¿Atletas o héroes y heroínas?

¿Atletas o héroes y heroínas?
Fecha de publicación: 
22 Abril 2024
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Te aseguro que los atletas y las atletas tienen mucho de héroes y heroínas, le digo a uno de mis vecinos muy escéptico en ese sentido. Para convencerlo les narraré acerca de algunos ejemplos. Y no siempre tienen que ver con el quehacer de grandes ases. Aunque entre ellos hay bastantes muestras de este tipo que los hace más grandes.  Los comparto con ustedes.

Comencé por casa: ¡Ana Fidelia! No por súper conocido, este caso deja de ser impactante y esclarecedor. Citaré lo expresado por Fidel en relación con el proceso vivido por la corredora, campeona mundial y medallista olímpica de nuevo después del accidente que por poco le cuesta la vida: “Para salvar a Ana Fidelia Quirot se juntaron dos cosas: un milagro de la ciencia y la técnica con un milagro de la voluntad humana… Admirábamos a Ana Fidelia por su voluntad de hierro y el colosal esfuerzo para obtener el título de campeona mundial de los 800 metros, que viene a ser un premio merecido a uno de los actos de solidaridad, a la más grade hazaña deportiva que hemos realizado, y a uno de los esfuerzos más grandes que se hayan hecho en el deporte jamás. La historia del deporte se lo agradecerá...” (13-9-1995).
 
No es el único suceso de este tipo en nuestro país. Muchos de los deportistas de la Mayor de las Antillas fueron rescatados para su quehacer agonal, hasta de la invalidez o la muerte, gracias al hospital Frank País y al maravilloso ortopédico Rodrigo Álvarez Cambras. Traigo a colación otro acto heroico, ocurrido en el ring de los Panamericanos de Ciudad de México 1975, cuando el 81 kilos Orestes Pedroso derrotó al estadounidense León Spinks, a pesar de tener desde la mitad de la pelea una mano fracturada. Aguantó el tremendo dolor y continuó en el combate hasta vencer. Su rival se impuso entre los ligerocompletos en Montreal 1976 y tuvo un buen desempeño profesional.

Al primer as olímpico lo expulsaron de la Universidad por competir en los I Juegos. El estadounidense James Conolly, con 13.71 metros en triple salto, se convirtió en el primer campeón olímpico de los tiempos modernos al imponerse en Atenas 1896. Compitió también en salto alto y largo: con 1.72 y 6.11, ocupó el segundo y el tercer  puestos, superado por su coterráneo Ellery Clark por 1.81 y 6.35. Robert Garret, de la misma selección, consiguió el subtítulo (6. 18) en el de longitud.


James Conolly

El gran premio vino después al retornar a su país: fue expulsado de la Universidad de Harvard, donde estudiaba, ¡por haber viajado a Grecia para participar en el certamen sin pedir permiso a sus profesores!  Recapacitaron y llegó a graduarse allí. A sus 81 años, en 1949, le otorgaron el título de Doctor Honoris Causa de dicha casa superior de estudios, en lo que pesó su destacada labor como escritor y periodista. Falleció el 20 de enero de 1957.

Derrota tras derrota, aunque ponía el alma al contender en los 1 500, los 5 000, loa 10 000 en los 3 000 con obstáculos. Hubo entrenadores que mandaban a enviarlo para el ajedrez. “A lo mejor da ahí”. Pero el germano oriental Waldemar Cierpinski deseaba ser fondista. Y vencedor. Ante tanto amor demostrado, un instructor enternecido se hizo cargo de él, y lo cambió de especialidad. Eso le trajo burlas, ácidos comentarios: “Se ha vuelto loco. Miren que prepararlo para la carrera de maratón, la más dura...”   

Montreal 1976. A los 42 kilómetros y 195 metros, Waldemar es el primer medallista dorado de su país en esa distancia. Moscú 1980. Lo vi repetir la victoria: también regalar una sonrisa pícara y palabras con parecido sabor a un periodista que comentó durante la entrevista: “Usted debe haber sido siempre, desde muchacho, un ganador. Entonces el entrevistado, según el traductor, dejó caer algo así: “No crea, no crea”.


