Estados Unidos y el viejo «globo» de la internet para Cuba
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El Senado de Estados Unidos aprobó el pasado martes la enmienda #3097 a la Resolución de Presupuesto del Senado que requiere que la Administración Biden facilite el acceso libre, abierto y sin censura a Internet para los cubanos en la isla.
Presentada por los senadores estadounidenses Marco Rubio (R-FL) y Rick Scott (R-FL) la enmienda propone crear un Fondo de Reserva Neutral de Déficit (DNRF, por sus siglas en inglés) en el próximo proyecto de ley de reconciliación que se utilizará para desarrollar y desplegar la tecnología existente en la Isla.
En aras de justificar su petición el senador Marco Rubio, el Miembro de Más Alto Rango del Subcomité sobre Hemisferio Occidental, Crimen Transnacional, Seguridad Civil, Democracia, DDHH y Asuntos Globales de la Mujer; afirmó:
«He estado resaltando la importancia del acceso al internet para el pueblo de Cuba desde que comenzaron las protestas históricas hace un mes. La represión por parte del régimen, deja en claro la necesidad de actuar ya. Afortunadamente, la tecnología existe para proporcionar conectividad desde globos y otros métodos directamente a quienes no tienen acceso al internet. Ya habían esfuerzos en curso bajo la Administración Trump para hacer exactamente eso, pero la Administración Biden no está actuando en esos planes. El pueblo de Cuba no puede permitirse más demoras. Es tiempo de actuar».
Por lo visto, el senador anticubano padece de amnesia.
El cuento de darle más internet a Cuba nada tiene que ver ni con ofrecerle más información al pueblo, ni salvar a la Isla de los efectos con la pandemia, ni con que el «régimen dictatorial» de La Habana haya interrumpido la conexión con la red durante los pasados disturbios que tuvieron lugar el pasado 11 de julio.
De lo que se trata realmente es de llevar a cabo el viejo plan de utilizar a las nuevas tecnologías como armas de subversión contra Cuba, estrategia que tiene sus orígenes en el llamado Plan Bush, un engendro creado en Washington durante la administración W, para destruir a la Revolución Cubana.
Después del fracaso de la guerra radio electrónica en tratar de inventar y legitimar, -léase «sembrar»-, una «oposición», sucesivas administraciones norteamericanas apostaron por el uso de las muy atractivas, sobre todo para los jóvenes, nuevas tecnologías de la información.
Además de financiar programas para captar a jóvenes cubanos «desafectos» para permitirles un mayor accionar civil y político en apoyo a la democracia y los DDHH en Cuba, el Plan Bush proponía entre sus acápites:
- «Es muy importante que los grupos de la sociedad civil cubana independiente continúen obteniendo mayor acceso al equipamiento moderno básico para ayudar a expandir la distribución de información independiente y facilitar las actividades en favor de la democracia».
- «El acceso continuo a esos tipos de equipamientos ayuda a que la sociedad civil en CUBA disemine la información al pueblo cubano y contrarreste las gestiones del régimen para mantener su garra sobre el pueblo cubano mediante el control exclusivo de todas las formas de comunicación».
En su discurso sobre la política de EE.UU. hacia Cuba del 24 octubre 2007 el presidente Bush afirmó: Hoy, también repito mi oferta de otorgar licencias a grupos basados en la fe y ONG de Estados Unidos para que proporcionen computadoras e Internet al pueblo cubano… si los gobernantes cubanos acaban con sus restricciones al acceso a Internet. Ahora que el pueblo cubano tiene acceso libre a computadoras, también debe tener acceso libre a Internet. El gobierno cubano debe demostrar que respeta, de palabra y de hecho, las libertades fundamentales. Ello incluye la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad de prensa...
Para cumplimentar tales propósitos fue envido a la Isla el contratista al servicio de la USAID, Alan Gross, quien fue arrestado en diciembre de 2009 por intentar poner en funcionamiento, con fines subversivos, tecnologías de telecomunicaciones a Cuba.
Poco después de abandonar la presidencia, el Institute George W. Bush copatrocinado por Freedom House, organizó «El encuentro de Ciberdisidentes» en la Southern Methodist University, que se centró fundamentalmente en dos desafíos, el de: «Cómo hacer que las nuevas herramientas de Internet y las tecnologías inalámbricas sean puestas en manos de los disidentes», y en el de cómo «limitar el uso de esas mismas herramientas en manos de los enemigos de la libertad».
De acuerdo con las declaraciones iniciales de James Glassman, director ejecutivo del Instituto George W. Bush, la conferencia efectuada en 2010 contó con la presencia de disidentes de «talento y coraje» de todo el mundo - incluido un cubano - que utilizaban las herramientas que permite la tecnología Internet en su importante labor de promoción de la «democracia y la libertad».
Ese mismo año 2010 la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) creó ZunZuneo una red social en línea y un servicio de microblogging diseñado para usuarios residentes en Cuba. Según explica al respecto Wikipedia: El gobierno de los Estados Unidos desarrolló en secreto esta red para socavar al gobierno de Cuba mediante una estrategia que buscaba alentar a la juventud cubana a unirse a la disidencia, fomentando una «Primavera cubana» inspirada directamente por la Primavera Árabe.
