CRÓNICA BIEN CORTA : Juana, el gran espectáculo
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Cuentan que a Juana Bacallao una vez le preguntaron cuál era su signo zodiacal. No lo pensó un momento, respondió: ¡Ostión!
Así era su humor: raigal, espontáneo, natural. Era un genio vivísimo que no necesitaba demasiado estímulo.
Juana reinó en los más emblemáticos cabarets cubanos, en los teatros y los espectáculos televisivos.
Ella era su propio personaje. Una cantante de singular musicalidad. Un torrente sobre la escena. Ella era en sí misma el espectáculo.
Partía de los clásicos de la canción cubana y los recreaba con desparpajo maravilloso. Algunos de sus estribillos, que solía inventar en el momento, merecerían estar incluidos en una antología del gracejo cubano.
Juana Bacallao ha muerto a los 98 años. Queda un anecdotario extraordinario. Quedan cientos de grabaciones. Y el ejemplo de un espíritu imbatible.
En uno de sus espectáculos lo dijo, como quien no quiere la cosa: "Yo soy como la yerba de Guinea: el ciclón me dobla, pero no me arranca".
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