Eliades Ochoa: Con la música en la sangre (+ Video)
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Cuando llegué a su casa, Eliades Ochoa me recibió con la guitarra en la mano. Puede parecer una imagen común, él es un artista famoso al que todos estamos acostumbrados a ver tocando ese instrumento. Sin embargo, cuando me abrió la puerta, con esa complicidad que siempre encierra una entrevista, comprobé que es alguien que no puede abandonar nunca lo que hace porque depende de la música para vivir, gracias a ella existe.
No hay que conocerlo profundamente para darnos cuenta rápidamente que es un cubano rellollo, un guajiro, como él mismo dice, al 150 por ciento. En su casa de La Habana se respira el amor por Santiago de Cuba, su tierra natal. Es uno de los pesos pesados del Buena Vista Social Club, un hombre conocido en gran parte del mundo, pero eso no le quita la humildad, al contrario. Esto puede parecer intrascendente, pero es de los que no lo piensa dos veces para dar botella en los semáforos y no se cohíbe para tararear una canción mientras conduce.
Es un hombre alegre, por eso su música nos hace felices. Para los cubanos quedará para siempre como el que toca "Píntate los labios, María"; "Estoy como nunca" o "¿Quién llegó primero al mundo, si la gallina o el huevo?".
Recién llegado de gira por África y a punto de sacar tres nuevos discos con la EGREM, Eliades conversó con Cubasí.
-¿Qué hizo que Eliades llegara al mundo de la música?
-Mis padres, ambos tocaban el tres.
Yo soy de origen campesino, vivíamos en una finca en las montañas de Mayarí Arriba, en Santiago, ellos tocaban de forma empírica, igual que yo lo hago hoy.
En mi niñez, después de terminar el trabajo del campo, la única alegría que había -además de estar con la familia- era escuchar a nuestros padres. Parece que yo traía la música en la sangre. De ellos aprendí, fueron mis maestros.
Cuando nos mudamos a la ciudad de Santiago yo tenía mi guitarrita y fui perfeccionado a partir de lo que escuchaba de los demás.
Con 13 años tocaba por los bares y pasaba el sombrero. Estaba mala la cosa entonces, mis padres no tenían trabajo y éramos seis hermanos.
Sin temor a equivocarme, estuve manteniendo a la familia varios años.
Por el día yo tenía un cajón de limpiabotas en la plaza Dolores y por la noche me ponía mi camisita bonita y me iba a tocar. Llegaba de madrugada, pero siempre venía con un peso o dos, y en aquella época eso era buen dinero. Alguien vio lo que yo hacía, le gustó y me dijo que me presentara en Radio Turquino, ahí empecé a tocar en un programa de la mañana.
Un buen día pasé por la calle Heredia, donde estaban los trovadores de Santiago, que luego me invitaron a compartir sus peñas y me dejaban tocar con ellos.
Cada vez fui adentrándome más en esa escuela que es la música tradicional cubana, nuestro folclor. Todo fue para bien mío porque es algo que me encanta.
-En los años 70 comenzó con el cuarteto Patria, hace más de 30 años ya, ¿cómo ha sido su vida?
-Ha sido una escuela. Yo le digo a la gente que soy graduado de la universidad de la calle. Yo no estudié en escuela de música. Di el sexto grado cuando era un hombre y el noveno cuando lo exigió la Revolución.
La experiencia me ha dicho que uno nunca puede decir que ya se lo sabe todo, siempre hay cosas esperando. He caminado muchas partes del mundo: África, Asia, Europa, América, y eso ha sido un libro del que siempre voy a aprender.
Hoy agradezco haberme mantenido en la música tradicional, aunque he escuchado muchas otras cosas, porque es mi vida.
Todos los públicos en cualquier escenario son los que han hecho que yo me sienta un artista realizado. Ver cómo me esperan, cómo se llenan los teatros, las colas de gente para retratarse conmigo... Ese es el mayor premio, esa tranquilidad de saber que lo que uno hace gusta a los demás solo se paga con respeto y con amor a ese público.
-Usted fue parte de ese boom de la música tradicional cubana con el Buena Vista. ¿Qué significó eso en su trabajo y su vida?
-Fue maravilloso. La promoción que hemos tenido con Buena Vista es inmensa. Mientras estemos vivos, tenemos que estar en el Buena Vista porque fue lo que llevó la música cubana a cualquier rincón del planeta. Actualmente, en cualquier ciudad del mundo se saben las canciones cubanas, es increíble.
Si antes hacíamos 40 conciertos en el año, hoy día tenemos que aguantar la mano para no hacer 120, y a sala llena.
Hasta ahora no me ha pasado que se cayó un concierto por falta de público, y te hablo de todas las latitudes. De hecho, en Canadá nos dieron un premio por ser el grupo del mejor concierto, el más esperado durante un festival de verano que se extiende por un mes. Pues en ese mes fuimos los más celebrados.
