¿La música popular bailable está en crisis?

¿La música popular bailable está en crisis?
Fecha de publicación: 
6 Mayo 2019
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El llamado género urbano gana cada vez más espacio y pareciera que las orquestas que llevan años haciendo los géneros cubanos de la música popular bailable están en desventaja.

¿Qué prefiere el público bailador? ¿La música cubana está a la altura de esas demandas? ¿Se puede hablar de una crisis en la creación? ¿O es puramente cuestión de mercado? Conversamos con cuatro importantes músicos cubanos, directores de agrupaciones emblemáticas.

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—¿Hasta qué punto es cierta la mítica trascendencia universal de la música popular bailable cubana?

—La música popular bailable cubana es, y ha sido desde hace mucho tiempo, una de las manifestaciones de más trascendencia en el panorama universal. Somos un país muy pequeño, pero musicalmente somos gigantes. Nuestra música ha trascendido a todas las latitudes.

«Fíjate, que es difícil encontrar un evento dedicado a la música bailable en el mundo en el que no estén representados nuestros ritmos, aunque los asuman con otro estilo.

«Yo creo que lo que falta a esta música es un tejido que soporte su calidad. Estoy hablando de un tejido económico. La música contemporánea ha tomado otro camino. Por ejemplo, un video clip de estos tiempos, para que pueda competir, necesita de una gran factura.

«Que no parezca que estoy pidiendo nada específico. Pero ahí está la clave: desde el punto de vista del soporto económico estamos por muy por debajo de otras expresiones musicales en el mundo».

—¿Y cómo coexiste entonces la música popular bailable cubana con esas expresiones foráneas?

—Es que aquí no es como en Puerto Rico o como Colombia, donde la cumbia compite con la salsa. Lo nuestro es la fusión. Tú escuchas por ejemplo a David Blanco y notas la cubanía debajo del rock que hace. Incluso, escuchas el reguetón cubano y no se parece al del resto del mundo. La música cubana de ahora mismo está toda fusionada.

«Lo ideal sería unir todo este gran movimiento, que existe en buena medida gracias a la posibilidad que ha dado este país de que los jóvenes se puedan formar en las escuelas de arte. Hay mucha calidad musical aquí, es un referente para el mundo entero.

«En América Latina, por ejemplo, el ochenta por ciento de los músicos no han tenido la posibilidad de pasar por un conservatorio.

«Entonces, hay que trabajar con ganas, todo el mundo: las empresas, la prensa y nosotros los músicos, para que el pueblo tengo su música al nivel que siempre tuvo».

—El nivel que siempre tuvo, dice usted. ¿Admite entonces que hay un retroceso ahora mismo?

—En parte sí y en parte no. Solo te digo: crisis en la creación no hay. La cuestión es que la música pueda competir. Es como el deporte: hay que prepararse para competir. Para eso hace falta estatus. Ese es un reto para nuestra música, sobre todo para las nuevas generaciones de músicos.

«Las orquestas establecidas en Cuba cuentan casi todas con más de veinte años. Tenemos que aspirar a que haya orquestas de nueva creación. Este es el momento. Nuestra música popular bailable tiene que ser la más importante de la región… y una de las más importantes del mundo».

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—¿Podemos hablar de una crisis en la música popular bailable cubana?

—Yo no creo que haya una crisis, lo que falta es información, promoción a distintos niveles. Muchas veces, cuando se convoca a un evento dedicado a la música popular bailable, la que hacemos nosotros, de pronto se insertan otros géneros que no tienen nada que ver con la convocatoria inicial.

«Se convoca a música popular cubana y ves cómo se intercalan, entre número y número, manifestaciones “extrañas”. Eso, al final, afecta no solo al evento en cuestión, sino también a nuestra música.

«Hace falta más respaldo, desde todos los puntos de vista, porque el talento está. Hicimos hace poco un concierto en el Cotorro y fue impresionante la respuesta del público. Yo me dije: “aquí no hay ninguna crisis, hay lo que hace falta es que la música se posicione mejor”».

—¿Posicionarse frente a qué?

