El reloj del planeta no se detiene

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El reloj del planeta no se detiene
Fecha de publicación: 
12 Marzo 2024
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Imagen tomada de https://www.ecuavisa.com

Seis años nos quedan para cumplir los retos que nos establecimos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, acordados en 2015 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como un plan de acción a favor de la salud del planeta, y de nuestra propia supervivencia.

Sin embargo, cuando analizamos que ha transcurrido más tiempo del que resta, y los logros son bajos, comprendemos que seguimos muy lejos del propósito, y que, quizás, tengamos que plantearnos extender el plazo o cambiar los objetivos; eso, si queremos que la especie humana no se extinga por la hecatombe ambiental que parece que tendremos en el futuro.

Lo que sí es un hecho es que hasta este momento no ha bastado la planificación de cuanta estrategia a derivado de eventos del ramo. Con frecuencia líderes mundiales y activistas de la sociedad civil se reúnen para evaluar resultados y el progreso del deterioro del medioambiente, y cada vez más existen mayores evidencias que sustentan la necesidad de abandonar el consumo de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo.

La respuesta a cada análisis sigue siendo la misma: migrar hacia el uso de energía renovable, verde, limpia, o sostenible, es el único camino seguro para disminuir el calentamiento global, ese que altera los patrones climáticos, el equilibrio de la naturaleza, y que, en resumen, asegura muchos riesgos para todas las formas de vida en la Tierra.

Entre las promesas no cumplidas destaca una muy importante que tiene que ver con el financiamiento para que salgan adelante muchos países no desarrollados que padecen directamente los efectos del cambio climático y que poco pueden hacer porque no cuentan con las vías para apostar por fuentes de energía renovable como la eólica y la solar, muy eficientes, pero costosas.

Mientras tanto, a las naciones más industrializadas les cuesta deshacerse de los patrones de vida consumistas que incitan el derroche de los recursos, y asumen una postura egoísta e irracional sin tener en cuenta que, aunque hoy vivan en la opulencia no podrán escapar al deterioro que llegará por igual a todos cuando el planeta alcance la temperatura de 1,5 ºC.

La agenda global climática requiere cambios urgentes como encontrar alternativas sostenibles que favorezcan concretar esa transición energética de la que tanto hablamos, y eso precisa inversiones y dejar de eludir responsabilidades, mucho menos prometer en vano.

No obstante de las advertencias, el mundo real va hacia otra parte pues muchas economías aún se sustentan en la explotación de combustibles fósiles, por ejemplo, y lejos de disminuir sus producciones, las amplían y se encuentran constantemente buscando nuevos yacimientos, lo cual contradice el discurso.

Entonces, no solo se trata de la falta de inversión para fomentar soluciones climáticas si mantenemos las prácticas de antaño y no ahorramos los gastable. A este ritmo seguiremos padeciendo olas de calor cada vez más constantes y peligrosas, así como tormentas, inundaciones, sequías, y enfermedades; perderemos ecosistemas, especies de animales y plantas, y, así, poco a poco se irá apando el planeta hasta que ya será demasiado tarde para reaccionar.

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