-Háblenos de Afrocubismo, ese disco que ha sido tan elogiado desde que apareció.
-Precisamente recién llegamos de una gira para promover el disco.
Afrocubismo iba a ser lo que es hoy Buena Vista Social Club. Era un proyecto que estaba pensado desde 1996 y por causas ajenas a nuestra voluntad no se concretó en ese momento. Entonces surgió el Buena Vista con Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Puntillita, Pío Leyva, Rubén González...
Hace un par de años la idea cogió fuerza de nuevo y el resultado fue este disco Afrocubismo, declarado por la National Geographic como el Mejor Disco de Música del Mundo en 2010.
Además, nos dieron un premio en Londres por la cantidad de público y calidad de los conciertos, fue en uno de los teatros más importantes de Londres y tres semanas antes del evento ya se habían acabado las entradas.
Es una fusión de repertorio cubano y africano con la participación de Toumani Diabaté y otros destacados músicos malienses.
-¿Cómo se puede tener este disco?
-Se está tratando de traerlo hacia Cuba con una licencia porque vale la pena. La música cubana se escucha hace años en Malí, increíble, y aquí también hay mucha amistad con ese país.
-Aún no ha terminado con el fenómeno de Afrocubismo y acaba de hacer tres discos con la EGREM.
-Hacía más de 10 años que no grababa con la EGREM y ahora queríamos mostrar un Eliades de esta época. Un disco es de boleros (Un bolero para ti); otro instrumental (Mi guitarra canta), con repertorio muy variado, para todas las épocas, muy refrescante. El tercero es de sones y guarachas, se llama Eliades Ochoa y la Banda del Jigüe, con canciones de Ñico Saquito que ya casi no se escuchan.
El de boleros tiene números míos, pero la mayoría son temas antológicos, de amor.
-¿Es Eliades un hombre enamorado?
-Yo sí. Estoy enamorado siempre de todo. Desde muy niño me enamoré de mi guitarra, es mi fiel compañera. Vivo enamorado de mi trabajo, mi casa, mi mujer y mis hijos. Yo soy todo amor, te lo confieso. Si me anuncio como otra cosa, no sería verdad.
Yo siento que la gente me tiene cariño, ese amor de los niños hacia mí por el tema de "Píntate los labios, María" no hay con qué pagarlo. Solo con amor se paga el amor.
-¿Y por Santiago?, usted ha dicho que allá es donde se siente "como nunca".
-¡Ah! Para qué hablar. Por Santiago es muy grande lo que siento.
Cuando tengo apretado el pecho o me falta la respiración por cualquier motivo, yo sé que lo que me hace falta es ir a Santiago 15 días. Allí el aire viene de la montaña y de la playa. Yo amanezco al día siguiente de llegar allí y estoy súper bien porque esa ciudad tiene "algo". Con todo respeto a mi isla, Santiago no se parece a ninguna otra ciudad.
-Pero hay mucha distancia cultural entre Santiago y La Habana…
-Yo también creo eso, pero desde hace años La Habana ha acogido a muchos músicos orientales y santiagueros, así que estamos en ambiente. La capital siempre es la capital, aquí todo queda cerca, allá es lejos.
Hoy día hay muchas agrupaciones en La Habana que tocan un son muy bueno, pero cuando te das cuenta, la mayoría son orientales.
-El Buena Vista colocó a la música tradicional cubana en el pedestal que merecía. La mayoría de sus integrantes son músicos consagrados, sin embargo, hay muchos jóvenes dedicándose al género. Usted dirige el Festival de la Trova en Santiago, ¿qué visión tiene sobre eso, cómo ve la prolongación del movimiento de música tradicional en Cuba?
-Ya se ve esa continuidad, es palpable. Después del Buena Vista se dio un vuelco a favor de la música tradicional cubana. Otros músicos cubanos que se dedicaban a diferentes géneros empezaron a hacer son, guaracha, changüí, porque se dieron cuenta que eso es lo que más se busca de Cuba en el mundo.
Yo participé en un proyecto que se llamó Cuba Grammy y compartimos por el mundo con la orquesta de Isaac Delgado, la Charanga Habanera, Haila, Tata Güines, Changuito y Adalberto Álvarez. Esa gira les sirvió a muchos de ellos y a otras agrupaciones para ver que había que dedicarse más a ese tipo de música. Creo que hoy todas tienen algún número del género.
En cuanto a la creación de los jóvenes, eso se nota también. Yo ando por la Habana Vieja y veo muchos grupos, ellos me dan sus discos, me piden que los valore y quizás los incorpore a mi repertorio. Hay mucho valor en la música que ellos están haciendo hoy.
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