DE LA HISTORIA OLÍMPICA: Comaneci, Ender, Juantorena...
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Montreal 1976. Tres ases juntan a sus medallas de oro, la suprema creatividad: la gimnasta rumana Nadia Comaneci, la nadadora alemana democrática Kornelia Ender y el corredor cubano Alberto Juantorena. Resultaron mucho más que campeones; para hablar de sus deportes respectivos hay que tenerlos presente en el antes y el después de su arribo. Lo trascendental no fue que vencieran sino cómo lo hicieron. Transformadores, líderes, poseedores de refulgencia maravillosa y carismas especiales, amados en su patria y por los pueblos del mundo, son tres paradigmas del olimpismo.
Nadia causó el impacto mayor en el XXI certamen. Esculpida en la escuela femenina de gimnasia artística de su país, el entrenador Béla Haroly la descubrió cuando ella tenía seis años, y con su labor posterior la salvó de ser una bailarina de ballet más para convertirla en la grandiosa Comaneci. Era una niña al obtener el título nacional de su país que siguió ostentando siempre y obtuvo la corona europea en 1975. En la ciudad canadiense conquistó el all around, la viga de equilibrio y las barras asimétrica, lid donde logró ejecución perfecta clasificada con un diez por los jueces.
Dejó atrás a brillantes figuras como las soviéticas Nelli Kim, a la postre subtitular, la Turisheva, la Korbut y la Saadi quienes por equipo fueron las mejores; las rumanas, segundo puesto. Ni siquiera Nikolai Andrianov (URSS), con sus cuatro doradas y el primero en la clasificación general, pudo hacerle sombra a Nadia Comaneci.
En la piscina montrealense se batió otra reina: Kornelia Ender. No prefirió la natación; se la impusieron para sanarla de varias lesiones en la columna. Luego de varios percances, se enamoró de ese batallar en las aguas. Avanzó rápidamente entonces. Los instructores y funcionarios desarrollaron sus dotes físicas y espirituales. La estudiaron, experimentaron nuevas formas con ella, la forjaron y la ascendieron al trono de la Olimpiada XXI, más allá de sus cuatro preseas doradas en 100 y 200 estilo libre y 100 de mariposa y al formar parte del relevo combinado. Adiós a las marcas del mundo en todas estas pruebas.
No sorprendió: nacida el 25 de octubre de 1958, de 1972 a 1976 había roto en 18 oportunidades las plusmarcas del orbe y demostraba fehacientemente ser la uno del mundo en el nado libre y de mariposa. Se retiró en 1978.
Alberto sería el primer cubano ocupante de lo más alto del podio olímpico en el deporte rey. Le llegó por partida doble, en 400 y 800 lisos, el único que lo ha hecho. En la vuelta a la pista, con 44, 26, y en la otra distancia rompió la marca del orbe con 1:43.50. Repitió la doble dicha en la Primera Copa del Mundo efectuada en Dusseldorf en 1977.
No se puede olvidar que un grupo de entrenadores de atletismo de su patria, encabezados por Cheo Salazar, lo rescató de un camino equivocado cuando intentaba llegar a buen basquetbolista, al darse cuenta de sus posibilidades como corredor en las prácticas complementarias.
El profesor polaco Zigmunt Zabierzowski apoyaba a las lides del músculo en la Mayor de las Antillas, cuando comenzó a adiestrarlo bastante tiempo después. Las excelentes condiciones físicas y mentales de su pupilo le permitieron llevar a cabo con él una transformación extraordinaria a esas pruebas, al ofrecer mayor peso a la velocidad en los 800. De un quinto sitio en los 400 de Munich 1972, condujo a Juantorena a ser uno de los más grandes deportistas de la historia y ser considerado el más elegante de las pistas.
Hasta ahora, es el único protagonista de esa hazaña. En verdad, aunque existen corredores capaces de imitarlo desde hace muchos años, sobre todo luego de que el experimento se concretara triunfal, los programas de las magnas citas lo impiden porque incluyen ambas distancias en el mismo día. Sí, hubo no pocos destacados en la mencionada justa, pero ninguno dejó una huella como ese trío refulgente. Esa es mi opinión. Y acompáñenme a Moscú 1980.La capital de la Unión Soviética, a pesar del segundo y más grande boicot al olimpismo, acogió una tremenda calidad, sin negar que la falta de estrellas de diversos países, de Usa especialmente, le negaron un brillo todavía superior.
Reinaron las sirenas de las RDA. Al frente la espaldista Renata Reinisch: cuatro ascensos a lo más alto del podio y cuatro primacías universales lanzadas al recuerdo. La librista Bárbara Krausse la secundó con tres títulos y dos despedidas. Monarcas los remeros de esa nación: 12 de los 14 oros en disputa.
La Escuela Cubana de Boxeo se consolidó: diez de sus doce representantes, en la plataforma de los galardonados, ases seis de ellos, Teófilo Stevenson gana su tercera corona y empata con el húngaro Laszlo Papp. El antillano lo sobrepasa: es considerado el más destacado púgil amateur y olímpico de la historia. Aplausos para el etíope Miruts Yifter, amo de los 5 000 y 10 000 frente a potentísimos contrarios, y el canoista de la URSS Vladimir Parfenovich por su tercer máximo premio. Los merece la italiana Sara Simeone: saltó tan alto que mejoró lo mayor alcanzado por una dama.
Si alguien soslaya la iluminación del gimnasta soviético Alexander Ditiatin, cae en pecado: vanguardia de la puntuación general y las joyas en anillas y en la lucha colectiva, con el agregado de cuatro plateadas: barra fija, potro con arzones, saltos al caballo y paralelas, bronce en ejercicios en el piso. El pequeño gigante Daniel Núñez abrió la puerta de la dicha sustancial para los pesistas de su patria: astro de los 56 kilos con récord mundial incluido. No anda bien quien desprecie el segundo lugar del mejor triplesaltista de todos los tiempos: Víctor Sanéev (Urss), cuarta medalla consecutiva en la hermosa fiesta coubertiana.
Ah, la luz suprema me llega desde el envío de la mestiza guantanamera, natural de Baracoa, María Caridad Colón. Aquellos 68.40 metros destrozadores de la plusmarca del clásico, después de vencer una dolorosa lesión, frente a las mejores del mundo en la especialidad presentes allí, la glorificaron; primera campeona olímpica latinoamericana. Victoria no solo de la mayor isla del Caribe. victoria de la América de Bolívar y Martí.
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