Europa: austeridad por decreto

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Europa: austeridad por decreto
Fecha de publicación: 
28 Mayo 2012
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Pretender gobiernos ejemplarmente austeros para sociedades de consumo es como intentar administrar lupanares con las reglas de los conventos. Una economía austera y sin déficit es un status en el cual el gobierno no gasta o gasta poco, conduce al deterioro de las funciones gubernamentales, las obras y los servicios públicos y repercute sobre el conjunto de la economía nacional.

Los gobiernos capitalistas que nutren sus fondos con los impuestos (que no se cobran por adelantado), aplican la regla de: gastar primero e ingresar después. Técnicamente, cuando a finales del año fiscal se aprueba el presupuesto para el próximo, las arcas están vacías, por lo cual se comienza a gastar un dinero que todavía no ha ingresado.

Es así porque por absurdo que sea, el sistema financiero y monetario internacional está organizado de modo que los países no pueden disponer de las reservas financieras que poseen, las cuales suelen estar depositadas en el extranjero y son administradas por los bancos centrales que actúan como estados dentro de los estados. En la Euro Zona o “Eurolandia” es todavía peor porque además de un banco central en cada país existe otro para el conglomerado.

El asunto es especialmente complicado para los gobiernos socialistas, “populistas” o “desarrollistas” que por razones políticas prometen cobrar menos impuestos y gastar más en servicios y obras públicas, seguridad social y otras partidas. De ahí que algunos acudan a préstamos y adquieran deudas, mientras otros optan por nacionalizar ramas rentables de la economía nacional con vistas a obtener recursos para financiar los gastos sociales e impulsar programas de desarrollo.

Donde no parece haber soluciones sencillas es en el empeño por conciliar el despilfarro a que ha conducido la sociedad de consumo con la austeridad que trataron de imponer en Europa Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, esquema que ahora es confrontado por el gobierno socialdemócrata establecido en Francia con cuyas posiciones coincide Estados Unidos, que necesita una Europa si no próspera al menos gastadora.

Una de las contradicciones de la situación actual es que como mínimo el 50 por ciento de todas las deudas de Grecia, España,  Italia, Portugal y otros países no son públicas, es decir no se deben a gastos de los estados sino que han sido adquiridas por los ciudadanos. Si bien los trabajadores griegos no deberían pagar por los submarinos adquiridos para reforzar la OTAN, tampoco el Estado debería financiar estilos de vida y consumos absurdos que, dicho sea de paso, el propio Estado promueve y facilita.

Como resultado de políticas erradas y de soluciones fallidas en Europa puede estarse gestando una gigantesca burbuja a punto de estallar y que no es inmobiliaria, bancaria ni financiera, sino política. Ya en Francia se instaló un gobierno socialdemócrata y pronto lo habrá en Grecia; no sería extraño un efecto dominó y si bien no parece haber espacio para el radicalismo y la ruptura del orden social, pude ser el turno del reformismo socialista. Allá nos vemos.

 

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