El misterio del segundo puesto para USA en los I Panamericanos

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El misterio del segundo puesto para USA en los I Panamericanos
Fecha de publicación: 
10 Septiembre 2023
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Si el frío de las estadísticas relacionado con el segundo puesto de Estados Unidos en los Primeros Panamericanos, Buenos Aires 1951, los atrapa, no busque un abrigo: investigue. Hacía bastante tiempo que era la primera potencia deportiva del mundo y, sin embargo, Argentina ocupó el primer sitio en el medallero con 154: 68-47-39 por 98: 46-33-19. Cuba ocupó la tercera plaza al lograr 28: 9-9-10, digna y heroica actuación de nuestra patria con tantos valladares en contra en lo económico y lo social, de los que no escapaba la cultura física.
   
¿Cómo fue posible el resbalón de USA cuando, en Londres 1948, había mantenido su casi siempre posición hegemónica en el magno concurso? Varios factores coincidieron en el sorpresivo resultado. Uno de los mejores periodistas deportivos cubanos de todos los tiempos, Enrique Montesinos, aporta varios en su libro Juegos Panamericanos. Editorial Deportes:
 
"Sucede que los argentinos, además de beneficiarse con las ventajas de público y escenarios afines, las facilidades de presentar equipos completos y las conveniencias de determinar el programa competitivo, llevaban años preparándose para tan ansiado momento y recuerden tuvieron la sede designada desde 1942, malograda por la guerra". Añade: "La fecha de celebración de los Juegos, verano en el sur, también favoreció por estar el norte todavía en invierno. Además, la representación de Estados Unidos no fue tan numerosa, más bien como exploratoria al nacimiento del certamen".
 
Agrego: la mayor parte de sus directivos, mareados por la autosuficiencia, no analizaron estas circunstancias, y pensaron que con contendientes de segundo orden podían resolver, amén de que la lid todavía no había penetrado profundamente en la pasión de atletas y entrenadores.
   
Algo así le ocurrió a su delegación en los Juegos Olímpicos iniciales de Atenas 1896. Entonces hubo en sus filas desorganización, falta de unidad, abandono, y los representantes europeos se colaron por las rendijas de esa dejadez con los griegos en primera fila. Aunque quedó claro que los estadounidenses eran la vanguardia de la modernidad en el ámbito, especialmente en el deporte rey. Tuvieron sus vaivenes en otras citas de este tipo, aunque habitualmente triunfaban sus zancadas. Después con el desarrollo del campo socialista, sobre todo de la Unión Soviética, comenzaron a sentir oposición más contundente: hasta cayeron al tercer lugar en Montreal 1976.
 
Pero en los Panamericanos, después de aquel bajón, arrasaron, pese al despertar cada vez más poderoso de la Mayor de las Antillas, campeona moral del clásico por poseer muchos menos habitantes, inferior adelanto en general, obstaculizado por el bloqueo del gobierno yanqui en cuanto conquistamos la libertad. En Cali 1971, segundo lugar y el gran apoyo material y espiritual a los hermanos latinoamericanos incrementado. Si sumábamos los galardones de la América de Bolívar y Martí, ya pasábamos al gigante del Norte.
 
En La Habana 1991 sucedió lo pronosticado por Fidel el 29 de junio de 1966: "Como consecuencia de una concepción correcta del deporte, de una concepción revolucionaria del deporte, algún día seremos campeones panamericanos". Cuba encabezó el medallero con 140 doradas, 62 de plata y 63 de bronce por 130, 125 y 97 de Estados Unidos.
   
Después, transformaciones tremendas del sector, tan ligadas a este mundo a la deriva, el desmerengamiento del campo socialista -sin su apoyo no hubiéramos arribado a dónde arribamos- el aumento de la crueldad del cerco gringo y errores propios muy relacionados con el dogmatismo, junto a la dormidera sobre los laureles y el olvido a la masividad, nos dañaron. Pero eso será el contenido de otros textos que escribiremos próximamente.
 
Ahora volvamos al surgimiento de la gran fiesta del continente, herido por otro aspecto que no fue suficientemente aprovechado por lo peor de la gringada en esos momentos, lo que pesó en aquel segundo peldaño al no enviar lo mejor que tenían en cada disciplina: el uso de la justa para demostrar su superioridad, hacerle propaganda a su sistema de vida y humillar a los países subdesarrollados cuando el desarrollo alcanzado por el imperio existe, en gran medida, a costa del subdesarrollo impuesto. No queda indemne la cultura física.
    
La esencia de los Juegos Panamericanos: fortalecer los lazos de hermandad entre los pueblos, estaba lacerada por aquellos conceptos perversos y su accionar, sin que fuera culpa de la verdadera familia atlética norteamericana y sí de los señorones revueltos y brutales. Desde la segunda edición, Ciudad de México 1955, tuvieron mucho más en cuenta esa arma.

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