La reelección de Obama, en manos de Europa
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Condicionando sin disimulo su reelección al futuro económico de Europa, Barack Obama reclamó ayer de forma imperativa y urgente medidas de estímulo en ese continente, particularmente en España, sin las cuales admitió que no puede consolidarse la recuperación económica en Estados Unidos y se corre el riesgo de una recesión mundial. El presidente norteamericano compartió la preocupación europea por la reducción del déficit, pero advirtió que eso se conseguirá mejor mediante la creación de empleos y el impulso del crecimiento.
Acuciado más que nunca por la presión de una campaña electoral en la que pierde terreno a diario, Obama compareció por sorpresa para explicar a sus compatriotas que los problemas económicos que agobian a los votantes están estrechamente vinculados a la crisis europea y que no podrán resolverse si los líderes europeos no modifican su política actual.
“Si Europa cae en recesión, impactará en nuestro camino hacia la recuperación”, declaró el presidente en la más vigorosa intervención hasta al fecha dentro de una ofensiva para cambiar el rumbo económico europeo, ofensiva que se intensificará en los próximos días en la cumbre del G-20 en México.
Obama recordó que “vivimos en un economía global” y advirtió que la insistencia de los gobernantes europeos en medidas de austeridad está desacelerando el crecimiento económico en todo el mundo. Compartió la preocupación por el déficit a largo plazo, pero sostuvo que a corto plazo, lo mejor que se puede hacer para reducir el déficit es crear empleos y favorecer el crecimiento. “La receta de inversiones en crecimiento y empleos a corto plazo, mientras se mantiene la disciplina fiscal a largo plazo es el camino correcto, no solo en EE UU sino también en Europa”, afirmó.
El presidente norteamericano, que ha apostado por esa política durante toda su presidencia, se siente ahora necesitado de trasladarla a Europa. Desde hace varias semanas, está en contacto constante con la canciller alemana, Angela Merkel, y otros líderes europeos para animarles a emprender la senda del crecimiento. Hasta ahora, esa intervención no ha tenido el efecto deseado, pero Obama está dispuesto a insistir en ello todo lo que sea necesario, y confía en que pronto se tomarán medidas en la dirección que reclama. “Los problemas de Europa son solucionables”, declaró, pero hay que actuar de forma urgente: “Cuanto antes se actúe y de forma más contundente y concreta, antes recuperarán la confianza la gente y los mercados y más asequible será el coste”.
El presidente ha hecho intentos de aprobar nuevas medidas de estímulo en el Congreso, pero, sin mayoría parlamentaria, todos sus esfuerzos por esa vía están condenados al fracaso.
El reloj hacia las elecciones presidenciales del 6 de noviembre corre de forma implacable. El candidato republicano, Mitt Romney, está prácticamente igualado en las encuestas y mejora su posición competitiva. El pasado mes de mayo, por primera vez desde que obtuvo la nominación, sobrepasó a la campaña de Obama en cuanto a dinero recaudado, todo un síntoma de que su aceptación entre los sectores influyentes, y también entre los ciudadanos, crece.
El arma de la oposición conservadora es la situación económica. El paro creció en mayo por primera vez en dos años hasta el 8,2%. El ritmo de creación de empleo es negativo desde hace varios meses: surgieron 200.000 puestos de trabajo en enero, 150.000 en febrero, 100.000 en marzo, 90.000 en abril y 60.000 en mayo. A este ritmo, la situación puede ser alarmante en noviembre. La economía, que creció un 3% el último trimestre de 2011, va a acabar este año con sólo un 2% de incremento.
El presidente ha hecho intentos de aprobar nuevas medidas de estímulo en el Congreso, pero, sin mayoría parlamentaria, todos sus esfuerzos por esa vía están condenados al fracaso, como así ha ocurrido con las propuestas hechas hasta la fecha. Sólo le queda la vía de un aumento de la demanda internacional para que las empresas norteamericanas pueden producir más y contratar más trabajadores. Pero esa vía se ve obstruida por la política de austeridad en la eurozona, que dificulta las ventas en lo que, como conjunto, es el principal socio comercial de EE UU.
El presidente norteamericano quiere unir fuerzas con los países emergentes para elaborar una masiva plataforma a favor del crecimiento en el G-20
Obama está, pues, atrapado en el mismo círculo vicioso que afecta a otros muchos países. “Las medidas de austeridad pueden acelerar la espiral hacia la desaceleración”, manifestó en su comparecencia de ayer.
En la medida es que este es un problema global, Obama busca para él soluciones globales. China, India y Brasil, algunas de las mayores potencias emergentes, han comenzado igualmente a sufrir la desaceleración de sus economías, también en parte debido a los problemas en Europa. El presidente norteamericano quiere unir fuerzas con ellos para elaborar una masiva plataforma a favor del crecimiento en el G-20, que se reúne los próximos días 18 y 19.
Esa será, probablemente, la última oportunidad de Obama para conseguir el cambio de rumbo que precisa para su reelección. Junto a los síntomas de debilidad, la economía norteamericana presenta también indicadores positivos. Pese al ritmo decreciente, EE UU ha cumplido ya 27 meses consecutivos de creación de empleo. Desde que Obama es presidente han surgido cerca de 4,5 millones de puestos de trabajo. Las empresas de sectores potentes, como la tecnología y el automóvil, están en buenas condiciones para responder a un aumento de la demanda internacional. Un pequeño impulso, en resumen, podría ser suficiente para que los electores llegasen a las urnas en noviembre con una sensación de alivio en su situación económica.
Obama no está seriamente amenazado desde otros flancos. Aunque la crisis en Siria ha creado algunas dudas, su política exterior y de seguridad cuenta con la aprobación mayoritaria. Su vulnerabilidad está centrada en la economía, y en ese campo su capacidad de maniobra está muy limitada por Merkel.
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