Es solo un pezón

Es solo un pezón
Fecha de publicación: 
25 Mayo 2024
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Imagen principal: 

Pintura anónima del siglo XVI titulada Gabrielle d'Estrées y su hermana, tomada de https://historia-arte.com

Siempre me pregunto qué nos sucede con el desnudo, sobre todo con el femenino. Y no es que me encante andar sin ropas, mucho menos en público, porque soy pudorosa, prueba de que mi psiquis reacciona como la mayoría. No obstante, cuando logro aterrizar me pregunto por qué nos escandaliza tanto ver un pezón, cuando todos tenemos, nos los vemos y los sentimos todo el tiempo. Busco respuestas.

¿Qué nos sucede? ¿Por qué nos ruboriza? ¿Por qué rehuimos, nos refugiamos, nos escondemos, cuando, al mismo tiempo, nos fanatiza? Sí, porque no solo lo cuidamos, también lo veneramos.

Desde tiempos remotos el cuerpo humano ocupa un lugar importante en nuestras obsesiones. Prueba es el arte, por ejemplo. ¿Cuántas pinturas no tienen como centro de su atención la figura de hombres y mujeres? Sucede lo mismo con otras manifestaciones.

Recordemos que la función del arte es exteriorizar inquietudes, sentimientos y percepciones, y conectarnos con el mundo que nos rodea. Así que, de acuerdo con la evidencia, entendemos que ya en la prehistoria se le dedicaba un espacio a recrearnos.

Entonces, pensemos en cómo en el medioevo eran representados esos cuerpos. Veremos la fuerte influencia de la religión que entendía el desnudo como obsceno y un raro vínculo con la imposibilidad de llegar a Dios. Y aunque existió gran figuración, muchas miradas solían ser como de culpa, de castigo. Y luego fue peor, cuando se comenzó a esconder, y hasta destruir. De esto hablaremos.

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Fotografía tomada de https://www.ramonacultural.com

Se nos olvida que al principio de todo el hombre primitivo andaba sin ropas, o con escasa, hasta que fue una necesidad, y después, una obligación. Y es cierto que andar vestidos está bien, nos protege, nos acicala, pero lo llamativo es que hoy nos espanta su ausencia. Si vemos de casualidad un trozo de piel, hasta podemos satanizar al sujeto.

¿Por qué lo sexualizamos todo? Si en realidad lo erótico está en nuestras mentes, y lo que para uno es sensual, no tiene que ser de ese modo, necesariamente, para los demás.

¿Por qué nos dicen que solo los de las mujeres provocan? ¿Acaso el pezón masculino no despierta deseo? Pudiéramos hacer una encuesta y comprobaríamos que sí, para muchos es libidinoso. Quiere decir que tal apreciación es errada, también es machismo.

En redes sociales como Instagram y Facebook, a través de algoritmos de reconocimiento, son censurados contenidos donde es visible un pezón de mujer, no importa si es con fin didáctico o estético, siempre obliga a eliminar o pixelar ese pequeño fragmento. Así lo demuestra la imagen anterior de un fragmento de la Fuente de Palas Atenea (1902) ubicada en el Parlamento austriaco, en Viena, y publicada tachada en Internet, tal y como ha sucedido con tantas otras como la Venus de Willendorf, la primera escultura del mundo conservada, y que ni siquiera está bien definida, salvo por sus pechos enormes en un cuerpo regordete.

Y vuelvo, ¿qué tiene de malo el pezón femenino? ¿Qué tabúes le rodean? Me parece un miedo irracional, demasiado púdico quien lo ve como una ofensa, como una invitación ¿a qué? El arte es subjetivo y cada quien lo interpreta a su modo, pero la expresión artística no debería ser tan compleja, interesada, ni, sobre todo, parcial en cuanto a los significados que le atribuimos a unos y no a todos. Me refiero tanto a la cuestión de género como al contexto. Por ejemplo, no es visto de igual modo una mujer amamantando que otra, simplemente, desnuda y leyendo, digamos. ¿Por qué?

¡Ah! pero, entonces, en el siglo XVI era normal ver las iglesias adornadas con imágenes hípersensuales. Aunque esto duró poco y el mismo poder eclesiástico se encargó de criticar tanto sex appeal y relacionarlo con lo pecaminoso, al punto de mutilar el arte. Supongo que ahí se originó este fenómeno de percepción selectiva entre hombres y mujeres porque para la religión la mujer es una incitadora. Recordemos la metáfora de Eva ofreciéndole la manzana a un Adán inocente —dicho con ironía.

Y toda esta revolución provocada por las mujeres ocurre mientras los hombres continúan a salvo en redes, en medios, en productos culturales, y en la vida real. Se explica por sí solo y tiene que ver con la cosificación de mi género, un comportamiento tan arraigado como manido.

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