La operación, que resultó un fracaso, atrajo a decenas de miles de suscriptores que desconocían que el programa estaba dirigido por una entidad del gobierno estadounidense hasta que finalizó en 2012 cuando se agotó el financiamiento.
Aunque la denuncia de la existencia de Zunzuneo fue realizada por la agencia AP durante la administración Obama, el gobierno de quien fuera considerado por algunos como el primer ciberpresidente de la historia, heredó, por inercia o la bajo presión de la mafia anticubana de Miami, el proyecto de Bush de utilizar la internet como arma de guerra contra Cuba. Una prueba de ello es que donde único no tuvo reparos para flexibilizar el bloqueo fue en el área de las telecomunicaciones.
Entre sus políticas para mejorar su relación con la isla sobresalía «autorizar a los proveedores de telecomunicaciones estadounidenses a realizar acuerdos para establecer instalaciones de telecomunicaciones de fibra óptica y satélite entre Estados Unidos y Cuba».
Y vale recordar que el actual presidente, entonces vicepresidente, Joe Biden, recibió en la Casa Blanca, como si se tratase de toda una heroína, a la cibermercenaria, Yoani Sánchez, otra criatura de la administración Bush.
Durante la era Trump, en febrero de 2018, bajo la dirección del Departamento de Estado de EE.UU., se anunció la creación del grupo de trabajo (Task Force) para la internet en Cuba.
Y justo el mismo día en que se implementaba en la Isla el acceso a Internet en los teléfonos móviles tuvo lugar en Washington la segunda reunión pública de dicho grupo, donde volvió a repetirse la seguidilla de promover «el flujo de información libre y sin regulaciones hacia Cuba y dentro de la isla».
Dicho encuentro se efectuó pocas semanas después de que se diera a conocer, en los documentos presupuestarios de la Oficina de Difusión de Cuba, uno de los integrantes del Task Force, el propósito de usar cuentas cubanas de Facebook «nativas» y «sin marca», para difundir contenido creado por el gobierno de EE.UU. sin informar a los usuarios cubanos de Facebook.
De acuerdo con declaraciones realizadas en la mencionada reunión por el entonces director de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB, por sus siglas en inglés), Tomás Regalado —quien se opuso en el evento a aliviar el bloqueo tecnológico de Estados Unidos, causa fundamental de las limitaciones de Internet en la Isla—: «En Estados Unidos hay los mejores cerebros del mundo y los recursos más amplios para no tener que contar para nada con el gobierno de Cuba, con el régimen de La Habana, para darle Internet a los cubanos».
En fin, que contrariamente a lo que afirma Marco Rubio, el cuento de «más internet para Cuba» se anticipa en el tiempo a las intenciones de Trump de, como el mismo expresidente reconoció, derrocar con la implementación de 243 medidas al gobierno de La Habana.
Ahora, para el senador anticubano, el inminente «tiempo de actuar» equivale al intento desesperado por reeditar -con mejor suerte, por supuesto-, ese otro fracaso que resultó ser la «primavera cubana» del pasado 11 de julio. La invasión de computadoras que proponía Bush en su plan debe ser consumada con un bombardeo de fake news que inciten a los cubanos a un derramamiento de sangre en las calles que justifique una intervención militar.
Por tanto, la única información, además de las reiteradas mentiras de las llamadas plataformas independientes, a favor de la «democracia y la libertad» que llega por estos días, vía internet, desde los Estados Unidos son llamados al sabotaje económico y a la violencia.
Con el consentimiento de Washington, los defensores de la «libre información» y «libertad de prensa» persisten, mediante la desinformación y manipulación, en convocar a movilizaciones violentas para subvertir el orden y romper la paz ciudadana en medio de la compleja situación que vive el país debido a la pandemia de la Covid-19.
Y para ello, quienes el pasado julio desataron, desde la Florida, el ataque de bots vía Twitter, no escatiman en costos. Una de esas páginas en internet dedicadas a mentir sobre Cuba ya sacó su cuenta de cuánto podría costar el nuevo proyecto subversivo. De acuerdo con esos cálculos el costo de la nueva acción injerencista representaría más de diez millones de dólares tan solo en materias primas, sin contar gastos operacionales. Cada uno de los globos que se usarían en la operación, con una vida útil de cinco años, cuesta 18 mil dólares y puede estar de forma continuada en la atmósfera poco más de 100 días con un costo de más de 45 mil dólares durante ese período tan solo en mantenimiento. Para proveer Internet a toda Cuba serían necesarios cerca de 500 globos.
Demás está decir que el Fondo de Reserva Neutral de Déficit en el próximo proyecto de ley de reconciliación, destinado para desarrollar y desplegar el nuevo «globo» de internet para Cuba, bien podría correr la misma suerte que los cientos de millones de dólares desperdiciados, durante casi cuatro décadas, en la mal llamada Radio TV Martí.
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Comentarios
enrique
Un cubano más
Carlos de New York City
Aurelio
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