DE LA HISTORIA OLÍMPICA: La gimnasta está triste: ¿qué tendrá la gimnasta?

DE LA HISTORIA OLÍMPICA: La gimnasta está triste: ¿qué tendrá la gimnasta?
Fecha de publicación: 
8 Marzo 2024
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Los suspiros se escapan de la boca de la gimnasta soviética Yelena Shushunova. A pesar del collar de lauros atesorado, algunos tienen dudas en cuanto a enviarla a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Todo parte de que su quehacer en el más reciente Mundial no fue satisfactorio. Olvidan sus premios desde que era una adolescente y su paso posterior: campeona absoluta en la lid del orbe y europea en 1985, un año después, la mejor en la Copa del Mundo, as de la Universiada de 1986, en tres ocasiones titular de la Copa de la Unión Soviética.

Entre los planteamientos desfavorables: “No es la misma, hay otras más jóvenes y más impetuosas, con perspectivas superiores. Tiene 19 años y desde los seis está en esto: el aburrimiento, el cansancio, los entrenamientos cada vez más fuertes, deben haberla cansado. La vemos en baja...”. Confían más en Svetlana Boguinskaya, Yelena Schevchenko, Olga Stracheva, Natalia Leschonova y le temen al equipo rumano con Daniela Silivas al frente, la gran favorita de expertos y aficionados.

La diana de los escépticos se burla de esos comentarios en los entrenamientos y las competencias previas al certamen: cuando hay amor verdadero no hay aburrimiento posible y puede más la voluntad que el cansancio. Y la estrella soviética ama su deporte como novia fiel. Vuelve a ser la número uno de su nación, y hacia la ciudad de Corea del Sur. Primer tapaboca a los descreídos.

Magna cita 24. La muchacha salta aquí, borda allá, se eleva cual mariposa, arde en las ejecuciones mortales, crea, crece, enciende en las diversas especialidades. KO a los escépticos: campeona absoluta con 79.662 puntos. Además, encabezó a su seleccionado, vencedor con 395,475. Svetlana Boguinskaya, tercera en el all around. Daniela Silivas y las rumanas al segundo puesto.

Hacia la piscina olímpica de Atlanta 1996

Iremos hacia la vigésimo sexta magna cita, escenificada en Atlanta en 1996. Les escogí el combate en la especialidad de los 100 metros de espalda. Dos cubanos entre los 52 contendientes de un deporte propio de las naciones desarrolladas o de quienes, nacidos en otras tierras, se adiestren en dichos países. En contra, además, la débil alimentación histórica, aun desde las entrañas de las progenitoras, masticadora de la fortaleza y la resistencia indispensables en el nadador. El campo socialista inexistente, y el bloqueo gringo reforzando nuestros males.

Para muchos de los entendidos, muy lejos de las posibilidades están Rodolfo Falcón y Neisser Bent. El primero: con 7 oros y 2 platas en las justas centroamericanas y del Caribe y un oro, dos platas y dos bronces en la fiesta continental. El segundo, 2 oros y dos platas en los Centrocaribes. Pocos se atreven a pronosticar sus logros acá: significa un gran salto. Sin embargo, ambos competidores no piensan irse con los pechos desiertos.

¡Ya se lanzó Bent! Mírelo batirse desde el carril uno de la serie eliminatoria cinco. ¡Se impuso! Rodolfo al agua en la eliminatoria seis. Va por el carril cinco. ¡Llega primero!

La final: Falcón por el cinco; su compatriota por el seis. El favorito, Jeff Rouse, por el uno. Amo de la distancia en este momento, fue subtitular en Barcelona 1992 y ha avanzado ostensiblemente. ¡Ya combaten! Los tres encabezan la batalla. El estadounidense, bien adelantado, hace valer la opinión de los especialistas cuando toca antes que todos. Después, par de proezas para la mayor de las Antillas: Falcón, segundo; Bent, tercero.


Falcón, Rouse y Neisser en el podio de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

Estos dos galardones refulgen a la altura de los conseguidos en los XXVI Juegos por las Fabulosas Morenas del Caribe, la judoca Driulis González, el pesista Pablo Lara o el luchador greco Filiberto Azcuy. Todos ellos los han conquistado frente a los más destacados de su disciplina en el planeta, y no entre pretendientes de las filas del amateurismo. En el brillo de cualquier cetro hay que tener presente la potencia de los rivales y el nivel de la especialidad. ¿Acaso la victoria olímpica de los futbolistas posee el mismo esplendor de la obtenida en la Copa del Mundo?

Triunfa el tango en Beinjing 2008

Atacan al fútbol en los XXIX Olímpicos. Antes de entrar directamente en materia, prefiero reflexionar sobre la causa y no quedarme en los motivos solamente.

Señorón de la mencionada ofensiva injusta: el profesionalismo. Su fin es el lucro; en cubano: es para buscar plata. En sus excesos, tratando de ofrecer espectacularidad y ganar seguidores, pudre las almas y se pudre del brazo del negocio. Llega a proporcionar lesiones graves, aun muertes. El pugilismo de las trompadas pagadas y el fútbol tipo norteamericano a la vanguardia de la barbarie, con su clima propicio para problemas del habla, la locomoción, la mente, la vista e incluso de los suicidios. No confundir con la profesionalidad (entrega, rigor, especialización necesaria en cualquier profesión. La parte competitiva de la cultura física, sobre todo en la cima, lo es.  

En las propias ligas del balompié prevalecen los equipos más poderosos, confeccionadores de las mejores plantillas por su mayor capacidad económica. El ataque de marras ocurre cuando las federaciones españolas y alemanas negaron la participación del argentino Messi y los brasileños Rapiña y Diego en representación de sus respectivas naciones en Beijing 2008 a pesar de los acuerdos firmados con la Federación Internacional de Fútbol Asociado en 1988. La presión contra ellas, las obligó a ceder de mala gana.

En la batalla con el balón, los gauchos repitieron la alcanzada en Atenas 2004. Y Javier Marcherano se coronó por segunda vez campeón olímpico, me apunta José Elías Bermúdez Brito, miembro de la rama deportiva de la Unión de Historiadores de Cuba. También recordamos los pensamientos de Pierre de Coubertin muy relacionados con sucesos de esta clase, que ahora compartimos con ustedes; donde criticaba el espectáculo priorizado en detrimento de lo meramente deportivo:

“siendo como consecuencia el profesionalismo y en ello ha de entenderse comprendido no solo el deseo de lucro, sino también la detestable vanidad que hace buscar al hombre vulgares laureles y groseras satisfacciones de amor propio, donde radica el peor enemigo del deporte y al mismo tiempo de la educación física tomada en su conjunto (octubre, 1902). Y en otro momento amplía: "el organizador del espectáculo tiende a corromper al atleta para mayor satisfacer al espectador (Discurso de dimisión del Comité Olímpico Internacional, 1925).

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