Eso que llaman impuestos: De Don Teodoro a Donald Trump

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Eso que llaman impuestos: De Don Teodoro a Donald Trump
Fecha de publicación: 
4 Junio 2017
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Recuerdo que cuando el pelotero profesional norteamericano Ted Williams (llamado popularmente Don Teodoro) se convirtió en el primer jugador en tener un salario de 100 000 dólares anuales, no dio importancia alguna que 64 000 de ellos se lo llevara el fisco, por cuestiones de impuestos.

A él solo le preocupaba que le alcanzara para vivir adecuadamente y mantenerse en su barco de pesca incursionando en las aguas cubanas de los ríos Jatibonico y Zaza, luego del triunfo de la Revolución, sin que yo sepa fuera requerido alguna vez por las autoridades de turno de su país, mantenedoras del criminal bloqueo contra nuestro país.

Con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump ocurre lo contrario, porque en materia de impuestos hay nebulosas sobre varas declaraciones de ingresos, especialmente en el 2005, teniendo mucho cuidado en que no fuera dañada su fortuna personal, calculada de entre 3 000 millones y 10 000 millones de dólares, por lo cual ha sido el candidato más rico en asumir la presidencia de Estados Unidos.

Entre las muchas promesas hechas por Trump, casi todas presentadas y semicongeladas en el Congreso, a pesar de tener mayoría su Partido Republicano, descuella para mí una que será expuesta este mes y fue clave para ganar la presidencia del país, aprovechando los votos electorales de unos cinco estados seriamente golpeados por el desplazamiento al exterior de importantes empresas que buscaban mayor lucro mediante mano de obra barata.

Trump prometió que haría regresar esas fábricas y amenazó con elevadas multas e impuestos a sus dueños, sin importar que presidan alguna importante corporación o monopolio, lo cual pudiera crear hasta la astronómica cifra de 25 millones de puestos de trabajo.

La propuesta

En este contexto, Trump planteó la mayor rebaja de impuestos de EE.UU, que beneficia principalmente a las sociedades, a las grandes fortunas, del 35% al 15%, y reduce los tramos de la renta de siete a tres para los trabajadores, pero no ofreció detalles sobre cómo será compensada la notable pérdida de ingresos más allá de que se pagará "por sí sola" con el crecimiento económico.

"Se trata de uno de los mayores recortes de impuestos de la historia", remarcó Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, en rueda de prensa en la Casa Blanca, acompañado por Gary Cohn, director del Consejo Económico Nacional.

Mnuchin subrayó que la propuesta, de apenas una hoja, contiene los "principios básicos" y que los detalles serán debatidos más adelante.

Entre las medidas incluidas figura la ya anunciada reducción del 35% actual a un 15% en el impuesto a las ganancias corporativas, y un impuesto único a la repatriación de beneficios de las grandes empresas en el extranjero a una "tasa muy competitiva", pero que Mnuchin eludió concretar.

"Esperamos que billones de dólares en el extranjero regresen y sean reinvertidos en bienes de capital y creación de empleo", precisó.

Los tramos para los trabajadores pasarían de siete a tres (10%, 25% y 35%), en el esfuerzo por simplificar la declaración de impuestos.

En la práctica significaría reducir el tope máximo desde el 39,6% al 35%, y aumentaría el umbral para el pago de impuestos para los hogares de 12 600 dólares a 24 000 dólares anuales de ingresos.

Asimismo, se eliminaría el impuesto de sucesiones, se ofrecerían deducciones para el cuidado de niños y se reduciría al 15% la tasa impositiva para las compañías gestionadas por su fundador, en un guiño a las pequeñas y medianas empresas.

A la vez, se retiraría la mayor parte de las exenciones fiscales, excepto las relativas a la vivienda, obras de caridad y planes de retiro.

"Estamos decididos a mover esto tan rápido como podamos y tenerlo aprobado para finales de año", dijo Mnuchin, en referencia a las negociaciones con el Congreso, que será quien deba aprobar la reforma. Mnuchin, que al igual que Cohn cuenta con amplia experiencia profesional en el banco de inversión Goldman Sachs, subrayó que el objetivo es revitalizar el crecimiento económico de EE.UU. con este agresivo estímulo fiscal.

Según el secretario del Tesoro, se podría conseguir un crecimiento del PIB de al menos el 3% anual, lo que supondría casi el doble del registrado durante el último año del gobierno del predecesor de Trump, Barack Obama.

¿Y la compensación?

Independientemente del propósito de lograr el difícil regreso de las empresas y hacer disminuir el desempleo, así como que se simplifique  el proceso de declaración de impuestos, no está claro cómo se compensarían estas reducciones.

La administración dice que se pagarían cerrando los vacíos fiscales disponibles para "intereses especiales" y los ricos, pero estos vacíos no han sido especificados, porque no han sido detallados, lo cual no deja nada claro como también la actitud presidencial de resistirse o tratar de encubrir sus propios ingresos.

Pero en tales detalles se pueden esconder muchas cosas que apañarían el ambicioso proyecto.

"Le informaremos los detalles en el momento adecuado", dijo Gary Cohn, director del Consejo Nacional de Economía, durante el anuncio del proyecto, que, según sus patrocinadores, se pagaría a sí mismo con el crecimiento económico.

Pero, reitero, no tiene masticados otros detalles en los que, según sus detractores, se podrán esconder los demonios políticos que sacarán provecho de este abierto indudable estímulo a acrecentar las riquezas a quienes más tienen, mientras mantienen en un dudoso limbo a los que esperan sinceramente, a quienes sufren el estrés constante de verse desempleado y pertenecer al marasmo de necesidades tales, subrayo, como el hambre, la miseria y vivir a la intemperie, cuyo número crece más y más.

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