Juegos a siete entradas: ¿ponche o jonrón?

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Juegos a siete entradas: ¿ponche o jonrón?
Fecha de publicación: 
25 Marzo 2019
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Ricardo Fraccari, presidente de la Confederación Mundial de Béisbol-Softbol (WBSC, por sus siglas en inglés), anunció durante un contacto con la prensa en La Habana, recientemente, que tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 los partidos internacionales se acortarán a siete entradas.

El federativo explicó que es necesario globalizar aún más este deporte, y por eso se estaban tomando medidas.

El béisbol no estará en París 2024,  pero uno de los objetivos de la WBCS es regresarlo en Los Ángeles 2028.

Uno de los aspectos positivos de la medida radica en que los equipos necesitarán menos jugadores, lo que debe facilitar la inserción en el concierto olímpico. El tema de las cuotas en esa lid siempre genera impedimentos.

Los partidos deben reducir su duración, según estudios realizados, en alrededor de una hora como promedio, debido a que las mayores demoras se generan en el tercio final. Serán, a priori, más factibles para la televisión, un ente determinante en el deporte universal. Las audiencias aumentarían y con esas el béisbol llegaría a más rincones del planeta.

Las diferencias entre equipos se reducirían también, pues con menos lanzadores de calidad pueden equipararse teniendo niveles contrastantes.

¿Constituyen estas razones de peso para la medida? ¿Cambiar la esencia de un deporte tan tradicional asegurará su presencia bajo los cinco aros?

Al reducir los juegos en dos entradas, cambia la dinámica de una disciplina que ha mantenido los nueve innings durante muchísimos años. ¿Será aceptado por la mayoría de los seguidores en el mundo?

Los cambios generan opiniones diversas. Para muchos aficionados los partidos se pueden acortar con otras medidas y no precisamente con una tan radical.

Algunos sugieren entradas de dos outs, ponches de dos strikes, boletos con solo tres bolas o sencillamente normarle el tiempo a los lanzadores entre un lanzamiento y otro, así como entre entradas. Según ellos, allí radica la excesiva demora de los juegos.

Otros creen que pueden eliminarse algunas visitas al montículo o permitirles a los bateadores menos libertades en el cajón de bateo. La ubicación de relojes en los terrenos ya se emplea por los organizadores del béisbol.

Las opiniones son muchas, pero la gran mayoría no apoya esta drástica solución...

Lo cierto es que un desafío de siete innings cambia toda la estrategia de un deporte tan rico en situaciones y variantes.

Después de Tokio, los lanzadores abridores con tres o cuatro capítulos de actuación realizarán su trabajo. Con solo tres tiradores de puntería puede asegurarse una victoria, incluso con dos.

La especialización del pitcheo se verá limitada y el llamado preparador (lanzador que actúa antes del cerrador) perderá protagonismo.

Las estadísticas cambiarán radicalmente, con nuevas marcas para un juego, y será como comenzar de cero en materia de números.

La sabermetría tendrá que reinventarse, y quizás regresen los abundantes intentos de toque de bola por la necesidad imperante de fabricar carreras.

Un director me apuntaba en una ocasión que los partidos de pelota se ganaban en el último tercio. La estrategia se antoja vital a la hora de preservar victorias entre el séptimo y el noveno capítulo. ¿Cómo asumirán los mánagers este recorte?

Los timoneles también tendrán que adaptarse a la nueva situación. Incluso a la hora de establecer un orden al bate resultará imprescindible situar a los mejores bateadores en los primeros turnos para que lleguen más veces al cajón de bateo.

Esta práctica es habitual en algunos equipos de Grandes Ligas, pero será más justificado ahora que se recortará casi una vuelta del line up.

La estrategia variará porque el tiempo de reacción será menor. Un racimo en los tres primeros capítulos podría definir el resultado final. Los directores asumirán mayor compromiso para ganar partidos, debido al menor tiempo para tomar decisiones.

El juego a siete entradas será la medida más revolucionaria del béisbol en más de siglo y medio de existencia.

Fraccari entrará en la historia, como lo hizo el norteamericano Harvey Schiller con la regla de extrainnings.

La esencia del béisbol cambiará drásticamente después de 2020 en los eventos internacionales. ¿Para bien o mal? Ojalá no sea un ponche que decrete el final del juego.

 

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