Waldemar Cierpinski

Ágnes Keleti sonríe, ríe, se emociona y emociona desde la pantalla cuando recuerda sus triunfos deportivos. Tenía 99 años al ser entrevistada en Israel durante la gran fiesta 2020. Era Ágnes Keleti, una de las más viejas campeonas olímpicas que aún estaban vivas. Húngara de origen judío, sufrió el nazismo en su propia familia al ser asesinados varios de sus ascendientes, y tener que deambular por el monte, sobreviviendo a duras penas o residir en tierras foráneas para escapar de la muerte hasta que fuera derrotada la Alemania fascista.

Repuesta de sus laceraciones físicas y mentales, aunque no olvidadas, actuó en Melbourne 1956. Ellas pesaron en que se batiera en la gimnasia artística para demostrar la falacia de la inferioridad propagada por los hitlerianos. Los profesores la habían entrenado muy buen, y en la XVI gran justa lo mostró. Keleti compitió de tú por tú con la maravillosa Larisa Latinina. La soviética consiguió la mayor puntuación individual al acumular 74.933. La magyar la secundó con 74.633.

La mejor en la clasificación general triunfó también en los saltos al caballo (18.833) y a manos libres (18.732 y Ágnes, con igual puntuación, ocupó el mismo sitio en las ejecuciones sobre el tapiz y la superó en la viga de equilibrio (18.800) y las asimétricas (18.996). En la citada lid, Larisa agregó la máxima presea en la batalla por equipos (444.80) mientras que su más difícil oponente añadió a sus conquistas el subtítulo colectivo (444.50) Latinina está entre los deportistas con mayor cantidad de galardones en la lid rescatada por Pierre de Coubertin con 9 doradas, 4 de plata y 5 terceros lugares, mientras que la Keleti clasifica entre las grandes de su disciplina con 5-3-4.


Ágnes Keleti
 
Lástima que Ágnes se establecieras después en Israel, y viviera muchos años sin rebelarse en una nación dirigida por criminales y enajenadores de su pueblo, al estilo de los que dañaron tanto al mundo, sufrimiento que la familia Keleti sintió entonces en carne propia, como ahora la sufren los palestinos.

Yuri Tyukalov es uno de los muchísimos niños y adolescentes participantes muy activos en el enfrentamiento al cerco nazi a Leningrado. Las tropas hitlerianas aprietan. Intentan dar el golpe final. Los rodeados fortalecen la pujanza. Van más allá. El coraje inicial de los héroes de la fortaleza de Brest muestra el camino a escoger a pesar de los errores de la alta dirigencia. Podrá discutirse después; mientras encuentran el camino. El pueblo leningradense está confiado en que lo hallarán y lo que le toca, por ser lo honrado, es luchar juntando el alma con la inteligencia, la dignidad con los saberes.

Hay que agregarle el avance a esa resistencia. Deben estar dispuesto a morir por la patria, pero más dispuesto aún para destrozar al enemigo. Salir del cerco y vencerles. Adolescentes y niños aportan. Victoria del pueblo. Humillados los invasores. Ya desfilan por las calles de la derrota. Tyukalov fue uno de aquellos infantes crecidos. Apoyaba a los combatientes. Les llevó alimentos. Limpiaba las armas. Participó en sabotajes, en la violencia necesaria de la bondad contra la violencia de la maldad.
 

Yuri Tyukalov

Ahora sube a su bote que está muy lejos de lo moderno. Competirá en las aguas de Helsinki, escenario del remo en la edición 15 olímpica. Cree en la fuerza de sus brazos, la disciplina y la consagración en el adiestramiento de él y su entrenador. No lo amilana el atraso de la embarcación. Tampoco la burla de varios rivales. Muchos de ellos, miembros de clubes aristocráticos, incluso poseen títulos nobiliarios.
 
Final de la especialidad de skiff o sculls individual. ¡Ahí va el remero soviético! Su patria debuta en el clásico forjado por Coubertin. Avanza, avanza. Atrás van quedando los contrincantes, entre ellos, varios burladores. Yuri Tyukalov es el campeón de la prueba en 1952 con tiempo de 8:12.8. En este orden quedan sobre sus botes impecables el australiano Wood (8:14.5), el polaco Kocerca (8:19.4), el inglés Fox (8: 22.5) y el sudafricano Stephen (8:31.4). Wood se había impuesto en Londres 1948. Las aguas de Finlandia se rindieron ante los remos manejados por Yuri como los hitlerianos hicieron en Leningrado ante las tropas de la Unión Soviética.

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