Los niños de mi barrio contra el gran maloso Donald Trump
especiales
Cuando la madre, después de quinientos gritos, fue a buscarlo a los bajos del edificio, el chiquillo venía envuelto en guisasos.
La señora montó en cólera: Pero niño, ¿cómo se te puso así ese abrigo? Es que estábamos practicando por si nos encontramos a Donald Trump. ¿Practicando? —le preguntó, ahora más asombrada que molesta—. Le vamos a dar con lo que encontremos. ¿Y eso por qué? Porque Donald Trump es un gran maloso, los cubanos no se meten con él y él nos ataca.
Pues muy bien, la cólera se fue transformando en orgullo: ¿Y son muchos ustedes? Uff, unos cuantos: Ariel, Handel, Carlitos, Cristian y yo. Ah, bueno, todo un ejército.
Ya casi estaba sonriendo cuando notó que seguía sin entender por qué tantos guisasos en el abrigo, pero el hijo tenía lista la estocada final: es que estábamos haciendo como que Trump era una mata de guisasos; imagínate, había que pelear sin miedo. No te preocupes, yo te ayudo a limpiar el abrigo, pero así es la cosa: a Donald Trump hay que darle con todo, esa mata de guisasos con pelusas amarillas no asusta ni a los niños de este país.
Ya usted sabe, míster, entrene, que la resistencia está preparada. Supongo que eso pensaría la madre, porque solo se sonrió y le dijo al pequeño valiente: esta historia la tengo que contar.
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