Sesenta y cinco años de una Casa para todos
especiales
Este 28 de abril Casa de las Américas celebrará sesenta y cinco años, que son, en definitiva, los sesenta y cinco de la Revolución triunfante que la vio nacer, que la impulsó, que le ofreció sostén y enjundia creativa.
Casa es una de las más grandes, de las más emblemáticas instituciones culturales de la Revolución. Y revolucionar ha sido precisamente el empeño de su equipo durante estas décadas.
Ciertamente, se mantiene, se honra el espíritu de los fundadores: Haydeé Santamaría, Mariano Rodríguez, Roberto Fernández Retamar… y tantos otros, figuras esenciales de la cultura cubana… o fieles y entusiastas trabajadores menos renombrados quizás, pero también imprescindibles…
Pero la Casa ha sabido y ha necesitado reinventarse, para marchar con el tiempo particularmente demandante que la ha tocado compartir.
La América Latina y Caribeña de aquel mítico año de 1959 es la misma y es otra en 2024, singular paradoja que reta a una institución que se ha propuesto ser (y lo ha logrado) espacio de confluencia de escritores y artistas de una región pujante.
No estamos hablando de un club social, ni de una sociedad de élites intelectuales. Porque la visión de Casa ha sido siempre integradora: cultura de los pueblos, que atesora expresiones de altísimo vuelo, en todos los ámbitos de la creación.
Y esa visión se erige en valladar ante los embates de una pseudocultura hegemónica, colonizadora, reduccionista. Casa de las Américas ha promovido, ha socializado un arte, una literatura, de hondas raíces, y que fructifican muchas veces ignorados por las lógicas mercantilistas de ciertos espacios de validación cultural.
No en vano esta ha sido la casa de muchos de los más grandes creadores del continente. En Casa de las Américas se ha partido siempre del respeto a las jerarquías culturales. Y esa debe ser siempre la cota, el nivel.
Casa de las Américas fue, es y será con toda certeza referente. Casa de todos los que aman, crean y fundan.
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