El llamado de la hora: más disciplina y no retroceder
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Cuando erradiquemos o disminuyamos significativamente la pandemia de Cuba y como es lógico que una vacuna salvadora también haya protegido a nuestro pueblo y al mundo, cómo volverá a ser el cubano. Hablamos de su comportamiento social, conducta, ética y su vocación solidaria. ¿Seremos mejores o peores?
Imagino que algo positivo nos va a dejar la pandemia. Incorporaremos a nuestra idiosincrasia un mayor concepto de la higiene y el cuidado de la salud. El nasobuco, nuestro gran defensor, antes y ahora, no desaparecerá totalmente en el futuro. Será una práctica usual que quienes visiten hospitales o recintos públicos y padezcan de gripe o cualquier otra enfermedad que pueda trasmitirse por las vías respiratorias lo usen.
Porque portarlo por cada cubano no ha sido tarea fácil en la capital, que es cosmopolita, no solo de los habaneros. La persuasión por diversas vías en los medios de difusión y la insustituible la labor personal de comunicarnos a cierta distancia con otras personas para que observen las medidas higiénicas y sanitarias es indispensable para que ganemos la batalla. Ahora más que nunca en este momento de reapertura y flexibilización frente a la Covid-19 en la capital.
Imagino o aspiro a que el ruido se aminore y no habrá la “impuesta música” en los ómnibus y otros medios de transportes estatales y privados, ni sus pasajeros se expresarán con malas palabras, ni para dirigirse al prójimo lo harán prácticamente a gritos.
En esta nueva etapa debe incrementarse el buen trato a las mujeres, niños y ancianos. Es preciso que cada ciudadano mantenga el orden en las colas y no pretenda aventajar a los demás con “inventos” provechosos.
Es un imperativo reanimar la economía. Todo el que trabaje y produzca con la calidad y cantidad requerida tanto en empleos estatales o privados deberá percibir más ingresos y parejamente recibir el reconocimiento moral de todos. Que se obtengan más ingresos de manera lícita no es cuestionable, ni razón para disgustos y envidias. Por largo tiempo habrá desigualdades y diferencias, pero no abusos, ni una nueva burguesía explotadora detentará el poder. O habilidosos personajes vivirán del trabajo ajeno.
Tenemos que luchar para que sectores que aporten materialmente a la sociedad bien sea en el sector agropecuario, industrial o de los servicios sean mejor retribuidos. Es un principio socialista que debemos imponer sin retrocesos y con la debida exigencia. Disponemos de suficientes acuerdos y documentos que avalan esta aspiración. Apliquémoslos.
Muchos de los problemas que tuvimos y que aún debemos superar son probablemente porque nuestro gobierno de tan revolucionario y humano fue permisivo y tolerante con los que no cumplían sus deberes ciudadanos, tuvo que tomar medidas drásticas sin maltratar. Comprendió que haciendo prevaler el orden se gana el progreso. El pueblo aplaude esas medidas.
La Habana vuelve a la vida tras el levantamiento del toque de queda pic.twitter.com/ObhjnQP4K8
— Reuters Latam (@ReutersLatam) October 5, 2020
Aspiramos después que dominemos la Pandemia a que en la cotidianidad seamos mejores y nuestros niños y jóvenes vuelvan a disfrutar sanamente de sus juegos en parques y espacios adecuados. Que no se retrocederá: es responsabilidad de todos.
Nuestra sociedad no puede tolerar o acostumbrarse a escuchar malas palabras ni groserías en la vía pública y debe aspirar a que se desarrolle más la solidaridad ciudadana, algo que siempre ha distinguido a los cubanos. Lo prueban el quehacer de nuestras brigadas internacionalistas de médicos de la Brigada Henry Reeve. Que en cada barrio prendan una similar no para curar el cuerpo sino el alma y se desarrollen brigadas ciudadanas en un movimiento cívico nacional para cuidar la salud social.
Necesitamos un entorno donde el civismo prevalezca y el ejemplo de todos los que tienen una responsabilidad o jefatura al frente de cualquier empresa estatal, cooperativa o privada no sean cómplices o promotores de lo mal hecho y propicien el delito y el desacato.
Debemos ser mejores y más exigentes en la selección de los cuadros. Como diría el Ché, ellos son la columna vertebral de la Revolución. Es un tema que requiere más detenimiento en su análisis.
Es hora de acciones y rectificaciones como diría José Martí en su suprema aspiración para una república “Con todos y para el bien de todos”.
En ese camino la educación desempeña una misión permanente y fundamental. No nos referimos a la instrucción. Es la educación ciudadana. Pero tal reflexión la trataremos en otro trabajo. Este no será el un sermón de un buen pastor. O rectificamos o perecemos. La convicción es vencer.
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