cubano con una mentalidad encauzada en el desarrollo económico de la nación, donde los campos de la ciencia y la tecnología sean un componente directo en la sociedad para descentralizar, de hecho y de derecho, la actividad agropecuaria».
Las cubanas suman cerca del 46% de la población rural, pero solo completan algo más del 15% del total de quienes laboran directamente en la agricultura. Foto: Mailenys Oliva Ferrales
En consecuencia con estas realidades y reclamos, el Consejo de Ministros aprobó lo contenido en el documento «Revalorización de la ruralidad en Cuba». Es un programa que se propone, entre otras metas, potenciar, como parte de las estrategias de desarrollo municipal, proyectos locales que propicien nuevos empleos, doten de recursos y de posibilidades de formación a la población que habita en esos espacios, donde la identidad del cubano abonó sólidas raíces.
Díaz-Canel insistía durante la mencionada reunión en que para que los campos cubanos tributen como se espera a la producción agropecuaria, es necesario potenciar dicha función con tecnología, investigación, innovación, capacitación y formación de la fuerza de trabajo calificada, así como buscar incentivos para que esa fuerza calificada encuentre espacio y desarrollo en dichos lugares que, como indica el titular de estas líneas, no son paisaje y sí parte inseparable, primordial, de nuestra nación.
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Omar
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