'Fake news': el tiroteo en la sede de YouTube y la epidemia de la desinformación

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'Fake news': el tiroteo en la sede de YouTube y la epidemia de la desinformación
Fecha de publicación: 
7 Abril 2018
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Las cataratas de noticias falsas –‘fake news’ en el argot actual– e incluso de abiertas calumnias vertidas en redes sociales parece ser una epidemia de nuestro tiempo, y son especialmente punzantes cuando más allá de afirmar o sugerir explicaciones conspirativas o plantear ‘datos alternativos’ divulgan mentiras abiertas y acusaciones graves contra personas inocentes.

Y es un fenómeno persistente y que cala con fuerza pese a la concientización y los esfuerzos por frenar esos mensajes que han tenido lugar en tiempos recientes.

Un notorio ejemplo de ello fue la oleada de desinformación y mensajes de acoso que se desató, tras el tiroteo del pasado martes en la sede de YouTube en California, desde cuentas de ‘trolls’ y ‘bots’ en redes sociales, e incluso desde cuentas legítimas infiltradas por ‘hackers’, como fue el caso de un empleado de YouTube, Vadim Lavrusik, cuyo perfil se usó para difundir mensajes homofóbicos, como indicó Mercury News.

Así, a poco que una persona irrumpió en los exteriores de la sede de YouTube en San Bruno, California, y desató un tiroteo que dejó tres personas heridas, las redes sociales comenzaron a ser bombardeadas de mensajes que clamaban identificar a quien cometió el ataque.

Se trataba, ciertamente, de falsedades pues la policía de San Bruno tardó en confirmar la identidad de la persona sospechosa (una mujer que se habría suicidado tras desatar el tiroteo) pero, lo más grave, iban más allá de la confusión al respecto: muchos de esos mensajes en Twitter, Facebook, 4chan y otras plataformas mostraban nombres y fotografías de personas a quienes se les responsabilizaba de la autoría del ataque.

Como se relató en BuzzFeed, difusores de timos y noticias falsas atribuyeron ese ataque al comediante Sam Hyde (que ha sido múltiple y falsamente vinculado en el pasado con tiroteos), especularon que la motivación era religiosa, que la responsable era la reportera de BuzzFeed Jane Lytvynenko, que con frecuencia se dedica a identificar y desmentir ‘fake news’, o mostraron imágenes de personas con gorras con la leyenda ‘Make America Great Again’ (el lema electoral de Donald Trump) afirmando que se trataba de los tiradores.

Otro mensaje, por ejemplo, afirmaba que había 40 personas heridas por los tiros de “una terrorista musulmana que vestía una mascada”.

Todo ello falso.

Otras personas señaladas falsamente como autoras del ataque en la sede de YouTube fueron, como añaden BuzzFeed y Mashable, varios youtubers, entre ellos Dougan Ashley (que hace comedia con temática del uso de armas de fuego), Matt Jarbo (que comenta películas, videojuegos y noticias) o el alemán Dragon Lord. Incluso se difundieron nombres y fotos de presuntas víctimas del ataque, pero eran también mentira.

Otra ‘fake news’ partió de un usuario llamado David_Zogg, que usa la foto del joven sobreviviente de la masacre de Parkland David Hogg, y que acusa del tiroteo a Lauren Souther, activista canadiense de derecha radical, y una más dice que la tiradora fue Anita Sarkessian, feminista crítica de medios.

Todo ello mentira.

El hecho de que varias de las personas señaladas o bien han realizado en el pasado tareas de verificación y desmentido de ‘fake news’, lo que posiblemente les ha granjeado el encono de quienes distribuyen esas falsedades en línea, o son personas que continuamente son presentadas por trols y bots como responsable de acciones violentas sugiere que no se trató de coincidencias o de noticias erradas difundidas por simple confusión y sin premeditación.

Se habría tratado de actividades de desinformación y calumnia premeditadas, si bien no es claro por quién ni para qué, aunque la confusión y los enconos resultantes de esas campañas de ‘fake news’ son patentes.

Y resulta curioso que esos mensajes se aludan en algunos casos a activistas de ideologías opuestas, lo que denota una pretensión de sacudir a la opinión pública a diestra y siniestra y con ello potenciar la confusión.

Lo que sí es claro es el efecto de esos mensajes que enrarecen las redes sociales, engañan y desorientan a la población, generan descrédito en general y, en contrapartida, resultan ominosos para quienes son aludidos sin fundamento como autores o sospechosos. Y que mitigar sus efectos es una tarea colosal que está aún en pañales.

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