José Antonio Guerra en Londres’12: Ganas, experiencia, sincronía, ¿podio?
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El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos… eso reza una melódica canción del cantautor Pablo Milanés. Tanto del tiempo como de la vejez parece burlarse el clavadista José Antonio Guerra, quien llegará a 33 años el próximo 9 de agosto. Para ese entonces sabrá si cumplió su profecía del ahora o nunca en los Juegos Olímpicos de Londres, su cuarta comparecencia en la magna justa deportiva. ¿Por qué? Días antes, el 30 de julio, disputará junto al camagüeyano Jeinkler Aguirre la final directa de plataforma sincronizada y justo el 10 concursará en el evento individual desde los 10 metros.
Madurez, técnica depurada, experiencia competitiva, sincronización, nervios de acero y hasta un poco de suerte, todo eso deberá conjugar el santiaguero para poderse hacer del único metal que se ausenta de sus vitrinas.
Sus tres incursiones precedentes le dejaron un sabor amargo en ese sentido: en Sydney’00 culminó décimocuarto, Atenas’04 le depararía el escaño 25 individual, también lejos de los 12 finalistas. Mejoraría hasta el quinto peldaño en Beijing’08, pero sus intenciones de ser medallista nuevamente se frustraron, tras ir segundo al término de las dos primeras rondas de saltos. En el sincro, junto al ya retirado Erick Fornaris, tampoco estuvo certero.
En esos casos, según el propio Guerra refirió, les ha pasado factura la llegada con mucha anticipación a la sede. “Hemos llegado con demasiada anticipación a la sede: 25, 26, 27 días. En mi caso, me ha afectado psicológicamente. Y en los clavados no puedes tener dudas: un salto dura 1.6 ó 1.7 segundos.”
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Las mayores posibilidades de nuestros ornamentalistas están en la prueba sincronizada. Todo un cuatrienio juntos, preservando posiciones de privilegio, puliendo elementos técnicos y de sincronía, batallando contra lesiones, climatización del tanque y otros escollos.
Combinan la experiencia y el arsenal técnico de Guerra (considerado por muchos el hombre de mejor entrada al agua del mundo), con el talento de Aguirre, quien por lo visto en sus últimas presentaciones está decidido a dar el salto, para conseguir su objetivo.
En estos momentos se encuentran octavos en el ranking mundial de dicha modalidad con 37.67 puntos, escalafón encabezado por los chinos Yuan Cao-Yanquan Zhang (43.33), los alemanes Sascha Klein-Patrick Haudsing (41.67) y los estadounidenses David Boudia-Nick MacCrory (40.33). Esos binomios, además de los anfitriones, ucranianos, mexicanos y rusos son de respeto. Sí, casi todos, pues exceptuando a los asiáticos, el resto de las duplas tiene nivel muy parejo. Beijing, referente más cercano, dejó como monarcas a los chinos Liang Huo-Yue Lin (468.18), los propios Klein y Haudsing (450.42) y los rusos Dimitry Dobroskok-Gleb Galperin (445.26). Muchos especialistas, entre ellos el otrora plataformista Jesús Aballí consideran que con una calificación superior a las 450 unidades nuevamente se podrá acceder al podio. Me gustaría que los antillanos igualaran o superaran su tope histórico de 462.60 para mirar desde las alturas con tranquilidad.
El programa de nuestro dueto, en materia de complejidad, está ubicado en la media, cierran con su salto más difícil: el dos y media vueltas detrás con dos giros y medio, el cual posee 3.8 de grado de dificultad, pero en ese sentido son los aztecas los de nota de partida más elevada (tienen uno de 4.1 y otro de 3.9).
Este cierre de ciclo ha sido alentador para los nuestros. Físicamente se encuentran en óptimo estado y gozan, además, de gran enfoque psicológico. Su última presentación en el segundo segmento del Grand Prix, en Montreal, les deparó el oro, amparados en 453.36. Es preciso destacar que sus principales oponentes estaban inmersos en la Serie Mundial, pero su puntuación nuevamente alcanzó planos estelares. Eso no fue todo, en individuales hicieron el dos-tres, al acecho del mexicano Andrés Villarreal (512.00). Guerra otra vez sobre las 500 unidades (510.30), Aguirre con respetable (480.50).
Precisamente a partir de mañana viernes desarrollarán su última competencia preparatoria previa a la cita estival. La cuarta fase del Grand Prix, con asiento en Madrid, una ciudad que se les antoja exitosa. La capital ibérica los vio coronarse en la edición del 2010 (438.12) y agenciarse bronce, ―a pesar de deudas de entrenamiento― el año pasado (381.66).
Más allá de sus registros, el certamen de España servirá para modelar a los contrarios y optimizar su estado actual. Luego les espera una semana concentrados en Montreal, Canadá, y a partir del próximo 30 de julio… el ahora o nunca para José Antonio Guerra, Jeinkler Aguirre y Annia Rivera en la ciudad del Big-Ben ante la presencia de 136 clavadistas (68 en cada sexo), que pugnarán por ocho juegos de medallas. Aunque la posibilidad de acariciar su quimera en individuales se presagia harto difícil, incluso para Guerra, plateado universal en la propia Montreal en el 2005.
Sí, Annia Rivera también, pues casi seguro estará entre las 30 plataformistas convocadas, cuando la Federación Internacional oficialice las listas de inscripción. Sus argumentos, haber quedado quinta en la repesca de la Copa del Mundo, en la propia capital británica, escenario en las que muchas de sus 18 predecesores ya contaban con pasaje olímpico, al haberse ubicado antes entre las 12 primeras del certamen del orbe de Shangai.
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