Escaramuza de pensiones en Francia
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Fotografía tomada de Internet
Desde 2018 Francia no vivía una crisis de tan importantes dimensiones cuando la revuelta de los chalecos amarillos entró en apogeo. Esta, cada vez, escala más en la inconformidad, en la preocupación popular. El gobierno de Emmanuel Macron impulsó con mucha fuerza la reforma de la jubilación hasta que quedó aprobada por decreto presidencial ante la falta de la mayoría suficiente de diputados a favor, exacerbando así un clima de verdadera tensión política y escándalo social.
El camino no fue fácil para que el proyecto tuviera luz verde, sufrió sus altibajos, desde el inicio enfrentó el rechazo de un pueblo molesto, pero finalmente ya es un hecho y Macron afirmó su entrada en vigor prevista para el 1 de septiembre de este año 2023, gradualmente hasta 2030, sumándole la exigencia de al menos 43 años de trabajo para tener derecho a una pensión completa.
Un detalle que no se puede pasar por alto es que el presidente francés y la primera ministra Elisabeth Borne pasaron por encima del consentimiento parlamentario y decidieron usar los poderes constitucionales para aprobar el proyecto de ley al invocar el artículo 49.3 de la Constitución. Se trata de un mecanismo que prácticamente le otorga todos los poderes al Gobierno francés.
Recordemos que también la oposición presentó mociones de censura que fueron rechazadas.
Fotografía tomada de https://www.elprogreso.es
Pareciera que la reforma fue admitida por los pelos en un ambiente reñido, espinado, y de constante repudio, y que, además, fue manejado de manera rara, sin consenso de la Asamblea. Analistas resaltan la falta de claridad en el proceso. Sin embargo, el camino apenas interesa ya, el ejecutivo lo celebra como victoria mientras las personas en la calle no dejan de expresar sus inconformidades y se organizan para no dejar enfriar el tema y exigir que sean escuchadas sus demandas.
Por supuesto es un tema sensible. Cada vez el francés debe esperar más tiempo para retirarse y le resulta difícil mantener las expectativas de calidad de vida después de tantos años de trabajo. De la reforma de jubilación consideran que es injusta, cruel, y que no se justifica.
Por eso, para elevar la presión, salen a las calles a protestar, hacen huelgas, bloquean el tráfico, detienen actividades fundamentales. También los sindicatos planean movilizaciones multitudinarias, acciones de todo tipo para llamar a la consciencia. Los más afectados son, como siempre, las clases más humildes, los trabajadores que esperan con ansias el momento de cesar su vida laboral para dedicarse a otras funciones, de descanso, esparcimiento, de contacto familiar, para sentir que tantos años de trabajo tuvieron un objetivo y no que cada vez se lo prolongan más, sin argumento sólido.
Tienen el apoyo de la oposición, pero sobre todo alzan sus voces los afectados por cuestiones de humanidad. Mientras, los desafectos al gobierno alegan que la gestión de Macron languidece, que no ofrece apoyo a sus votantes y eso tensa el ambiente, ya complejo desde hace un tiempo.
La oposición desprecia públicamente al presidente francés, y en sus análisis resaltan que es arrogante y sufre constantemente de falta de contacto con la realidad. Además, destacan el alto costo político de sus disposiciones que pasan por encima de la inconformidad de la mayor parte de los ciudadanos. En tal sentido, la ultraconservadora Marine Le Pen responsabiliza a Macron de empujar al país hacia un “estallido social” con su polémica reforma.
Fotografía tomada de https://www.sfchronicle.com
Así, el futuro político y social inmediato no hay manera de predecirlo. Al mismo tiempo se ausenta de la mesa una estrategia que intente calmar los ánimos: una tarea difícil porque lo único que contentará a las masas es que se derogue la iniciativa y que escuchen de verdad las necesidades de los franceses.
Por tanto, caldeado el escenario, continúan las protestas y los disturbios que suben de tono y se convierten en enfrentamientos entre ciudadanos y agentes del orden, con gran cantidad de detenidos y heridos. La situación en las calles parece estar lejos de aliviarse y Macron se dirige a Francia para intentar solventar uno de los periodos más difíciles de su presidencia prometiendo no ceder en su objetivo de impulsar la controvertida medida y asegurando que es necesaria debido al creciente envejecimiento de la población, y al posible colapso del sistema estatal de pensiones. De este modo afirma que podrán garantizar que las poblaciones jóvenes no tengan que asumir la carga de financiar a las generaciones mayores.
No obstante, crece el descontento social, la gente a penas lo quiere escuchar. Quieren que recapacite sobre sus políticas, pretenden su dimisión o cambios significativos en su manera de gestionar el país europeo, nueva Asamblea Nacional, y referendo de consulta popular sobre la reforma de pensiones.
Por lo pronto se esperan jornadas convulsas con miles de personas en las calles. Expertos temen un estallido de violencia y que la presencia de elementos radicales infiltrados pueda desvirtuar los objetivos de las manifestaciones, además de la actitud en extremo represiva de las fuerzas de poder.
Fotografía tomada de https://www.lasexta.com
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