La importancia de un radiecito portátil
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Radios como estos permiten incluso cargar los celulares y ellos mismos se cargan gracias a un dinamo. Foto: Internet.
No es la primera vez que escribo de este tema, pero la situación inédita que hoy vive el país ratifica con creces y con nuevos argumentos la necesidad de contar con un radio portátil, de batería, de pilas como le decimos.
Fueron muchas las personas que me llamaron para informarse porque sabían que en casa había un radio portátil y ellas no tenían ninguna posibilidad de saber sobre la situación energética ni sobre el paso del huracán Oscar.
Porque cuando no hay electricidad, ni Internet, ni teléfonos celulares con carga, y la gente ni se entera de que existe un número al que llamar por el teléfono fijo para escuchar Radio Reloj, entonces la única alternativa es el dichoso radiecito.
En esta Isla, anualmente sometida al riesgo de ciclones y huracanes, y con la inestabilidad en el suministro de electricidad, ese equipo debiera ser uno más en cada hogar.
Pudieran resultar objetos anacrónicos sobre todo para los más jóvenes, pero cuántos cubanos se informaron por radios como estos en otros tiempos. Foto: tomada de Facebook
¡Ah!, pero son varios los motivos que conspiran contra esa posibilidad. Por un lado, desde hace mucho no se ven en la red de tiendas en MLC, donde, lamentablemente, era el único circuito donde podían obtenerse; y, además, el hecho de comercializarse en esa moneda, conspira definitivamente contra su adquisición porque la mayoría de los cubanos, si lo tienen, destinan ese dinero a necesidades más perentorias.
Sin embargo, está más que comprobado que mantenerse informado en coyunturas como las que vivimos, incluyendo los huracanes, es también una necesidad de primer orden y puede marcar, incluso, la posibilidad de salvar vidas.
Con la crisis energética que actualmente vive Cuba, poco resolvemos, por ejemplo, si la televisión cubana transmite una programación especial o si la Presidencia de la República emite mensajes sistemáticos en las redes sociales.
Qué bueno sería que en circunstancia similares, existiera en la radio algo así como El Minuto de la Presidencia, donde Radio Reloj u otras emisoras, o una transmisión conjunta, dedicara cada hora un minuto a reproducir esos importantes mensajes.
También sería útil que la radio multiplicara las comunicaciones más importantes publicadas en las redes sociales por fuentes confiables e importantes como ministerios, periodistas notables, el Instituto de Meteorología, la Defensa Civil y otros emisores.
Pero para que todos los cubanos pudiéramos tener acceso a esas informaciones –e información es poder- sería necesario que al menos cada núcleo familiar contara con un radio de batería, el cual podría venderse por la libreta de abastecimiento o como se vendieron aquellos módulos de cocción.
Y esas ventas, a precios accesibles; no para obtener un 500% de ganancia ni mucho menos, sino para dar respuesta a una necesidad vital. Para el Estado no sería esta una inversión superflua, tampoco una gran inversión.
No pocos cubanos de la región oriental se enteraron solo horas antes de que se les venía arriba el huracán Oscar, porque llevaban tiempo sin fluido eléctrico cuando el fenómeno meteorológico enrumbó en esa dirección convertido ya en huracán.
Justo en el momento de redactar estas líneas, un comunicador pedía por la televisión cubana al informar en una revista especial sobre los daños ocasionados por Oscar, que “si usted está viendo esta transmisión, comuníquele al vecino, al amigo cercano, lo que aquí supo”.
Si existieran radios, y si las transmisiones radiales fueran lo suficientemente ágiles, de ser posible en tiempo real, ese pedido no fuera necesario.
Es sabida la crítica situación que el país y sus habitantes vivimos, pero cuando se trata de informar para proteger vidas, ningún gasto, ningún esfuerzo, es de segundo orden.
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Mirta María Nuñez Gudás
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