Ofensiva en Sudámerica: golpes suaves y contrainsurgencias
especiales
El reciente Golpe de Estado parlamentario en Paraguay tomó elementos básicos de viejas contrainsurgencias, como un montaje de provocación criminal: el desalojo de campesinos , el enfrentamiento, y una acción rápida en un organizado operativo que estaba preparado desde hacía tiempo, como revelan varios documentos, y tenía como finalidad dar un viso de institucionalidad a la destitución de un presidente electo democráticamente como lo fue Fernando Lugo.
Los hechos se sucedieron con una dinámica nueva: el trágico supuesto enfrentamiento, y la preparada estrategia congresional de un parlamento conformado por ex golpistas como el general Lino Oviedo y sus seguidores y ex funcionarios y empresarios que se enriquecieron apoderándose de tierras bajo la sombra de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989)ahora acompañados por sectores del tradicional Partido Liberal, que hace rato traicionaron sus propios orígenes.
Su histórico dirigente Domingo Laíno está contra el golpe, alejado tempranamente de Federico Franco, el ex vicepresidente de Lugo, que desde 2009 conspiraba con la embajada de Estados Unidos para derrocar al mandatario.
En Paraguay Estados Unidos no tuvo necesidad de corromper al Congreso-como lo hizo en Honduras- porque estaba considerado el más corrupto de la región. Desde el inicio de la dictadura de Strossner Washington es el poder real en Paraguay.
La permanencia de sus tropas en ese país con inmunidad total, fue también clave para preparar el nuevo golpe “parlamentario” en el escaso tiempo de menos de diez días, desde el 15 de junio cuando se armó el cruento escenario de Curuguaty, donde seis policías desarmados que dialogaban con los campesinos fueron muertos con dramática eficiencia de francotiradores, con disparos en el cuello y la cabeza y armas que no existen en esa región. Así lo comprobó el primer informe de la Comisión Investigadora creada por Lugo. Ese hecho desató la represión de fuerzas especiales paraguayas instruidas por Estados Unidos y asesores colombianos.
A los seis policías se sumaron 11 campesinos asesinados, decenas de heridos y también desaparecidos. La Comisión Investigadora formada por Lugo fue disuelta inmediatamente después del golpe.
La masacre de Curuguaty fue utilizada o para llevar adelante un proyecto intentado al menos 24 veces antes que era instalar un juicio político para destituir al presidente. En menos de 48 horas sin investigar, usando un libelo con informes de periódicos que como el ABC participaron a lo largo de los últimos cuatro años, de una campaña brutal contra Lugo se montó la farsa.
No hubo pruebas, sólo la impunidad de un Congreso donde conviven personajes de la pasada dictadura, que deberían estar detenidos desde hace largo tiempo por participar y ser cómplices de los delitos de lesa humanidad cometidos en los 35 años en que gobernó de facto Alfredo Stroessner.
Lugo no tenía prácticamente representación en el Congreso, cruzado por antiguas y nuevas mafias latifundistas, empresariales, militares y policiales y amurallado detrás del viejo poder dictatorial sobreviviente por la impunidad.
Así, después de una serie de de intentos golpistas, entre los que sólo se pudo concretar el de Honduras en 2009, el turno le correspondió a Paraguay(junio de 2012) con el gobierno más débil, porque surgió de alianzas diversas, prontamente quebradas por la traición abierta del golpista vicepresidente Franco.
En este caso Lugo sólo pudo concretar avances que decidía el Ejecutivo en soledad, mientras una campaña de prensa brutal y el Congreso los arrinconaban impidiendo una respuesta a las siempre olvidadas bases campesinas que lo llevaron al poder.
Entre varios pasos errados de Lugo estuvo la firma de un Acuerdo, ya preparado por su antecesor, con el gobierno de Alvaro Uribe en septiembre de 2008, a poco de su asunción del gobierno, para recibir “asesoramiento” antiterrorista de Colombia. Es decir traer el lobo a casa.
También lo fue permitir que sus opositores, alentados por la embajada estadunidense lo llevaran a desprenderse de una de las figuras más importantes su gobierno, el ministro de Defensa y general (r) Luis Bareiro Spaini.
En marzo del 2010 Bareiro Spaini acusó a la embajadora de Estados Unidos en Asunción, Liliana Ayalde, de injerencia en los asuntos internos de su país, después de conocer los dichos agraviantes contra el gobierno durante un almuerzo en esa embajada al que asistieron el entonces vicepresidente Franco con militares estadounidenses y políticos locales.
La oposición propuso de inmediato el juicio político contra el Ministro, a lo que añadiría luego el robo de tres fusiles en el ejército. No existe en la historia regional un Ministro de defensa enjuiciado por el robo de tres viejos fusiles, en realidad como se sabe ahora una denuncia falsa.
El adios de Lugo a su Ministro, que había creado una fuerte relación con las comunidades campesinas, se produjo en momentos de extrema debilidad cuando había trascendido que el mandatario tenía un cáncer linfático y la oposición intentaba destituirlo. Golpearlo en esas condiciones no fue difícil.
