El espectáculo del sufrimiento: ¿Periodismo ciudadano o morbo?

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El espectáculo del sufrimiento: ¿Periodismo ciudadano o morbo?
Fecha de publicación: 
25 Febrero 2025
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Este lunes un menor de edad perdió la vida al ser engullido por un tragante durante una inundación en La Habana. Todo quedó registrado, por casualidad, en un video de alguien que grababa las calles anegadas.

El registro del accidente fue casual, pero ¿lo fue su llegada a las redes sociales?

No es la primera ocasión en que nuestro feed nos presenta este tipo de imágenes. Todavía frescas en la memoria las del avión que se estrelló en mayo de 2018, los videos mostrando las víctimas carbonizadas, el fuego, el infierno mismo en la tierra.
   
En 2022, cuando un menor de edad luchaba por su vida, solo contra las enfurecidas olas en el malecón capitalino, alguien sacó también su celular. No para llamar y pedir ayuda a los comandos de Rescate y Salvamento del Cuerpo de Bomberos de Cuba, sino para filmar un video, y anunciar el  desenlace fatal.

Este tipo de actitudes expone una tendencia alarmante: la cosificación del dolor humano en pos de la viralidad. Es este el reflejo de una dinámica global que, incluso en Cuba, comienza a permear.

Las redes sociales, herramientas creadas para conectar, se han convertido en escenarios donde el sensacionalismo triunfa sobre la empatía.

La lógica es simple: mientras más dramático el contenido, más visitas, más seguidores, más monetización. Pero ¿dónde quedan la ética, la compasión y el respeto a la dignidad de quienes sufren?

En Cuba, forjada sobre pilares de solidaridad y humanismo, que han sido clave para enfrentar huracanes, pandemias y bloqueos, este individualismo digital resulta especialmente chocante, pues es una práctica que contradice nuestros valores.

El problema no es la tecnología, sino su uso. Un video de alguien en peligro puede ser útil si sirve para alertar a autoridades o buscar ayuda. Pero cuando se graba sin actuar, se convierte en complicidad.

La solución no está en prohibir, sino en educar. Las redes sociales deben ser espacios para denunciar injusticias, no para mercantilizar el dolor.

Urge promover una cultura digital ética, y también aplicar con rigor las regulaciones que sancionan la difusión de contenido que violente la dignidad humana, como establece el Decreto-Ley 35/2021 sobre el uso responsable de las Tecnologías de Informatización y Comunicación en Cuba.

Hoy, el video ya viralizado del menor de edad que perdió la vida en la inundación nos enfrenta a un dilema ético: ¿Somos cómplices de su dolor si compartimos esas imágenes? La respuesta está en elegir entre el click fácil y el deber humano.

Recordar que detrás de cada video hay una familia, una historia, un derecho a la intimidad incluso en la muerte. Ningún like vale más que una vida.

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