—Mira, la gente está suturada por la presencia creciente de ciertos géneros foráneos. No es que yo tenga nada contra esos géneros, todo tiene su espacio. Siempre hemos coexistido con otras expresiones de la música popular que venían de afuera. En la época dorada de la Aragón estaba el rock and roll. Se bailaba de todo: yo mismo bailé mucho rock and roll. Pero también bailaba con la Aragón, con Chapotín…

«Tiene que ser una balanza. Pero ciertamente debería estar a favor nuestro».

—¿Hay equilibrio entre la calidad de la música que se hace y su difusión?

—Hay un nivel técnico extraordinario. Hay incluso orquestas que nadie conoce, pero si uno se fija en los músicos, nota que cuentan con excelentes instrumentistas. Yo te diría que la calidad ahora mismo, en cuanto a técnica musical, es superior a la de hace quince o veinte años atrás.

«Pero eso no es suficiente: hay que apoyar mucho más a ese talento. Y es una tarea de todos: las instituciones de la cultura, las empresas discográficas, los medios de comunicación… La música cubana es un patrimonio de todos».

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—¿Cómo garantizar un público para la música popular bailable?

—Los representantes de la música popular bailable, la más auténtica, la que nació aquí, todos los que hacen esa música tenemos que estar unidos. Es la única manera de que esos géneros sigan avanzando. Es una apuesta no solo por la música, sino también por la cultura del país.

—¿Cree que esos géneros cubanos están experimentando un retroceso en el gusto del público? ¿Puede hablarse de una crisis en la creación?

—Lo que hay que hacer es seguir trabajando, seguir luchando, seguir haciendo discos… cosas buenas. Eso es lo que han hecho siempre todos mis compañeros en la música… y también los de otras manifestaciones artísticas. No podemos cansarnos.

«Cuba sigue siendo una potencia musical. De aquí salieron el danzón, el danzonete, el bolero, el mambo, el changüí de mi papá, el songo de Juan Formell, el mozambique, la rumba… Cuba, para la música, es algo muy grande. Somos una isla muy pequeña, pero tenemos un corazón bien grande».

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—¿Basta contar con buenos músicos para hacer buena música?

—Los Van Van siempre han tenido el objetivo de hacer buena música, en función del momento, de las demandas de cada época. Pero que la buena música se conozca no es solo responsabilidad de los músicos. Mucha gente tiene que intervenir en ese proceso.

«Además de contar con los medios de comunicación (que son vitales, incluyendo la radio, la televisión, la prensa escrita y los nuevos medios del internet y las redes sociales), también hace falta consolidar plataformas para el mercado.

«La música que se está haciendo en Cuba tiene mucha calidad, y eso se hace evidente cuando estamos en el extranjero: los conciertos se repletan. Y los llenamos haciendo nuestra música, que tiene una gran tradición y es parte importantísima de la cultura cubana y de la idiosincrasia de nuestro pueblo.

«Pero esa calidad hay que demostrarla todos los días.

«Lo más importante es enfocarte en lo que está pasando a tu alrededor, comprender qué es lo que quiere la gente, lo que quiere la juventud… A nosotros nos complace mucho conectar con las nuevas generaciones, con un público que puede gustar de lo que se denomina “música urbana”, que al final es mucho más simple y se puede “aprender” más fácilmente, pero que no renuncia a sus raíces.

«Hay que “pegar” los coros, hay que buscar nuevas sonoridades, hay que mezclar el sonido de los instrumentos electrónicos con el de los tradicionales… La cosa es no quedarse de brazos cruzados».

—¿Es optimista entonces ante este panorama?

—Siempre. Esta es, en definitiva, la música del pueblo cubano. Los cubanos somos muy exigentes con nuestra música. Tanto es así, que hubo épocas en que las orquestas tenían que hacer un disco por año, algo que no sucede en todas partes. Eso, creo yo, es malgastar mucha música, hay temas que la gente no tiene tiempo de escuchar. Pero el pueblo cubano consume rápido.

«Y por suerte, hay muchas y buenas orquestas. Yo tengo mucha fe. Y Los Van Van, como bandera de este movimiento, seguimos dando el ejemplo. Nuestra música está viva… y no se va a morir nunca».

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