LOS MODELOS GOLPISTAS
Esto es lo que camina por América Latina, en una invasión silenciosa que denunciamos desde hace años infructuosamente y la que se hace visible cuando suceden hechos irreparables, y surgen estas complicidades, como los golpes en: Venezuela, 2002, derrotado por un pueblo en la calle y un fuerte sector leal del ejército venezolano.
Fue la primera vez en la historia regional (y mundial) en que un presidente secuestrado por golpistas financiados y apoyados por Estados Unidos, es devuelto al gobierno en 48 horas por un pueblo y un ejército en la calle.
Luego vendrían otros ensayos en Venezuela: huelgas patronales, paro petrolero golpista y brutal (2002-2003) todos derrotados. En realidad casa paso que se daba para destruir a Chávez terminó fortaleciéndolo, recuperando para el pueblo recursos naturales como el petróleo, y avanzando en un proceso social indetenible.
Entre marzo y julio de 2008 se produjo un intento golpista frustrado en Argentina, con un paro patronal- esta vez del campo-y la campaña mediática que lo acompañó, mostrando un modelo similar al venezolano y viejas reminiscencias de los desabastecimientos en Chile antes del golpe de septiembre de 1973 contra Salvador Allende.
La insistencia golpista reaparecerá en Bolivia, donde, desde que asumió Evo Morales en 2006, hubo una serie de intentos. Finalmente entre agosto y septiembre de 2008 sería el turno de los grupos fascistas de la Media Luna (Santa Cruz, Beni, Pando) y Tarija. El golpe que se intentó en Bolivia, tenía un conformación similar a lo que usarían en Libia en 2011 y Siria (2011- 2012).
Por una parte crear una “rebelión” interna -en caso de Bolivia, con los fascistas de la Media Luna- cuyos grupos de choque incendiaron en horas más de 170 edificios y amedrentaron a centenares de personas.
Por la otra produjeron una matanza de campesinos en Pando, cuando se dirigían desarmados e indefensos a manifestar su apoyo al presidente Morales, la que intentaron atribuir al mandatario boliviano, como una “violación de los derechos humanos”.
Los sucesos dramáticos ocurrieron en Tres Barracas y Porvenir el 11 de septiembre de 2008 y en el aeropuerto de Cobija al día siguiente. Los campesinos fueron emboscados, perseguidos casa por casa y por los montes cercanos, cazados y asesinados en el río Tahamanu cuando pretendían cruzarlo para ponerse a salvo. La cacería de personas fue feroz: 19 campesinos fueron asesinados brutalmente por funcionarios de la prefectura de Pando, y sus organizaciones de choque usando armas policiales, automóviles, grúas y otros elementos. Se constataron torturas en el lugar y decenas de heridos, golpeados y aterrorizados que fueron testigos claves.
Unasur envió de inmediato una comisión especial de Derechos Humanos a investigar los hechos, cuyas conclusiones fueron reconocidas internacionalmente, impidiendo que esta acción de guerra sucia de transformara en un argumento para iniciar la intervención con el apoyo de mercenarios y paramilitares como se ha visto en Libia y Siria en el esquema de Guerra de Baja Intensidad (GBI) y la contrainsurgencia que precede a las invasiones militares. El golpe fue abortado por la acción inmediata de Unasur y el apoyo del pueblo boliviano.
El gobierno no dudó y comprobada la abierta intervención de Estados Unidos, expulsó al embajador estadunidense Pihlip Goldberg Goldberg, ducho en dividir países y luego a los organismos de inteligencia injerencistas de Washington.
Luego sería el turno de Honduras en junio de 2009. En este caso los pasos dados a favor del pueblo, por el presidente Manuel Zelaya, la no obediencia a las “sugerencias” de nombrar ministros elegidos por la embajada estadounidense, la inclusión de Honduras en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y otras medidas progresistas lo puso en la mira de Washington.
El embajador John Negroponte fue enviado por el Departamento de Estado en una “gira” centroamericana que lo llevó a Honduras, un país donde había estado en los años 80 dirigiendo la guerra sucia contra Nicaragua, por lo cual está acusado de crímenes de lesa humanidad. Desde poco tiempo después de la asunción del presidente Zelaya, ya comenzó Negroponte su trabajo para corromper y cooptar todo lo que estuviera a su paso y especialmente a los partidarios liberales del mandatario en las Cámaras.
En junio de 2008 había avanzado lo suficiente, para lograr que ese Congreso votara una nueva Corte Suprema, cuya lista prepararon Negroponte y el embajador de Washington en Tegucigalpa, el cubano americano Hugo Llorens.
Entonces se practicó un modelo de golpe’duro’- el secuestro brutal del presidente y su traslado al exterior -previo paso por la base militar estadunidense de Palmerola- mientras los militares ocupaban posiciones estratégica, y la parte “suave” del golpismo: el Congreso y la Corte Suprema(ya controlados) cumplían su nueva misión justificando el golpe, que para ellos era una “recuperación democrática” ante supuestas “amenazas” de Zelaya que ni siquiera proponía su reelección.
