De todo como en el barrio
especiales
Allí estamos todos, todas y todes. Le propongo un juego: piense en el nombre de quien siempre estaba en el portal, el balcón, la ventana o cualquier punto estratégico de vigilancia, cuando usted llegaba de madrugada con el el novio o la novia de su juventud.
Visualice la casa donde nunca te niegan una coladita de café o un poquito de sal. ¿De qué color tiene el pelo la persona que siempre avisa cuando llegó el pollo? !A que puede identificar a alguien que prácticamente solo conocen de vista y otro del que se sabe vida, obra y milagros!
¿Qué grandulón juega pelota con los chamacos los fines de semana? ¿Quiénes son los puntos fijos del dominó en la esquina? ¿Quién pone la música a todo lo que da? ¿Quién protesta? ¿Quienes son los que llegan primero si hay un enfermo o fallecido en la familia, esos que llamaríamos vecinos- ambulancia?
Podríamos continuar durante largos párrafos evocando personajes que, casi infaliblemente, habitan nuestros barrios.
Alegres y de cara larga, entusiastas y aguafiestas, chismosos y reservados, cooperativos y "recostados", bonachones y cascarrabias...
Trabajadores y trabajadoras, amas de casa, jubilados y jubiladas, gente envejecida y gente que ha decidido no envejecer...
Niños y niñas, jóvenes... blancos, negros y mestizos... cubanos y cubanas con todos los matices visibles e invisibles que conforman la nación que somos.
En el barrio vive cada una de nuestras diferencias y, también, crece la unidad que nos hace más poderosos.
Allí comienza todo y coincide todo. Primero la vida: juegas en el barrio, te enamoras probablemente allí y siempre regresas (al mismo o a otro barrio, pero barrio al fin) para reiniciar el ciclo.
Luego la sociedad: cuando te ponen la pañoleta en primer grado vuelves de la escuela orgulloso y listo para cuidar las urnas de las próximas elecciones o hacer la guardia pioneril de septiembre. Luego, ingresas a la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y, casi al mismo tiempo, a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Puedes ser miembro de la FEU y no dejas de ser parte de los CDR. Las federadas, somos cederistas; los militantes de la UJC o del PCC, cederistas; hombres y mujeres sindicalizados y también cederistas.
Puedes ser cristiano y cederista, santero, babalawo, abakua y cederista; activista social de cualquier justa causa (bienestar animal, derechos LGBTIQ+) y también cederista.
Incluso puedes no comulgar con nada de lo anterior, no ser ni siquiera cederista, sin embargo, nunca dejas de ser parte de un barrio donde otros y otras hacen la caldosa y la cotidianidad lo más ricas posible.
Por eso, los que sabemos que en la vida hay de todo como en el barrio y queremos que la una mejore, estamos convencidos de que habría que empezar por mejorar el otro. Y ahí, habrá quien no le guste reconocerlo, pero los Comités de Defensa de la Revolución tienen la palabra.
¿Cuántas veces hablamos de "dinamizar procesos", "pegar el oído a la tierra", "resolver los problemas de la gente"? Pues allí, en el barrio, podemos hacer realidad una parte de esas urgencias. Por estos días un héroe recorre las comunidades y nos sacude la desidia, camina, conversa, pincha, talla con la gente de sus barrios, en sus términos, como si él mismo perteneciera a cada uno de ellos.
El llamado es a construir entre todos, a sembrar para todos, a protegernos y cuidarnos todos y todas. Y no se trata de un entramado de consignas, sino de hechos; los verbos no son retórica, sino acción.
Es hora de ver en qué pedacito de tierra, aunque sea en el centro de una ciudad, es posible cultivar habichuelas o calabazas (digo yo, usted cultiva lo que que más le guste y mejor se le dé), convertir a los "vulnerables" a la Covid 19 en "invulnerables" acercándoles lo que necesitan a sus hogares; evaluar cuánto se puede hacer en la propia comunidad para elevar la calidad de vida (evaluarlo y hacerlo), destrabar el desarrollo local desde abajo y empujar juntos si se vuelve a trabar... en fin, aquello que escribió un poeta sobre "empujar un país", no creo que haya mejor forma de hacerlo que en la unidad inquebrantable del barrio.
Nada nuevo, solo retomar y actualizar retos fundacionales de la organización de masas más amplia y diversa de Cuba (por supuesto, porque es la del barrio, ese espacio donde, insisto, estamos todos y todas). Nadie quiere inseguridad ni violencia, en el lugar donde vive, en eso estamos juntos ¿o no?. Todos aspiramos a la belleza, la prosperidad y la tranquilidad, eso también tenemos que conseguirlo y preservarlo juntos.
En los barrios se consolidó la Revolución precisamente porque allí nos unimos todos y todas. Los andares de Gerardo por estos días nos recuerdan lo que ya Fidel nos había enseñado: ni imperialistas, ni lacayos de imperialistas nos harán mella si estamos juntos y alertas... los CDR son, tienen que ser, ese cobijo, ese lazo en el que se une todo, como en el barrio.
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