Yarisley Silva y Adriana Rodríguez: La toma femenina de Villa Videna
especiales
Sus rendimientos tuvieron matices distintos, pero lo cierto es que levantaron a millones de sus asientos, nos enervaron al límite antes de alegrarnos la tarde del jueves.
Yarisley: Siempre inmensa en su romance con las nubes
Siempre habrá que contar con ella en un evento fundamental. No importa si su temporada había estado marcada por la inestabilidad propia de un electrocardiograma, tampoco el hecho de no haber sobrevolado la varilla más allá de 4.70. Mucho menos si los 35 minutos de calentamiento previos a la hora cero no fueron suficientes…
Sencillamente, decir Yarisley Silva se traduce en reservarnos a los amantes del atletismo, grandes emociones. La hazaña de la reedición de su corona en Lima tuvo de todo eso, y algo más.
No sentía su cuerpo del todo caliente. Le faltó tiempo y eso aderezado con el gélido clima imperante en Lima, afectó su forma óptima para iniciar la competencia, por lo que tuvo que iniciar su secuencia de saltos a la altura de 4.25 metros cuando regularmente lo hace sobre 4.40.
Esa desición conllevaría a mayor cansancio y más cantidad de saltos si la justa se prolongaba. Por si eso no bastara nos tuvo al borde del infarto cuando superó la varilla colocada a 4.35 en su tercera ejecución.
En lo adelante, se vestiría de impecable, apostando a su maestría y reminiscencias de ese 2015 de contundencia inusitada. Pasó a la primera las alturas de 4.45-4.55-4.65. en esta última fueron cayendo varias de sus más enconadas oponentes como la canadiense Alysha Newman (4.55-bronce), y la venezolana Robelys Peinado (4.55-5ta).
Solo ella y la estadounidense Kathryn Nageotte (4.70-plata), además de sexta del ranking mundial de la temporada (4.82) quedaban en competencia. La norteña venció los 4.70 en su segunda oportunidad y Yarisley, literalmente con el agua al cuello, se lo jugó todo, como ese jugador que deposita todas sus fichas al 4.75 rojo de la ruleta y con un único intento disponible a dicha altura luego de fallar dos veces los 4.70 y renunciar para elevar la varilla, tomó su garrocha cual Quijote que embiste molinos, tensó sus músculos y echó a correr hacia la cuña…
Carrera coronada con un vuelo triunfal, con otra caricia a las nubes, con los brazos abiertos hacia lo eterno y una sonrisa solo comparable con la alegría de su título universal en 2015 y su plata olímpica.
Sí señores, lo digo con total conocimiento de causa, luego de haber radiografiado profundamente su año 2019 hasta ese minuto.
La bandera, la vuelta al óvalo, toneladas de presión extirpadas y el agradecimiento perenne a todos los que de una forma u otra confiaron en ella, y tuvieron, por mínimo que fuese, un vínculo con dicho rendimiento.
Extiende a tres su cadena de vellocinos en Juegos panamericanos, luego de esos mismos 4.75 en Guadalajara 2011; y los 4.85 que constituyen el actual récord Panamericano en Toronto hace cuatro años.
Gracias, Yarisley, por tantos años de sacrificio, pero también por tantos momentos de gloria que nos has obsequiado.
Adriana Rodríguez demostró todo su potencial en las carreras, pruebas donde consiguió la mayor puntuación. Foto: José Meriño, enviado especial.
Adriana Rodríguez: Cómo redimir a Yorgelis Rodríguez
Hay deportistas que nacieron para convertirse en grandes. Hay otros que lo son inobjetablemente. Le profesé palabras de aliento a Yorgelis Rodríguez luego de quedar descalificada en el inicio del heptatlón en Lima. Pero, sin duda alguna, el mejor aliento se lo concedió su coequipera Adriana Rodríguez, al coronarse con 6 113 unidades.
