La guinda de un pastel con sabor a Marte
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Musk lamenta haber ido "demasiado lejos" con algunas de sus críticas a Trump. Realización CubaSí. Imagen elaborada con IA.
Que los terrícolas alcancemos el planeta Marte ya no es una distopía, pero ahora parece alejarse cada vez más y quedar como un pendiente.
En primer lugar, están los desafíos técnicos, científicos y éticos que hoy se levantan como difícil barrera para EE.UU.
Los siete minutos de terror
A pesar de que, según Robert Zubrin, presidente de The Mars Society, Marte y la Tierra compartieron condiciones similares en sus inicios, los retos técnicos para que los humanos aterricen en ese cuarto planeta del sistema solar son enormes.
Desde la complejidad del aterrizaje, la exposición a radiación, la necesidad de sistemas de soporte vital confiables hasta las capacidades de propulsión, según enumera Amit Kshatriya, administrador adjunto del programa Moon to Mars de la NASA, quien precisa que tales desafíos requieren avances significativos en múltiples áreas tecnológicas.
Imagen ilustrativa tomada de infobae.com
Entre los mayores desafíos técnicos se encuentra la exposición a la radiación, porque allí se carece de una atmósfera densa y un campo magnético global, lo cual vuelve a los astronautas vulnerables a rayos cósmicos y radiación solar.
Es así que, según la NASA, un viaje de ida y vuelta a Marte expondría a los astronautas a niveles de radiación que superarían los límites seguros para su vida. A tal punto es el peligro, que exploran alternativas como construir refugios o la creación de hábitats subterráneos.
A lo anterior se agrega que aterrizar en el llamado planeta rojo igual entraña un gigantesco porque su atmósfera solo cuenta con un 1% de la densidad de la atmósfera terrestre, complicando así el uso de paracaídas para desacelerar las naves.
En consecuencia, la NASA califica este proceso como los “siete minutos de terror”, en los que un control extremadamente preciso marca la diferencia entre la vida y la muerte.
Foto: NASA
A tales complejidades hay que sumar que esas posibles futuras misiones requerirían bajar a suelo marciano cargas muy pesadas, de más de 20 toneladas, lo cual igual demandará nuevas tecnologías como la retropropulsión, actualmente en desarrollo por SpaceX.
Y, por si fuera poco, se suma el cómo garantizar los sistemas de soporte vital para la vida en Marte ya que deben ser capaces de proporcionar oxígeno, agua, alimentos y reciclaje de desechos durante meses o incluso años.
La guinda de un pastel marciano
Pero suponiendo que el desarrollo tecnológico posibilitara poner a punto todos esos requerimientos y otros no mencionados, en estos últimos días ha emergido la principal barrera para que los terrícolas logren llegar a Marte: los encontronazos, aparentemente insolubles, entre Trump y Elonk Musk.
Imagen: Internet
No vale aquí, por muy divulgados, un recuento pormenorizado de los choques y desencuentros, que casi han llegado a ser solariegos, entre ambos magnates; uno, el presidente de EE.UU., el otro, el magnate más rico del mundo , CEO de la red social X –antes Twitter- , dueño de Tesla, cofundador de Neuralink y OpenAI. y quien fuera hasta hace muy poco ex consejero superior del mandatario estadounidense.
Mas hay un cargo de Musk que en este caso de Marte resulta absolutamente determinante: Es el fundador, consejero delegado e ingeniero en jefe de la empresa SpaceX.
Sucede que Musk, a través de SpaceX, que tiene contratos con el gobierno de EE.UU., lidera actualmente los esfuerzos privados y en colaboración con la NASA para llegar a Marte, con su nave Starship que es el vehículo clave del proyecto, y también para misiones a la Luna.
Entre los “trapos sucios” –algunos parece que infundados- y la chusmería desatada entre los dos magnates que hasta hace muy poco se abrazaban casi como parientes, resalta una de las reacciones de Trump, quien declaró que
para "ahorrar miles de millones", considera cancelar los contratos y subsidios federales de Elon Musk, incluyendo los de SpaceX , y esos contratos resultan esenciales para lanzamientos, para Starlink y para la nave Crew Dragon hacia la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés).
La Crew Dragon, de SpaceX, es la primera nave espacial de propiedad y operación privada que es certificada por la NASA para vuelos espaciales tripulados. Imagen: tomada de xataka.com
Si eso se consumara, ¿cómo traer de vuelta a los astronautas que ahora están en ese laboratorio orbital girando en torno a la Tierra a unos 400 km de altitud, y que constituye es de los mayores logros de cooperación internacional en la historia espacial? Porque la Crew Dragon es actualmente la única nave estadounidense operativa y probada para llevar y traer humanos a la ISS desde que en 2020 reemplazara a las naves rusas Soyuz.
Y Musk parece que estuvo bien rabioso luego de las advertencias que le hiciera Trump sobre “graves consecuencias” si se decide a financiar campañas demócratas, que amenazó con correr a desarticular la nave Dragon : “@SpaceX comenzará a desmantelar su nave espacial Dragon inmediatamente” .No obstante, luego le dio marcha atrás a la perreta: "Bueno, no vamos a desmantelar Dragon“, reculando a raíz de los anuncios de Trump de cancelar sus contratos gubernamentales.
Foto: tomada de cadenaser.com
SpaceX, que tiene a su cargo el 84 % de lanzamientos de satélites, es hoy esencial para la NASA y el Pentágono, con este escándalo en el ciberespacio y ciberespacial, pone en riesgo un grandísimo volumen de contratos: cerca de 22 mil millones de dólares relacionados precisamente con misiones espaciales que incluyen Marte.
Y si este conflicto Trump-Musk sigue escalando, como vecinas gritándose de balcón a balcón improperios que ya alcanzando los cielos, las aspiraciones de que los humanos alcancen Marte pueden retrasarse significativamente, posponiéndose quién sabe para cuál martes por venir.
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