BALLET EN FESTIVAL: Diversidad es la palabra de orden
especiales
Tríptico, por el Ballet Nacional de Cuba. Fotos: Nórido y Vila.
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Concluyó el primer fin de semana de presentaciones del XXVII Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso y los estrenos en la sala Avellaneda del Teatro Nacional reafirman la vocación integradora de la cita. Tres obras, tres compañías, tres estilos.
El canadiense Peter Quanz montó con el Ballet Nacional de Cuba una coreografía para cinco bailarines, Tríptico, que se articula en la alternancia de escenas de un trío masculino y una pareja de mujer y hombre. Cada subgrupo defiende una particular intensidad, que de alguna manera llegan a contraponerse: desde el juguetón desenfado de los tres primeros hasta el lirismo decidido del dueto.
Pero al final se trata de remarcar la individualidad de cada bailarín, después de que en determinado momento se rompe el esquema grupal. Hay un regusto neoclásico en el vocabulario que la propia estructura y ciertos movimientos intentan relajar. La intencional vocación lúdica no permite redondear fuertes núcleos dramáticos. Se trata en definitiva de una celebración de la danza, sin grandes pretensiones metafóricas ni arrobamientos melodramáticos.
A Susana Pous sí le interesa la moraleja. En Edén-6, la propuesta de su agrupación MiCompañía, evoca la relación de tres personas que se resuelve en la reafirmación de un ciclo. Es una auténtica pieza (en el sentido dramatúrgico) que recrea motivaciones y sentimientos perfectamente identificables, y con cierta vocación narrativa.
La caracterización diáfana de los personajes (muy bien defendidos por los bailarines) y la concreción efectiva de las acciones facilitan la comunicación. El espectador puede vislumbrar más de una historia. Pous sabe enhebrar peripecias en un discurso siempre coherente.
Acosta Danza estrenó Performance, una creación de la estadounidense Micaela Taylor que se centra, según sus propias palabras, en las complejidades de la interpretación. Los bailarines deben asumir una pauta heterogénea, que va de un desparpajo chaplinesco a la pose hierática, pasando por dinámicas y actitudes del hip hop.
Es un espectáculo que dinamita por momentos nociones preconcebidas de la belleza escénica... para recomponerlas enseguida, siguiendo líneas más reconocibles de la danza contemporánea.
Este fin de semana también subió al escenario la compañía Malpaso, con dos obras de su repertorio, Nana para un insomnio, de Daile Carrazana, y Mujer con agua, del célebre Mats Ek.
El próximo 28 de octubre, día del aniversario de la fundación del Ballet Nacional de Cuba, se reiniciarán las presentaciones en la sala Avellaneda, con la primera de las funciones de la temporada del clásico Giselle, una de las principales cartas de presentación de la compañía que fundaron Alberto, Fernando y Alicia Alonso.
El programa de ese fin de semana se extenderá a la sala Covarrubias y los teatros Sauto y Terry, de Matanzas y Cienfuegos, respectivamente.
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