Octubre rojo...
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Veo por la televisión El acorazado Potemkin , un filme mudo de 1925, dirigida por el cineasta soviético Serguei M. Eisenstein, cinta que se inscribe en las mejores a nivel mundial de todos los tiempos y que narra la sublevación de los marinos en 1905, contra sus jefes zaristas. Es una película cruda, fuerte, en blanco y negro, con una banda sonora con valores dramatúrgicos propios.
Esas imágenes me obligan a sentarme frente a la máquina. No pensaba escribir de la Revolución Socialista de Octubre de 1917. El excelente ensayo (incompleto por leerlo en un tiempo exacto) de Fernando Rojas , me hizo pensar ¿después de esto que puedo aportar yo?.
En cerca de veinte cuartillas (¿dónde lo publicará?) realiza una minuciosa aproximación a un hecho que quedará en la historia humana como un acontecimiento trascendente como lo fueron las revoluciones burguesas inglesa y francesa, además de La comuna de París, entre otros sucesos que han marcado la vida del hombre en el planeta tierra.
Fernando que estudió en la URSS y domina perfectamente el ruso, con una avidez por la lectura que devora libro tras libro, manoseó la historia del PCUS, con sus actas, de la URSS y una buena cantidad de textos acerca de aquel estallido que conmocionó al planeta. Por eso hay que escucharlo hablar de algo que lo apasiona y conoce.
La sublevación fue el 25 de octubre de 1917, por el calendario juliano, utilizado por el zarismo, pero al adoptar el calendario gregoriano entonces todo empezó el 7 de noviembre de 1917, justo cien años atrás.
Proceso complejo, con una fuerte impronta de las personalidades que intervinieron en el, la Revolución del 17 demostró que la sociedad humana estaba levantada al revés y que se debía virar para que quienes la alzaban sobre sus hombros, los proletarios, realmente dirigieran su destino.
Hubo excesos, errores, pero de un país feudal en pocos lustros fue ese grupo de naciones (la URSS) el que se enfrentó y paró en seco a las hordas nazis en 1941. Los batallones de soldados con esvástica se pasearon por todos los países nórdicos, Francia, tenían mal a Inglaterra y llegaron hasta las afueras de Moscú. De esa hermosa ciudad se evacuaron los archivos, pero no su Comité Central, ni el gobierno.
La mítica ciudad fue testigo en 1945, en el desfile de la victoria, de las miles de armas que los soviéticos le arrebataron a los “invencibles” soldados de Hitler. Moscú en aquel mayo no era un gran jardín, como la conocí en 1983, estaba bombardeada, deshecha pero sus habitantes celebraron por lo alto su triunfo sobre los nazis.
No digo más, para recordar aquel octubre rojo robo las palabras de Fernando “Creo que es una deuda de toda la humanidad. Esa revolución constituyó un gran estado que realizó avances indiscutibles en términos de promover la igualdad entre los ciudadanos de ese país y del mundo. Tuvo logros en la ciencia, la técnica, la industria, y que logró hacerlo constituyendo una alternativa al capitalismo. Un resultado, a mi juicio, incontestable. Hoy es importante recordarlo porque no hay una alternativa tan formidable como esa al orden hegemónico capitalista mundial. Al desaparecer la Unión Soviética se perdió una alternativa de esa fortaleza, a pesar de los defectos que pueda haber tenido aquel proceso que también son parte de estos análisis y no se pueden ignorar”
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