Se trataba de un país pequeño ocupado por bases de Estados Unidos y utilizado en distintas circunstancias contra la voluntad de su pueblo, como trampolín de intervenciones y guerras regionales. La acción de Unasur no pudo detener el golpe, aunque sí exponer la verdad y la incapacidad cuando no complicidad de la organización de Estados Americanos (OEA)en todo estos casos. Pero hasta hoy la heroica resistencia del pueblo hondureño sigue en pie, a pesar del terror y las matanzas.
En 2010 sería el turno de Ecuador. Aquí el modelo mostró otro esquema. Los “insurrectos” fueron fuerzas policiales, con algunos grupos militares detrás, especialmente la figura del ex coronel Lucio Gutiérrez, quien debió dejar el gobierno, después de traicionar todos sus compromisos y de cumplir un papel clave para dividir a sectores indígenas y campesinos, en un trabajo como topo de la CIA de Estados Unidos. La decidida acción del presidente Rafael Correa y del pueblo que salió a las calles, así como otra rápida reacción de Unasur, abortaron este golpe, que dejó muchas secuelas y enseñanzas.
Lamentablemente no se estudiaron los nuevos modelos de golpe cuyos mecanismos no analizaron los gobiernos de la región, si se tiene en cuenta la presencia en todos nuestros países de las Fundaciones del poder hegemónico como la USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo), la National Endowment Foundation (NED: en español ‘la Fundación para el Desarrollo de la Democracia’) y otras similares y sus redes de ONGs. Su accionar fue comprobado fehacientemente en las investigaciones en los golpes de Venezuela, Argentina, Bolivia, Honduras y Ecuador, Venezuela y ahora en Paraguay.
De la misma manera el papel de la prensa manejada por el poder hegemónico en estos golpes merece ser estudiada en el conjunto para entender que es el factor clave del golpismo del Siglo XXI, como lo fue antes, pero en este caso sobredimensionado por el apoderamiento de la mayoría de los medios de comunicación masiva, y por las tecnología de avanzada Además la desinformación es concebida como un tema de la seguridad nacional de la potencia hegemónica que avanza por el mundo en un proceso expansivo de características globales.
La participación activa en el golpe de Honduras de la Fundación UnoAmérica, creada en Colombia en diciembre de 2008 y que reúne a la plana mayor de militares de todas las pasadas dictaduras latinoamericanas, mercenarios, partidos y movimientos políticos de la ultraderecha, es otro tema clave.
Con financiamiento de la red de Fundaciones de la CIA y organismos de inteligencia aliados a ésta, cumple con su papel silencioso de promover la desestabilización en todo el continente y donde sea posible vía militar o policial. La colaboración para la guerra sucia- que prosigue en estos tiempos- fue tan efectiva, que el exdictador hondureño Roberto Micheletti condecoró públicamente al venezolano Alejandro Peña Esclusa, presidente de UnoAmérica, quien luego intentaría un complot para asesinar al presidente de Venezuela Hugo Chávez.
UnoAmérica tiene una misión precisa en este laberinto golpista: infiltrar y activar descontentos en fuerzas policiales. militares y de Seguridad del Continente, herederas en sus mayorías de las viejas directrices de las dictaduras de la región. Acusando a los gobiernos progresistas de la región de pertenecer al Foro de San Pablo y por lo tanto, constituir una especie de amenaza “comunista” a la que hacen referencia en sus redes de la Web consideran que su integración es una acción “supranacional” en el mismo esquema de la Guerra Fría.
Salvando las distancias y las características es la misma base ideológica con que se estructuró la contrainsurgente Operación Cóndor que actuó como una coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur, con extensiones luego a Centroamérica en los años 80. Estaba pensada también como un “organismo” supranacional para la muerte.
RESISTENCIAS
Lo que parecía simple y sencillo para las camarillas del Congreso paraguayo, no terminó siendo tan fácil.
En horas se conformó un Frente en Defensa de la Democracia y otros de Resistencia. Hay manifestaciones y cortes de ruta todos los días. Los campesinos que demandan por mínima justicia continúan su dura y sacrificada lucha. Los países del Mercado Común del Sur desconocieron al nuevo gobierno golpista, y también Unasur se definió en este caso creando una situación internacional inédita para Paraguay.
En Honduras a pesar del terror, amenazas y asesinatos, la resistencia popular no cede y puede ganar el próximo proceso electoral. Pero nadie puede dejar de analizar quienes están detrás de este golpe y las coincidencias con el amotinamiento policial en Bolivia, y la inexplicable violencia utilizada en el sur de Argentina, en ataques a empresas petroleras.
Nada es casual en estos sucesos que se dan en el marco del proyecto contrainsurgente de recolonización de América Latina, especialmente cuando se ha llegado a una Integración y unidad regional que es la mayor fuerza de defensa de nuestros países ante las ofensiva de Estados Unidos por recuperar el control: Como si fuera un simple patio trasero colonial, sin derechos, ni soberanía ni independencia.
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