¿Dónde hay?

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¿Dónde hay?
Fecha de publicación: 
3 Octubre 2019
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Por estos días en que aprieta el zapato, se repite la pregunta en muchos espacios y referida a disímiles productos: ¿Dónde hay?

Pero lo que no hace falta preguntar hoy en Cuba es dónde hay solidaridad. Esa, sin racionamiento y sin cola, está al doblar de cada esquina.

Ha sido siempre así: la vecina que te alcanza la pastilla, el buchito de café o la latica de arroz, el desconocido que te ayuda a bajar de la guagua o te carga la jaba, la muchacha que por la calle auxilia a la viejita...

Es algo que parece estar en nuestro ADN. Lo que llama la atención es que en estos tiempos en que el bloqueo ha arreciado y nos lo estamos sintiendo duro, en vez de tirar cada quien para su pedacito, han crecido proporcionalmente las muestras de solidaridad, las ganas de ayudar al de al lado, echando por tierra aquello de «el que da lo que tiene a pedir se queda».

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Y no solo se han hecho más notables las ganas de ayudar de las formas más convencionales, sino que han surgido, en coherencia con la contemporaneidad marcada por las nuevas tecnologías, novedosos espacios de ayuda.

En las redes sociales y también en aplicaciones de mensajería como Telegram se han creado grupos colaborativos, comunidades virtuales altamente interactivas, concebidas para ayudar a la gente a localizar los productos que necesitan.

Han aparecido así @DondeHayEnLaHabana, @DondeHayGasolina y @DondeEstaLaGuagua. Las dos primeras, como su nombre indica, orientan al que pregunta dónde encontrar este o aquel producto; la primera con más de 2 400 usuarios que se convierten, a su vez, en multiplicadores de la información.

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La relacionada con la guagua, al igual que las otras, se alimenta de lo informado por los propios ciudadanos, pero en ese caso, en tiempo real van posteando por dónde va la guagua en que viajan para que cada quien sepa cuánto tendrá que esperar.

Es verdad que no todo el mundo en la Isla puede acceder a Internet desde su celular cada vez que lo desea o lo necesita, las tarifas todavía no lo permiten. Pero resulta una ayuda, y habría que destacar que quienes aportan la información de dónde hay, también son cubanos de a pie que usan su saldo para ayudar a los demás sin ningún ánimo de lucro.

El conocido sociólogo y economista Manuel Castells ya lo anunciaba: las personas, las instituciones, las empresas y la sociedad en general transforman cualquier tecnología a través de la apropiación y la modificación, sobre todo en Internet, por ser esta una tecnología de la comunicación.

Vivimos inmersos en una época en que, innegablemente, los flujos de información a través de Internet se convierten en el ámbito dominante; lo subrayan los más reconocidos estudiosos y la vida lo ratifica.

Y los cubanos, desde esta pequeña encrucijada caribeña asediada por el más poderoso imperio, igual andan confirmando el poderío y la utilidad de esa información que fluye por la World Wide Web.

Está claro que la Internet, y las nuevas tecnologías en general, llevan el traje de quienes las utilizan, ya sea en el bando de los que aman y fundan, o en el de los que odian y deshacen —apelando a la frase martiana que el Presidente cubano reiterara recientemente.

Y en el caso que nos ocupa, sin dudas se trata del bando de la bondad. La aclaración vale porque algún trasnochado pudiera aventurar la interpretación de que tales comunidades virtuales lo que hacen es «sacar nuestros trapitos al sol».

Pero nada más ajeno mueve a esos grupos que intentar un descrédito. Es verdad que será difícil encontrar a ciudadanos de otros países preguntándose vía Internet dónde hay pollo, dónde papel sanitario o gasolina, pero también es verdad que muchísimos humanos en este planeta ni siquiera pueden formular tales preguntas y no porque igual necesiten hacerlo, al punto que la desnutrición les lleva a la agonía y la muerte.

También vale recordar que no podrán encontrase sitios o comunidades virtuales creados por cubanos preguntando dónde están sus familiares desaparecidos, como lo hacen, por ejemplo, las Abuelas de Plaza de mayo, o chilenos a quienes la dictadura Pinochetista les desapareció sus seres queridos.

Agilidad y sentido de la oportunidad identifican a este quehacer de los grupos virtuales DóndeHay, para llamarles de alguna forma. Pareciera que se anticipan a algo que pudieran hacer por estos días, con más recursos y personal, algunas instituciones.

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Ayudar a que la ciudadanía sepa dónde puede encontrar algunos de los productos que necesita, evita colas y pérdidas de tiempo.                     Foto: Granma

De todos modos, en ese ámbito institucional se han dado pasos importantes de cara a la comunicación interactiva, a la sociedad de la informatización y a ese gobierno en línea que la presidencia de Cuba encabeza y estimula, pero todavía gatean los empeños por parte de ministerios, organizaciones de masas y políticas, y otras instancias. De hecho, fue creada el pasado mayo por la Cadena de Tiendas Panamericanas Cimex la aplicación android Donde hay, que es también un localizador de productos.

La venidera automatización y también el conocido como Internet de las Cosas serán fortalezas en tal sentido.

En estos días de zapato apretado, se han habilitado sitios digitales, teléfonos y otras alternativas para que la ciudadanía denuncie, alerte, sugiera. Pero el pueblo, tan sabio como sus gobernantes porque de él han surgido, complementa esas variantes con estas otras de las comunidades colaborativas informales, objeto de estas líneas.

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Saber por dónde va la guagua puede resultar bien útil. Espacios televisivos, como la revista informativa Buenos Días, subrayan su función también utilitaria. Foto: Cubahora

La flexibilidad de Internet permite que este medio sea apropiado para reflejar el estado de la sociedad donde se utiliza, decía Castells.

Ciertamente, la ciudadanía de este país lo está corroborando también con estos grupos colaborativos, que sí, reflejan que no hay esto o aquello, pero igual dicen a quien quiera en el mundo enterarse, cómo los habitantes de esta Isla juntamos hombros haciendo Cuba y cuánta solidaridad, creatividad y ganas de ayudar al prójimo abundan por estos lares.

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