Carlos Enríquez: 120 años (+ OBRAS)
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Ese don para recrear los celajes voluptuosos de la isla, la sensualidad lúdica de la mujer, el donaire del paisaje de los campos... hizo de Carlos Enríquez (Zulueta, 3 de agosto de 1900 - La Habana, 2 de mayo de 1957) uno de los clásicos de nuestras artes visuales.
No bastaba el pincel para domar su impulso creativo: escribió también varias novelas. Él integró el grupo más relevante de nuestras tardías vanguardias, para estupefacción de algunos puristas, que no podían admitir ciertos énfasis realistas, ciertos "devaneos" erotizantes.
Pudo más el arte. La soltura de la pincelanda, el regodeo en las transparencias, el dominio de los matices marcaron un estilo perfectamente reconocible. Leyendas campesinas, personajes históricos, ensoñaciones, criaturas confluyentes poblaron su paisaje. Aquí y allá se explicita la denuncia social.
Carlos Enríquez murió antes de cumplir los 57 años, en su mítica quinta El hurón azul, abandonado por muchos de sus amigos y familiares.
Legó una obra emblemática del modernismo cubano. Afortunadamente, el Museo Nacional de Bellas Artes atesora una importante colección.
Combate, 1941. Óleo sobre tela;; 122.5 x 88.5 cm
Bilitis, 1935. Óleo sobre cartón; 53.5 x 45 cm
Retrato de María Luisa Gómez Mena. Óleo sobre tela; 86 x 66 cm
Desnudos, 1934. Óleo sobre cartón; 56 x 41 cm
El rapto de las mulatas, 1938. 162.5 x 114.5 cm
Paisaje criollo, 1943. Óleo sobre tela; 76 x 60 cm
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