EDITORIAL: La Feria que concluye... y comienza

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EDITORIAL: La Feria que concluye... y comienza
Fecha de publicación: 
24 Febrero 2025
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Foto: Alejandro Acosta Hechavarría/ Trabajadores 

La XXXIII Feria Internacional del Libro de La Habana, que concluyó este domingo, se celebró en un contexto nacional marcado por complejidades y desafíos económicos. A pesar de las dificultades, la persistencia de este evento cultural es una apuesta firme por la defensa de la cultura como pilar esencial de la sociedad. En momentos de crisis, la cultura ofrece asideros, refugios y herramientas para lidiar con las dificultades, y la Feria del Libro se erige como un espacio que reafirma la importancia de la literatura y el pensamiento en la vida de las personas. Este compromiso con la cultura, incluso en circunstancias adversas, es otro testimonio de la resistencia del pueblo cubano.

Sin embargo, es evidente que la Feria debe adaptarse a los tiempos actuales para ser más eficaz y sostenible. No se trata de renunciar a ella, sino de reinventarla, de encontrar fórmulas que permitan su continuidad y crecimiento en un panorama económico y social complejo. Esto implica optimizar recursos, explorar nuevas formas de organización y ampliar su alcance para que siga siendo un referente cultural no solo en Cuba, sino en toda la región. La Feria debe ser un espacio dinámico, capaz de responder a las necesidades de un público diverso y a las transformaciones que vive la industria editorial.

La crisis económica ha impactado significativamente en esa industria, y esto se hizo palpable en esta edición de la Feria. Se notó una menor cantidad de novedades en papel, lo que refleja las limitaciones materiales y financieras que enfrentan las editoriales. A pesar de ello, es importante reconocer el esfuerzo del sistema institucional de la cultura por seguir publicando obras de valor, tanto de autores cubanos como internacionales.

En este escenario, el libro digital emerge como una alternativa necesaria y llena de potencialidades. No debe ser visto simplemente como un sustituto del libro impreso, sino como un formato complementario que puede coexistir con él. La Feria del Libro tiene la oportunidad de consolidarse como plataforma de lanzamiento para ambas variantes, impulsando tanto las publicaciones tradicionales como las digitales. En esta edición se dieron pasos en esa dirección, aunque aún existen desafíos por superar, especialmente en lo que respecta a la socialización y comercialización de los ebooks. Es fundamental seguir trabajando en esquemas que permitan una mayor accesibilidad y difusión de los libros digitales.

La coexistencia de ambos formatos, impreso y digital, enriquece el panorama literario y amplía las posibilidades de acceso a la lectura. La Feria puede ser un espacio donde se promueva esta dualidad, demostrando que no se trata de que desaparezca el libro impreso, sino de que ambos formatos se complementen y lleguen a un público más amplio. Esta visión inclusiva y adaptativa es clave para garantizar la sostenibilidad de la industria editorial y para que la literatura siga siendo un bien accesible para todos.

Además de ser un espacio de comercialización y promoción de libros, la Feria del Libro debe consolidarse como un foro de pensamiento y debate sobre la literatura. El programa literario de esta edición ofreció numerosas opciones, desde presentaciones de libros hasta coloquios, encuentros con autores y paneles de profesionales. Estas actividades enriquecen el evento y lo convierten en un espacio de diálogo y reflexión, donde se discuten no solo las obras literarias, sino también su papel en la sociedad y su capacidad para transformar realidades.

La diversidad de sedes en la capital contribuyó a la democratización de la literatura, llevando la Feria a diferentes rincones de La Habana y facilitando el acceso a un público más amplio. Esta descentralización es fundamental para que el evento no se limite a un sector privilegiado, sino que llegue a todos los estratos sociales. La literatura, en todas sus formas, debe ser un bien común, y la Feria del Libro tiene la responsabilidad de seguir trabajando en esa dirección.

Aunque la cita concluyó en La Habana este domingo, su espíritu se extiende ahora a todo el país. Este esfuerzo, en medio de una situación económica difícil, es un testimonio del compromiso de Cuba con la cultura y la literatura. Sin embargo, este empeño debe traducirse en aportes concretos a la promoción de los mejores valores de la cultura cubana y universal. La Feria del Libro no es solo un evento cultural; es una apuesta por el futuro, por la educación, por el pensamiento crítico y por la construcción de una sociedad más justa y culta. En tiempos de crisis, este tipo de iniciativas son más necesarias que nunca.

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