EDITORIAL: La necesidad del periodismo
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La creciente democratización de las tecnologías (que insistimos, seguirá siendo relativa, hay todavía en el mundo muchas personas que no tienen acceso ni siquiera a un televisor) ha instaurado uno de los grandes mitos contemporáneos: el periodismo "convencional", el profesional, el de toda la vida va a desaparecer. ¿Para qué hace falta un periódico, si la gente puede tener acceso inmediato a la información gracias a las redes sociales?
Es más, cualquiera puede ser "periodista" y publicar notas y opiniones desde la comodidad de un celular, sin las mediaciones (ni la "censura") de un editor. "Periodismo ciudadano, ese es el futuro", claman algunos que ni siquiera tienen claro ese concepto.
Ciertamente, las redes sociales y todo el universo del internet han impactado tremendamente los esquemas tradicionales del periodismo, y han puesto en crisis muchas de sus rutinas y prácticas. Es una realidad que no se puede ignorar. Los modelos comunicacionales son mucho más complejos y la relativa hegemonía del entramado mediático se tambalea ante la aparición de nuevos referentes y maneras de acceder a la noticia.
Internet y sus redes sociales son el ágora de la contemporaneidad. Con la particularidad de que es imposible calcular las repercusiones inmediatas de lo que se plantea en ese ámbito, pues son innumerables las interconexiones. Es el ágora de millones. Se comprenderá la complejidad de establecer jerarquías y llegar a consensos.
Los medios de comunicación, espacio privilegiado del periodismo tradicional, tienen que participar también de las dinámicas de las redes. Insertarse en ellas. Nutrirse de ellas. Eso implica también revolucionar maneras de acercarse a la noticia, de posicionarse ante ella. E implica un desafío formal: hay que adaptarse a ciertos lenguajes, encontrar nuevas maneras de presentar las nuevas narrativas.
La competencia por la inmediatez (si se asume precisamente como competencia) no la podrán ganar los medios de prensa, a no ser que los propios periodistas sean testigos de primera línea de todos los acontecimientos (cosa difícil, asumiendo la extraordinaria diversidad de frentes y fuentes).
Pero hay aspectos en los que el periodismo profesional tiene clara ventaja: exactitud, veracidad, visión integral, comprobación de datos, profundidad del análisis, valoración especializada, ética de trabajo, compromiso con la audiencia, rigor, vuelo creativo...
Ahí están las claves de la necesidad del periodismo, entendiéndolo como ejercicio profesional.
En tiempos de abrumadora avalancha de información, la prensa tiene (debe tener) la capacidad de procesar ese torrente, establecer jerarquías, definir temas de interés común, influir en la opinión pública, proponer agendas, ofrecer argumentos, sostener referentes atendibles...
El periodismo tiene que seguir siendo faro. Ahora más que nunca.
Las políticas públicas no pueden dar la espalda al maremágnum de las redes. Es preciso regularlo, partiendo de principios universales y garantizando los derechos de la ciudadanía. Pero el acceso a una información veraz es también un derecho inalienable. Para eso está el periodismo. De ahí la necesidad de un ejercicio con altos estándares de calidad, coherente, ético y comprometido con el bien común.
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Carlos de New York City
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