Paraguay: ¿Resistirá la OEA esta nueva prueba?
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Luego que los portavoces más genuinos de América Latina impugnaron el golpe de Estado parlamentario ejecutado en Paraguay, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, declaró que allí no sucedió algo grave.
Días atrás resultó un escándalo total el juicio político montado por la extrema derecha en el Parlamento de esa nación contra el presidente Fernando Lugo.
La generalidad de los observadores de la región lo caracterizaron como parte de la trama elaborada por Washington para frenar y destruir a los gobiernos progresistas del área.
Como antecedentes recordaron el golpe de Estado en Honduras, las intentonas de igual signo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como la sostenida hostilidad propagandística contra estos.
Frente a tan clara situación, el pasado 29 de junio la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) decidió en una reunión cumbre extraordinaria suspender temporalmente a Paraguay de este mecanismo regional hasta la celebración de nuevas elecciones en ese país.
Así lo anunció el canciller argentino, Héctor Timerman, al finalizar el encuentro presidencial en la ciudad argentina de Mendoza, pronunciamiento que complementó la resolución adoptada horas antes por el MERCOSUR.
Mientras tanto, y desde el primer momento, diversas manifestaciones de protesta se extendieron en toda esa nación suramericana.
Pero al juzgar los hechos, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, declaró que en Paraguay “la situación no es grave”, solo delicada “por lo menos”.
Así se pronunció allí en rueda de prensa a nombre de la misión que encabezó durante 48 horas, y cuando le preguntaron si era irreversible la destitución de Lugo, se negó a contestar.
El llamado nuevo canciller, José Félix Fernández Estigarribia, dijo que explicó a Insulza que esa medida se adoptó “en el marco de la constitución y respetando el derecho a la legítima defensa”.
Hasta los niños de la enseñanza primaria en Paraguay saben hoy que tal pronunciamiento del señor Estigarribia es una ramplona mentira.
Pero explicó algo útil: la nueva modalidad diseñada en los altos mandos del Gobierno de Estados Unidos para enmascarar su actual variante golpista en América Latina.
Según afirmó, en Paraguay “la democracia funciona, las instituciones están plenamente vigentes, las tropas están en sus cuarteles, la policía garantiza el orden, hay absoluta libertad de prensa. No hay restricciones de ningún tipo y no hay presos políticos”.
O sea, punto menos, -o más- que un Paraíso. Entonces, ¿Cómo es que sus ángeles protectores arrojaran del poder de una forma tan burda a un verdadero cristiano electo por el voto mayoritario de su pueblo?
Pero el honorable jefe de lo que resta de la OEA, Insulza, declaró este miércoles tranquilamente en Asunción que en Paraguay “la situación no es grave”.
Explicable, porque él tiene asignado un papel en la conspiración vestida de seda que Washington impulsa para tratar de hacer regresar los tiempos de su viejo mayorazgo en la zona.
Triste antesala del final político de José Miguel Insulza.
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Joaquin
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