Ecos del Jazz Plaza: Michael League y la música que nos acerca
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Es un músico joven aún, pero con mucho camino recorrido. Nació en California, Estados Unidos, pero ha mirado y escuchado, con atención, al mundo, eso le ha permitido el lujo de hacer buena música y muchos amigos, como el cubano Pedrito Martínez y Antonio Sánchez, de México, quienes lo acompañaron por estos días de Jazz Plaza en La Habana.
“Nos conocimos en Nueva York. Yo viví ahí 11 años, Antonio 20 y Pedrito sigue viviendo ahí en Nueva Jersey. Yo era amigo de los dos por separado y en algún momento estaba hablando con cada uno sobre proyectos distintos que queríamos crear. Con Pedro sobre cómo tuvimos la idea de crear un grupo de música Yoruba con cosas diferentes y estaba hablando con Antonio sobre tener otro grupo, más o menos como una excusa para tocar juntos. Entonces conecté las dos ideas y dije: podemos formar algo juntos los tres y comenzamos así. O sea, empezó por la amistad, no era una cosa de negocios, de la industria de la música: somos amigos, queremos tocar y hay muchas posibilidades, las posibilidades que tiene cada uno”.
Así surgió Elipsis, una agrupación que se fundó, según las declaraciones del propio Michael, “alrededor de la música africana-cubana y el concepto es como modernizar, de cierta forma, la tradición. El trabajo que tenemos como trio es llevar esas raíces a otros lugares sónicos y sí, para nosotros que todos hemos estudiado música folclórica, hay lugares del mundo que obviamente es muy especial tocar, o sea, tener un grupo con las raíces de algún sitio en específico y tocar ahí. Lo que estamos haciendo es algo un poco aventuroso y estoy muy emocionado de ver la interacción con el público cubano”.
Para Michael League, esta isla es un referente: “Yo, personalmente, cada vez que me invitan a las clases vengo corriendo porque musicalmente Cuba es uno de los países más interesantes, ricos y diversos del mundo y incluso los músicos más grandes, mucho más grandes que yo, vienen y de inmediato se convierten en estudiantes cuando llegan aquí. La cultura musical de Cuba es tan poderosa”.
Durante sus presentaciones en La Habana, la tercera ciudad, después de Barcelona y Madrid, que tiene la oportunidad de disfrutar a Elipsis en directo, comprobamos lo que ya nos había confesado en conferencia de prensa:
“Hacer jazz con amigos es como conversar. Es muy fácil. Obviamente, te pasas la vida entera estudiando, practicando y tocando y después, pasa fácilmente. Claro, si tienes la técnica y el vocabulario musical, al momento de tocar, todo te sale naturalmente: tú comentas, el otro comenta y se hace una conversación musical”.
Y las virtudes de esta cofradía para crear no son un descubrimiento reciente, Michael lleva décadas trabajando entre amigos:
“Cuando estaba en la Universidad, yo formé un grupo, de amigos también, que llamé Snarky Puppy. El plan era hacer unos conciertos para nuestros amigos de la universidad, pero ya la banda tiene 20 años, no hemos parado y a través de ese grupo, yo he tenido la oportunidad de explorar varios tipos de música. Ya mi carrera, principalmente, es de productor. Viajo por el mundo produciendo discos para músicos de muchos países”.
De hecho, en Cuba trabajó hace aproximadamente ocho años en un fonograma del maestro Eliades Ochoa y más recientemente estuvo en Matanzas para concretar una idea maravillosa con la rumba:
“Hace dos años fui a Matanzas para juntar Muñequitos con Afrocuba y estamos terminando ese disco ahora mismo, este mes. Yo creo que, incluso las cosas más experimentales que hacemos en el mundo de la música tienen raíces muy profundas de algún lugar en específico. Todo tiene sus raíces y yo creo que en general separamos la cosa de una manera falsa. Decimos que la música electrónica es muy nueva, y la rumba cubana es muy antigua, muy tradicional, pero no es verdad, porque también los ritmos que usan los productores y DJs de la música electrónica, vienen de algún sitio y algún grupo de gente en específico. Entonces, para mí, lo que hago con rumberos de Matanzas como productor, es igual a lo que hago con otras músicas del mundo. Para mí lo importante es tener respeto para las raíces y las tradiciones, pero a la vez comunicar la profundidad de esa tradición al público.
“He escuchado a miles de discos de rumba, he sido un mega fan de la rumba durante décadas. Creo que, obviamente, la música afrocubana tiene influencia por todo el mundo.
Es una cosa que ya ha salido y son como semillas que ya están floreciendo en muchos países. Entonces para mí, obviamente, es un encargo grande, tengo mucho respeto para la tradición, aunque al final mi trabajo es hacer algo visceral, intentar comunicar la esencia de esa música a un público que, tal vez, no sabe mucho de la rumba cubana”.
A su hermano mayor, le debe las primeras escuchas de música cubana, sin embargo, también recuerda que “en la universidad, cuando hacíamos conciertos de jazz, a veces tocábamos temas de Irakere y yo estaba pensando, ¿qué es Irakere? Tenía 18 años, investigué un poco y eso abrió una puerta a otro mundo.
“Al final, somos vecinos. La música latina, la música americana, la música del Caribe, todos somos vecinos y hay muchas tradiciones muy ricas, muy cercanas, si tenemos mentes abiertas”.
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