Costa-Gavras se prepara para la muerte con una película contemplativa
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El cineasta francogriego Costa Gavras durante la 16a edición del Festival Lumière, en Lyon, el 12 de octubre de 2024 ARNAUD FINISTRE / AFP
"Estoy llegando a una edad en la que el final de la vida se acerca", declara el cineasta francogriego Costa-Gavras, que dice prepararse para la muerte haciendo lo que mejor sabe: una película política, en vísperas de sus 92 años.
Adaptada de una obra de Régis Debray y del médico Claude Grange, "El último suspiro" relata los debates filosóficos sobre la muerte entre un médico en cuidados paliativos (Kad Merad) y un escritor (Denis Podalydès).
La película se estrena la próxima semana en Francia, y a finales de abril en España.
El veterano director de "Desaparecido" o "La confesión" sabe que el final no está lejos.
"Quisiera que ese final sea bueno", declaró a la AFP en el Festival Lumière en Lyon en octubre.
"Sin dolor, sin drama, sin agonía permanente", pide.
"En nuestra sociedad no están disponibles todos todos los medios para que las personas (...) tengan un buen final", medita.
"La muerte nos da un miedo terrible desde que somos pequeños y no queremos hablar de ella. ¡No, hay que hablar de ella y prepararse!", afirma.
"Es por eso que hice esta película, para mí".
"Estoy en una especie de confusión inmensa" tras haber mirado a la muerte de frente "bastante serenamente, bastante ligeramente," comentó por su parte Denis Podalydès, comparando la película a un "carrusel extremadamente suave."
"Eso se pospone"
Nacido el 13 de febrero de 1933 en Loutra-Iraias, en el Peloponeso, Konstantinos Gavras tuvo que abandonar Grecia debido al activismo antimonárquico de su padre. Llegó a París en 1955, a los veinte años.
"Estoy profundamente orgulloso de la manera en la que fui recibido en Francia," recuerda. "Por primera vez me llamaron señor."
Costa-Gavras impuso su nombre desde finales de los años sesenta con sus thrillers políticos, como "Z" (1969), en reacción al golpe de los coroneles en Atenas, o "La Confesión" basada en el testimonio de Artur London contra las purgas comunistas en Checoslovaquia.
"Desaparecido", protagonizado por Jack Lemmon, es un alegato contra el golpe de Estado de 1973 en Chile.
"Siempre es difícil hacer una película" política, reconoce este maestro del cine: "esto asusta a los productores y también a los financiadores".
Costa-Gavras asegura que su libertad creativa se debe a su esposa Michèle Ray Gavras, "que organizó nuestra vida de tal manera que yo pudiera hacer las películas que quería hacer", y al éxito de sus primeras cintas.
"Alrededor de una mesa"
Costa-Gavras está convencido de que "todas las películas son políticas, no solo las mías".
"Sí, estoy comprometido, ¡pero todos estamos comprometidos cuando hacemos cine!", exclama.
"Para mí, las películas son como una conversación que tienes con amigos alrededor de una mesa: hemos bebido bien, hemos comido bien, y nos contamos historias. Cada uno intenta contar una historia que le afecta profundamente," estima el director.
"Así es como trato de hacer las películas. Pienso que no hay otra manera de hacerlas".
Más que una técnica o una estética, Costa-Gavras insiste en la importancia de los actores.
Durante mucho tiempo filmó con su grupo de amigos compuesto especialmente por Yves Montand y Simone Signoret.
"Siempre hay que establecer una relación muy estrecha con un actor para que se convierta en el personaje que queremos que sea," dice. "No dirijo a los actores, colaboro con ellos".
Cuando se le pregunta si se da cuenta del camino recorrido, asegura no mirar mucho hacia atrás. Ya tiene nuevas ideas, "sobre todo viviendo en un mundo que ha cambiado tanto, y que es muy provocador en varios sentidos" dice.
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