Ada de los gatos
especiales
¿Quién dice que las hadas andan agitando sus alas solo entre los libros de cuentos? En mi barrio hay una Ada, sin H, pero hada al fin, que revolotea con sus amorosas alas lo mismo en la cola del pan, en la del pollo, y sobre todo, entre gatos.
Porque sí, Ada Malo Moliner, que de malo nada tiene, llegó a alimentar hasta unos 90 gatos. Ahora tiene una veintena y cada día se le suele ver rodeada por todos, en las inmediaciones de su edificio, alimentándolos y hablándoles en susurros que solo ellos entienden.
Basta con que Ada se posicione con sus platicos y jabas para que de todas partes y como por arte de magia, hada al fin, empiecen a surgir gatos de todos los colores y tamaños que van a su encuentro.
Esta jubilada de 77 años cuenta a CubaSí que muchos vecinos le dan sus aportes y, cuando conversamos, estaba particularmente contenta porque un joven que trabajaba en un restaurante le había traído restos de buen pescado, que tenían alborotada a toda la tropa felina.
Ada aclara que tiene un hijo y dos nietos, que no es un paliativo a la falta de cariño o a la soledad. Ella, declara, simplemente se siente bien consigo misma atendiendo a los gatos sin dueño, «pero no sin amor, porque con el mío les sobra».
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