En su primera campaña como atleta mayor y con 20 abriles, Adriana acaricia su primer resultado importante, materializado, además, con marca personal y con el siguiente desglose:
13.37 s-1 069ptos en 100 c/v; 1.77 m-941 en salto de altura; 13.21m-741 en impulsión de la bala; 24.02s-979 en los 200 metros; 6.46m-994 en longitud; 33.59-545 en la jabalina; y 2:18.49 minutos-844 en la doble vuelta al óvalo.
Con una locuacidad poco acostumbrada, señal de que se le da mejor escribir que hablar delante de un micrófono o grabadora dialogó vía electrónica con CubaSí:
“Lo mejor era que no tenía nada que perder y mucho que ganar”, inició con un crono relámpago el diálogo.
Esa actitud es importante, enfoque y nada que perder... Háblame de los eventos, riposté.
“En las carreras me sentí muy bien, a pesar del frío que hacía. En el salto de altura me sentí un poco incómoda por algunos problemas relacionados con la carrera de impulso que aún no he logrado solucionar. Además, saltar contra una varilla que te impone un límite tensiona más”...
¿La longitud luego de dos fouls?
“En el largo, después de los dos fauls, no me sentía tan presionada porque he tenido una buena temporada en esta prueba y sentía que podía controlar la situación”.
Hablamos de que se ha estirado hasta 7.02 metros con viento favorable, y que en la final de longitud clavó los pinchos en 6.49 para la quinta plaza.
“En la jabalina tenía otras aspiraciones, pero no se pudo, y ya en el ochocientos, dije: esta medalla a mí no me la quita nadie. Salí a correr con la vida e hice mi mejor tiempo en esa distancia”.
¿Qué te aconsejaron tu entrenador Gabino y Leonel?
“Mucha tranquilidad en cada ejecución, carrera o lanzamiento, repasar la técnica, cero presión”…
Adriana le dedicó el triunfo a Yorgelis.
“Que el título haya quedado en Cuba fue mi manera de apoyar a mi compañera. Ella pudo renunciar a estar aquí, pero hizo lo imposible por llegar en forma. Solo nosotros sabemos todo el esfuerzo realizado. Por eso, el oro tiene mucho de todos, del equipo médico, de Yorgelis y Leonel, de mi entrenador Gabino... ¡Simplemente estoy feliz!"
Gracias fueron sus últimas palabras, cuando ya pasaba la medianoche acá en Cuba y ella todavía asimilaba, en la quietud de su habitación, la magnitud de su rendimiento. La escoltaron la estadounidense Annie Kunz (5 990) y la colombiana Martha Araujo (5 925).
Hubo participación antillana en otras pruebas: Zurian Hechevarría (55.85 s) fue cuarta en los 400 c/v, prueba dominada por la canadiense Heather Watson (55.16). Su homólogo Leandro Zamora (50.29) no pasó de la séptima plaza en segmento ganado por el brasileño Alison Alves (marca personal de 48.45).
En la vuelta al óvalo, Roxana Gómez, pese a estampar marca personal de 51.65 segundos, no pasó del cuarto peldaño. La estelar jamaicana Sherika Jackson (50.73) se llevó el gato al agua.
El martillista Roberto Janet (71.93) ancló séptimo, en tanto Reinier Mejías (67.50) no avanzaba al segmento finalista decisivo, del cual salió vencedor el chileno Gabriel Kehr (74.98).
Mientras, en la altura femenina, Isis Kaila Herrera (1.74) fue duodécima en feudo de la experimentada Levern Spencer (1.87), de Santa Lucía. Por cierto, una de las finales más discretas hasta la fecha.
El impulso de la mano de las cinco coronas acariciadas este jueves nos mantuvo en la quinta posición del medallero (23-17-20). Estados Unidos (82-69-55), Brasil (36-28-51), México (27-24-46) y Canadá (26-46-41) nos anteceden.
Toca decir, desear y atestiguar que, ciertamente, nuestros restantes efectivos irán por más.
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