Entrega, amor y fe para Matanzas
especiales
Que a nadie se le ocurra en este momento aprovecharse para manipulaciones, ni politiquerías, ni para darle vida a pájaros de mal agüero o mentiras de patas cortas, al menos no en mi muro de Facebook, no en mis chats, no delante de mí, me da igual si son ingenuos o bien pagados, hoy duele demasiado mi ciudad, mi gente.
Estoy preocupada, triste, ahora mismo la lágrimas van y vienen como locas. Siento impotencia por no estar allí haciendo algo, ayudando en algo, consternación y miedo por los que sí están.
En Matanzas vive la mayoría de los amores de mi vida, allí están mi hijo y mi madre (a salvo, afortunadamente, pero la distancia atormenta, demasiado). Allí mismo, en "la caliente", hay colegas que respeto y quiero. Duele mucho, desgarra...
En este minuto solo puedo confiar en quienes hacen, desde el terreno, todo lo humanamente posible, incluyendo, por supuesto, a la dirección de la provincia y del país.
Aquí, solo acepto solidaridad, plegarias al dios que ustedes quieran, pero rezos sinceros y con buenas vibras. Cuando te duele tanto el alma, la tolerancia tiende a cero.
Gracias infinitas a quienes no necesitaban esta advertencia, porque han pasado la madrugada latiendo con los míos, con Matanzas y con Cuba, bien sofocando el fuego, reportando, decidiendo, curando, atentos para poner su granito de arena o simplemente rezando...
El optimismo se hace esquivo, prácticamente imposible en estos momentos, pero la mente positiva y las buenas vibras resultan imprescindibles. A odiar o maldecir váyase a otra playa, la Bahía de Matanzas hoy solo necesita entrega, amor y fe.
Añadir nuevo comentario